A estas alturas, todos sabemos que ya pasó la efervescencia de las elecciones. Unas elecciones que han dejado su huella como pocas veces en la historia de nuestro país, de violencia, compra de votos, amenazas, engaños, mentiras, todo, menos de proyectos para acabar con la pobreza de los mexicanos, que dígase lo que se diga, va en aumento. Y ahora, debemos preguntarnos: ¿Quién gobernará realmente en este sexenio? ¿Gobernará el pueblo, como lo pregona la 4T?, o ¿gobernarán de nuevo los políticos de Morena junto con los ricos que tienen el poder económico en nuestro país?
La triste realidad es que las famosas “tarjetas” no nos van a sacar nunca de la pobreza y del atraso, lo cual está demostrado en el mundo entero, y México no es la excepción.
A todos los mexicanos debería interesarnos saber exactamente a quién o a quiénes les dimos nuestro voto en las casillas el pasado 2 de junio. Para resolver esta cuestión que es de mucha importancia, debemos preguntarnos si con nuestro voto queríamos asegurar que nos siguieran llegando los programas asistenciales, en otras palabras, las famosas “tarjetitas” que le han servido a Morena para comprar y comprar votos, y que como todo recurso en dinero, sólo sirve para medio satisfacer nuestras necesidades mínimas: un poco de alimento, comprar algunos medicamentos, que, por supuesto no son suficientes, pagar quizá el transporte que a veces necesitamos. Pero ahora debemos preguntarnos, ¿nuestro voto valdrá esas migajas?
Quiero aclarar, que en Antorcha nunca nos hemos opuesto al apoyo que los gobiernos deben darle a los que lo necesitan, sea con transferencias monetarias como actualmente sucede o como sea. Al contrario, sostenemos que quienes necesiten los apoyos deben exigirlos al gobierno y la mejor manera de que ningún gobierno o político los quite, decimos en Antorcha, es unirnos, organizarnos y luchar por ellos. A lo que nos oponemos es que se manipule con ellos, a que se usen los programas sociales, que por ley deben otorgarse, para que la gente se sienta obligada a votar por quien los entrega. Y que después de que ya se haya votado obligados y amenazados, tengamos que conformarnos con funcionarios y políticos que no saben gobernar, funcionarios que, porque tienen el poder y todos los recursos de nuestros impuestos, no trabajen por un programa serio para sacar a nuestro país del atraso en que vivimos. Los mexicanos necesitamos que se combata a la delincuencia, al crimen organizado; que no se deje caer la economía de nuestro país, como ha estado sucediendo; que se hagan obras que verdaderamente le sirvan al país, no elefantes blancos, ni Metros que se caigan y se quemen, ni un Tren Maya que se descarrile.
México y los mexicanos necesitamos, como siempre lo ha sostenido Antorcha, un nuevo modelo económico: un proyecto en donde haya trabajo para todos los mexicanos, con salarios dignos, no millones de vendedores en los semáforos; un sistema fiscal progresivo, en el que paguen más impuestos los más ricos del país, para que se construyan las obras que se necesitan en las colonias, pueblos y comunidades más olvidados, y donde quiera que hagan falta servicios básicos para tener una vida digna para toda nuestra familia y nuestros hijos, y no obras de relumbrón para engañar y adormecer las conciencias más débiles y faltas de educación política y de cultura. Un gobierno que asegure en serio la salud de los mexicanos, no una Megafarmacia, anunciada, por López obrador, como la más grande del mundo, sin medicinas, ni trabajadores, que surte sólo 16 recetas al día para todo el país. México necesita un gobierno que impulse una buena educación para nuestros hijos, que se les prepare científicamente, porque sólo con esa preparación de nuestros jóvenes podremos colocarnos a la altura de los países más desarrollados, y no una educación que este gobierno de la 4T ha vulgarizado, debilitando la enseñanza de las matemáticas que son básicas para desarrollar una mente lógica y analítica en los estudiantes. Esto es lo que deseamos con toda nuestra alma los mexicanos conscientes, que no somos pocos.
La triste realidad es que las famosas “tarjetas” no nos van a sacar nunca de la pobreza y del atraso, lo cual está demostrado en el mundo entero, y México no es la excepción. Estas transferencias monetarias son como los mejorales, te quitan el dolor y el sufrimiento por un rato, pero no son la medicina contra los males más profundos de la sociedad, como la pobreza, que es la madre de todos los males. Gobernar en serio, sin demagogias, ni mentiras, ni hipocresías, es garantizarles a los pueblos salud de primera, educación de avanzada para todos, deporte en todas las edades de la vida, vivienda apta para cubrir las necesidades de una población, servicios básicos para todos: agua potable, que no tengamos que andar mendigando pipas; electrificaciones, y el resto de los servicios que se requieren para salir de la pobreza.
Si a esto le agregamos que, además, México tiene la soga al cuello por la dependencia económica absoluta de México con respecto a la economía norteamericana, que se complica cada vez que el dólar pierde su preponderancia como moneda mundial en el planeta como viene ocurriendo. Para países como México, dominado y explotado por el capital de EE.UU. que impide el desarrollo de una economía que resuelva el problema de la pobreza que nos viene agobiando de generación en generación, sin que hallemos la puerta de salvación. La solución para el problema de la pobreza, de los casi 100 millones de mexicanos de los 130 millones que somos está en el fortalecimiento cada vez más, del otro polo de desarrollo económico, el de los BRICS; organización conformada por las grandes economías de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Una unión de países donde el desarrollo de todos conviene a todos y no solamente a unos pocos países, tal cual ocurre en la actualidad.
El tema central en el cambio de gobierno que ocurrirá en septiembre es que, entre devaluaciones del peso y altos precios de las mercancías, los mexicanos no nos gobernamos, nos gobiernan de fuera, y por dentro los más millonarios entre los millonarios en México: los Slim, los Larrea, y demás, quienes aplaudieron a más no poder el que ganara Claudia Sheinbaum, alma gemela y sucesora de López Obrador. Lo dijo el propio AMLO, “en mi gobierno a la clase adinerada le fue de perlas” “Amor con amor se paga”, por eso los empresarios arriba mencionados no lo atacaron porque en su gobierno (de López Obrador) sus fortunas se duplicaron, así lo informaron recientemente los medios de comunicación.
Para regocijo de los grandes conglomerados internacionales el gobierno de la Cuarta Transformación deja a los mexicanos más endeudados que los gobiernos que le precedieron. El monto de nuestra deuda “soberana” (así le llaman) es de 18 billones de pesos. El descomunal “crecimiento de la deuda pública” contratada en dólares y pesos se debe a que el gobierno de AMLO solicitó nuevos créditos, a pesar de que en su campaña prometió no endeudar más al país, ¿entonces, en qué quedamos?
La revista Buzos de la Noticia, en número reciente, publicó que los mexicanos debemos pagar a fuerza, queramos o no, 18 billones de pesos, es decir, 18 millones de millones de pesos, si no, se nos aplicarán sanciones económicas que destruirán la economía de nuestro país, como se las aplican unas tras otras al pueblo ruso, Con la reciente elección de Claudia Sheinbaum a la presidencia la situación no cambiará, hay altas probabilidades de que esta empeore. Si no, al tiempo, él lo dirá.
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