Eso es lo que está haciendo falta en México para que se construya un nuevo modelo económico. La respuesta a la pregunta de si en México gobierna el pueblo es contundente: NO, en México NO gobierna el pueblo. ¿Quién gobierna entonces? Las clases ricas, los poderosos, los dueños del dinero, los de siempre. ¿Por qué? Porque mientras el pueblo viva en la oscuridad, bajo la sombra de la ignorancia, sometido al miedo y a la compra de su conciencia mediante un programa social, entonces, los que gobernarán serán aquellos que tienen poder e impondrán sus intereses. El pueblo, así, será víctima de los intereses de los poderosos, quienes impondrán su plan, su proyecto, así afecte los intereses del pueblo de México. Si el pueblo mexicano no se eleva política y culturalmente, se le aplicará la máxima de Ignacio Manuel Altamirano: “El pueblo culto, será Rey, ignorante vivirá siempre bajo una vergonzosa tutela”.
Si el pueblo mandara, bastaría con que se le convocara a defender el proyecto de la 4T; sin embargo, no hay tal respaldo ideológico.
Para mantener al pueblo contento, además de la manipulación que hacen los medios de comunicación y las redes sociales a través de los teléfonos celulares, el gobierno ahora utiliza el dinero del erario para comprar inconciencias (pues un hombre consciente no permitiría que le compren por unas monedas) o voluntades. Un analista hablaba de la efectividad de este gobierno para convertir los programas sociales en votos, mediante la coacción, la intimidación, el miedo, pues le decían a la gente que si no votaban por Morena le quitarían sus programas sociales, o bien, que se los quitarían los de la oposición si ganaban. Un funcionario de casilla en el municipio de Chimalhuacán que conozco me dijo que, al finalizar la votación, un señor adulto mayor le preguntó sinceramente: “¿dónde me inscribo para que no me quiten mi pensión, ya voté por Morena…?”, como se ve, la gente acudió a votar por miedo.
En primer lugar, hay que recordar que el presidente declaró el fin de la era neoliberal en México y, acto seguido, firmó el TMEC, el tratado de libre comercio con términos más leoninos a favor de Estados Unidos, con lo cual se reforzaba justo el neoliberalismo. Esto significa que sólo de dicho ya no hay neoliberalismo, pero de facto existe con una máscara sedicente 4T.
En segundo lugar, para que no quede duda de quiénes mandan en este país, el propio presidente retó públicamente, con lo cual simplemente lo confirmó, a que dijera si los ricos habían perdido durante su gobierno y él mismo respondió que no, que ningún rico había perdido durante su gobierno. En contraste, la pobreza aumentó. ¿No se refleja en ello una actitud más proclive a los ricos que a los pobres?
En tercer lugar, en la última reunión de los banqueros de México, me llamó sobremanera la atención la actitud deferente de éstos hacia el presidente agradeciéndole y reconociéndole una cosa fundamental: haber cumplido su palabra al no haber cambiado las reglas para el cobro de cuotas de los bancos de México. Esto significa que las reglas del juego de la época de Peña Nieto, en el auge neoliberal, se aplican tal cual en los tiempos que corren con la 4T. ¿No que ya había desaparecido el Neoliberalismo?
En cuarto lugar, ¿no es neoliberal dejar intactos los impuestos que se les cobra a los ricos de México, cuando lo que está haciendo falta es una reforma fiscal progresiva, pues México es uno de los países que menos recaudan como porcentaje del PIB y quienes más pagan son las clases medias?
En quinto lugar, ante la amenaza de la reforma al poder judicial que tiene el propósito de proponer que los jueces, magistrados y ministros se elijan por votación, lo cual abre la puerta para que quien tenga dinero pueda orientar el voto, como ya se hizo en esta elección de gobierno que favoreció a Claudia Sheinbaum, no porque la gente esté ideológicamente identificada con las ideas de Claudia, sino por temor a perder lo poco que ahora reciben, el capital financiero se puso “nervioso” y comenzó a salir de México poniéndole presión a la moneda mexicana, por lo que de tener un “super peso”, como le llamó AMLO, es decir, de estar en 17 pesos por dólar, se derrumbó y llegó a estar cerca de los 19 pesos por dólar, al día que escribo esta columna, está en 18.39 pesos por dólar. Para calmar ese monstruo neoliberal, que son los mercados financieros, Claudia Sheinbaum, seguramente de acuerdo con AMLO, salió a “calmar” al capital financiero haciendo el compromiso de que el próximo secretario de hacienda sería Ramírez de la O, el mismo que ahora con AMLO. Si el pueblo mandara, bastaría con que se le convocara a defender el proyecto de la 4T; sin embargo, no hay tal respaldo ideológico. Pero lo que no sabe el pueblo es que Ramírez de la O se comprometió a bajar el déficit fiscal del casi 6% al 3%, lo cual sólo se puede lograr haciendo recortes al gasto público ¿y de dónde? Se ha rumorado que viene otro recorte en salud, no dudemos que recortarán a las tarjetitas y a las ayudas de la gente, etc. ¿Quién manda aquí, la nueva presidenta o el capital financiero? Pues el capital financiero que doblegó las manos a este gobierno y le obligó a darle “certezas”.
Finalmente, la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum Pardo, se reunió con la cúpula empresarial que encabeza Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, CCE, y una de las conclusiones de esta reunión, en la que todos se notaban contentos, fue que se invertirían 42 mil millones de dólares, es decir, más que la inversión extranjera directa, que ronda los 36 mil millones de dólares. Si este gobierno fuera del pueblo, los empresarios no estarían tan contentos con la nueva gobernante y si afirmaron que invertirían semejante suma, no hay duda de que están seguros de que el nuevo gobierno respetará sus ganancias y les dará todas las seguridades para lograrlas.
Con todos estos elementos probamos que, en México, con la 4T, no gobierna el pueblo. Como esa tarea está pendiente, toca a los Antorchistas y a los revolucionarios de México que pongamos manos a la obra: a educar y a organizar al pueblo, a politizarlo y que cobre conciencia y tome en sus manos las banderas por la construcción de una sociedad más justa y mejor para todos, en la que el centro de los intereses del nuevo gobierno esté el pueblo, los más desprotegidos, los trabajadores, que son quienes crean la riqueza y no disfrutan de ella. Esa es la tarea y los antorchistas debemos seguir empeñados en hacerla y lograr nuestras metas; pero, el pueblo de México tiene que voltear a ver a Antorcha como la alternativa para salir de su atraso.
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