*Sea este un homenaje para esos valientes que ya no están entre nosotros, pero que contribuyeron a la formación de Antorcha y el progreso de Chimalhuacán
Recuerdo cuando llegué a Chimalhuacán, hace tres décadas. Era un municipio con muchas carencias, la pobreza era evidente, impactaba ver las calles de terracería y una zanja en medio de la vialidad, que eran los famosos drenajes a cielo abierto. En temporada de sequía, se levantaban tremendas tolvaneras y, en época de lluvias, el agua inundaba todo, el nivel alcanzaba hasta un metro de altura. El polvo o el lodo, la falta de servicios públicos, afeaba terriblemente al municipio, pero lo más grave era ver a su gente con necesidades de todo tipo, pero deseosa de vivir en un lugar digno; recuerdo que le dije a mi madre. ¡Me mandaron al fin del mundo, Chimalhuacán está muy feo!
Chimalhuacán se dividía territorialmente en la parte alta, donde vivían los nativos que ocupaban la falda del cerro y los avecindados en la zona baja, de la avenida del Peñón hasta llegar a los límites con el Lago de Texcoco. En ese tiempo varias colonias iniciaban su formación: Santa Elena, El Castillo, Los Patos, Punta la Zanja, era las zonas más pobladas; por otro lado, no había electrificación, la gente tenía que comprar postes de madera y cable para acercar la luz a sus viviendas, el agua era suministrada a través de pipas, las tiendas y las tortillerías era contadas; las casas en su mayoría eran de uno o dos cuartos, de techos de lámina de cartón, tabique sobrepuesto o de materiales reciclables.
Nadie en su sano juicio puede negar que los antorchistas, que los ciudadanos progresistas logramos que este municipio dejase de ser un basurero, que avergonzaba a más de uno.
En Chimalhuacán no había empleo, casi todos los vecinos trabajaban en la Ciudad de México o los municipios cercanos; debían salir de sus hogares entre 4 o 5 de la mañana y regresar a las 8 o 9 de la noche, cruzar los municipios aledaños para retornar a su municipio gris, con tolvaneras o charcos, según fuera la temporada.
La gente vivía con miedo, por la represión que ejercía el gobierno que en ese entonces estaba bajo las órdenes de Guadalupe Buendía, alias “La Loba”. Los vecinos temían exigir servicios públicos, hasta que, en 1988, un grupo de padres de familia de la Escuela Primaria Emiliano Zapata, pidió a la dirigencia del Movimiento Antorchista trabajar en Chimalhuacán. Así fue como Antorcha llegó a Chimalhuacán.
Es así como hace 36 años, un grupo de jóvenes, dirigidos por Jesús Tolentino Román Bojórquez y Maricela Serrano Hernández, llegaron al territorio de Chimalhuacán, recuerdo a la maestra Guadalupe Orona, hoy dirigente antorchista en el Estado de Hidalgo; a Carlos Ugalde, Miguel Cacique Pérez, Jorge Mendoza, Rigoberto Reta, Martha Delia, Juana Bautista y muchos otros jóvenes. Iniciamos impartiendo clases en la EPEZ, el contacto con los padres de familia nos permitió conocer sus necesidades y surgió la iniciativa de realizar trabajo en las colonias, después de dar clases, atendíamos las demandas de los ciudadanos.
Así empezamos a realizar gestiones para conseguir los servicios de agua potable, energía eléctrica y drenaje; también surgió la necesidad de crear escuelas e inició la construcción de la escuela secundaria Francisco Villa, en el Barrio Mineros; para construir las primeras aulas los padres de familia llevaron material, tabiques, láminas, invirtieron tiempo para levantar los primeros salones; después, surgió la Escuela Normal Ignacio Manuel Altamirano, en San Miguel Acuitlapilco.
El trabajo se fue desarrollando con la ayuda de muchos vecinos de Chimalhuacán: Doña Aurelia, del Barrio Tejedores, mujer combativa y de principios firmes; Don Nino y su esposa, Doña Antonia, del Barrio Alfareros; muchos compañeros nos vieron como parte de su familia: Doña Agustina nos cuidaba como una madre, también valga el reconocimiento a quienes nos tendieron la mano y compartieron sus alimentos, casa y cobijo como la señora Elodia, del Barrio Mineros y a cientos a miles de ciudadanos que son héroes anónimos, pero que contribuyeron a fortalecer y hacer crecer a Antorcha.
El Movimiento Antorchista se consolidó con la ayuda de miles de ciudadanos humildes que, al igual que los activistas, soñaban con una vida digna: con servicios, educación, cultura, deporte, con tener un lugar seguro para vivir.
Es una relatoría a grandes pincelazos y así llegamos al año 2000: la población dio su confianza al Proyecto de Progreso que encabezó Jesús Tolentino Román Bojórquez, proyecto que abrazaron los chimalhuacanos y la vida de miles de habitantes cambió.
Recuerdo que siendo presidente municipal el biólogo Tolentino, las necesidades de electrificación eran enormes, las colonias que tenían luz eran contadas y la recién formada colonia Luis Donaldo Colosio, con poco más de 300 vecinos, habían reunido sus cuotas para conseguir la electrificación, pero faltaba el visto bueno de las autoridades municipales, sólo faltaba un documento del presidente Municipal para que se iniciara la obra, Tolentino Román dio la autorización. Meses después la colonia logró tener el servicio de energía eléctrica, podríamos decir que fue la primera de las obras que se realizaron en el municipio y fue gracias al trabajo constante de las mujeres amas de casa; después lograron el terraceado de la avenida Diana Laura, posteriormente el agua potable, el drenaje, la pavimentación, la construcción de las escuelas, etc. Así, como la Luis Donaldo cambió, también ha cambiado la vida de miles de familias a lo largo de 36 años de trabajo organizado y de lucha constante.
Las colonias Unión Antorchista, Luis Córdova Reyes y su ampliación, la Luis Mora, la Manuel Cámez, Tlaixco y muchas otras colonias, se desarrollaron; los pueblos y barrios de Chimalhuacán tuvieron agua, luz, drenaje, pavimentos, alumbrado público, escuelas, etc.
En algún momento, Sergio Díaz Espinoza, activista y expresidente municipal, mencionó: “En todo el territorio de Chimalhuacán se han realizado obras”. Y es totalmente cierto, lo que tenemos lo logramos con mucho trabajo, nadie nos regaló nada, lo conseguimos gestionando, luchando, trabajando todos los días.
También se fueron resolviendo otras necesidades, la construcción de centros deportivos, las tres albercas, dos semi-olímpicas y una olímpica; unidades de salud como el Hospital San Agustín, áreas recreativas, el museo “Chimaltonalli”, la Granja didáctica “Chantlalcalli”, el Planetario Digital, el Lago Artificial, dos auditorios, el Acolmixtli Nezahualcóyotl y el “Humberto Vidal”, la biblioteca “Amoxtlatiloyan”, una larga lista de beneficios que los chimalhuacanos de bien nos sentimos orgullosos y presumimos nuestros triunfos, porque son de todos los que acudimos a las gestiones, a las marchas, a las faenas; obras que están al servicio de todos los habitantes del municipio.
Logros de un trabajo organizado, en donde participaron miles de familias antorchistas, y amigos del Proyecto Nuevo Chimalhuacán, que hoy los ciudadanos de todas las corrientes políticas disfrutan; obras y servicios que se planearon para el beneficio de todos los ciudadanos, triunfos que logramos en 36 años de trabajo organizado bajo la dirección del Movimiento Antorchista Nacional y que este 1 de septiembre vamos a festejar.
Es del conocimiento de la población, que las actuales autoridades no comulgan con nuestros ideales, pero nadie en su sano juicio puede negar que los antorchistas, que los ciudadanos progresistas logramos que este municipio dejase de ser un basurero, que avergonzaba a más de uno.
Ahora los chimalhuacanos, nativos o avecindados, tenemos mucho qué presumir y por eso vamos a festejar 36 años de trabajo, de logros, de progreso, celebrar que Antorcha sigue más viva que nunca. ¡Todos estamos invitados al aniversario que llevaremos a cabo el próximo 1 de septiembre en el Estadio de la Escuela Normal Ignacio Manuel Altamirano (ENIMA)!
Ahí nos veremos los chimalhuacanos que estamos orgullosos del trabajo desplegado en 36 años, mismo que convirtió a Chimalhuacán de un municipio atrasado en uno que fue modelo de desarrollo y progreso, mismos con los que está acabando el gobierno municipal actual.
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