Hay gente por allí que todavía se desgasta discutiendo la victoria aplastante de Morena, sintiendo orgullo por ganarle a los otros y creyendo que ahora sí, nos tiene que ir mejor, ya sin opositores.
Una linda señora me compartió esa “felicidad”, pero tan luego terminó de expresarla, cuando del alma le surgieron sus pesares, la angustia de no alcanzar a resolver todas las deudas habidas y por haber. Y entonces, ¿de qué nos sirve la victoria aplastante?
Es que Morena sí ganó. Pero no porque fuera la mejor opción, sino la menos mala. Ganó por dos razones: la primera, porque supieron decirle a la gente lo que necesitaba escuchar, le prometieron transformar el pueblo, y eso es aún absolutamente necesario, por lo que fue un gancho tremendo para arrastrar a la gente a las votaciones.
En segundo lugar, porque ciertamente estaba harta del trato y maltrato que los partidos “opositores” les dieron durante años. La gente se cansó y votó por algo diferente, sin conocerlo bien ni analizarlo, pero era diferente y ya con eso desquitaban el abuso.
Razonar así una vez está bien, por la premura, pero para hacerlo por segunda vez fue necesario trabajar con la gente durante todo el sexenio. Y la 4T lo hizo bien.
Se mantuvo en campaña permanente, a través de sus mañaneras, repitiendo la idea machacona de la entrega de tarjetas, de apoyos monetarios, de dinero en sus manos sin intermediarios.
Morena compró las conciencias de millones de mexicanos, que no tuvieron otra alternativa que dejarse comprar, pues los empleos no son suficientes y los salarios no son remuneradores. ¿Pero quién es el responsable de crear empleos y salarios remuneradores? Claro, el Gobierno.
Entonces, por un lado, generó las condiciones de precariedad, de pobreza y pobreza extrema (no hacer lo que deben hacer también puede ser un propósito). Y por el otro lado, cuando el país está viviendo una terrible crisis (ocasionada por el mismo Gobierno), llega con sus tarjetitas, solución de todo, como un curita para las heridas.
Ahora que ganaron y tienen en sus manos el poder de la nación concentrado, ¿qué harán con él? ¿Podemos esperar cosa distinta a lo que ya vivimos en estos seis años? Ni la duda cabe.
Este periodo de Gobierno será una copia fiel del de AMLO, pero con más precisión y más control. Y eso no estaría mal, si con López Obrador nos hubiera ido bien, pero las estadísticas no mienten y además podemos cotejarlas con la realidad.
Este sexenio que está terminando ha sido el más violento de la historia reciente con 180 mil asesinatos y contando, el crecimiento económico fue de 1.1 % la tasa más baja en los últimos cinco sexenios, la inflación se mantiene en 4.78 %, tiene 77 quincenas fuera de rango. (El Economista, 29 de mayo de 2024).
Y en pandemia, se murieron, oficialmente, 844 mil 417 personas por covid, aunque en términos no oficiales, se dice que murieron casi un millón de personas, por la mala aplicación de las medidas, es decir, por ineficacia gubernamental. (El País, 1 de mayo de 2024).
Entre 2018 y 2020 se observó un aumento de la población con carencia por acceso a los servicios de salud al pasar del 16.2 % a 28.2 %, lo que representó un aumento de 20.2 a 35.7 millones de personas. (www.coneval.org.mx).
¡Y eso que nos prometieron un sistema de salud como el de Dinamarca!
Sobre esta realidad, los defensores de la 4T argumentarán que se hizo lo que se pudo, que estábamos peor, pero aquí no se trata de los partidos políticos, sino del pueblo pobre trabajador.
México no debería padecer como padece, pues de los 194 países que existen en el mundo, está ubicado entre las quince economías más grandes del mundo, por su posición geográfica favorable: tiene mares, ríos, bosques, donde hay diversidad de especies, hay aun petróleo, minerales, etcétera (www.bancomundial.org). Y tiene además algo muy valioso: su gente trabajadora.
El problema de este sistema no ha sido producir. El capitalismo es un modelo económico muy eficiente a la hora de producir, en lo que no es nada bueno es en la repartición de las riquezas generadas por la producción. Y diariamente en nuestras vidas comunes hay ejemplos de eso.
Leí en el periódico El Noticiero de hoy, “México avanza al noveno lugar en exportaciones globales: Comce”. En 2023 el valor de las exportaciones totales alcanzó los 593 mil 12 millones de dólares, un crecimiento de 2.6 % frente al 2022, y las expectativas para este año apuntan a que se alcanzará los 610 mil millones de dólares, cifra récord en la historia del indicador.
¡Dinero, mucho dinero genera este puerto marítimo en Manzanillo!, pero, ¿eso se reparte equitativamente entre los que lo generan?
Desde hace un mes aproximadamente, a los manzanillenses se nos impuso un nuevo costo por usar el transporte “público”, de pagar nueve pesos, ahora se pagan trece pesos, es decir, cuatro pesos más, con el argumento de que las unidades están en pésimas condiciones y es necesario arreglarlas y no hay dinero para eso.
Así que no se les ocurrió otra que sacárselo a la gente. Pero, ¿pensaron cómo es que a la gente le iba afectando en sus bolsillos? ¿Les subieron el sueldo para que se pudiera compensar? ¿Y los impuestos que pagamos, que no son pocos y que son de los más caros en el estado, para qué sirven?
¿Y las autoridades que legislan, gestionan y defienden al pueblo de los abusos, dónde están y qué hicieron? ¿Lo ven? Dinero sí se produce, pero no se reparte, porque con esa cantidad de dinero tan grande que se generó en el puerto, seguramente alcanzaría no solo para reparar unidades de trasporte sino para comprar todas nuevas y además ofrecer un servicio gratuito, ¿que no merecen eso los manzanillenses que logran día con día poner en alto el nombre de nuestro puerto?
Y en este complejo contexto de lucha de clases, de capitalismo voraz, de opresión y abuso hacia la clase trabajadora de mexicanos, ¿qué papel ha jugado Morena? Tampoco hay duda. La realidad nos dice de qué lado están.
La historia nos enseña que esperar a que un Gobierno, cual sea, cambie la realidad de millones de ciudadanos, es como esperar a que vengan ángeles del cielo a traernos comida.
Por el contrario, la historia ha demostrado que sólo el pueblo puede salvar al pueblo. Por eso, no nos desgastemos en defender lo indefendible, tenemos que organizarnos como clase, como un solo frente de lucha por mejores condiciones de vida, todos los mexicanos lo merecemos.
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