Estamos terminando las elecciones y llama mucho la atención que, a pesar del ambiente de inseguridad previo a las mismas, el presidente de México, con el cinismo que le caracteriza, todavía trata de ocultar el sol con un solo dedo, como se dice, negando la realidad en que vivimos, como si al negarla lograra desvanecer aquello que nos afecta a todos los mexicanos.
Esta forma de pensar, de razonar de un presidente, tiene mucha importancia, porque eso quiere decir que estamos ante un problema. El presidente de la república tiene que ser ejemplo en todo momento, tiene que decir la verdad, aunque a veces le sea desfavorable, como es el caso al que nos estamos refiriendo. Pero no, no lo acepta y el peor de los casos es que quiere que todos le crean a pie juntillas sin que se razone y analice lo que está pasando, aun cuando el país se esté hundiendo.
No explicaré las causas sino que sólo mencionaré algo de lo que está sucediendo en cuanto a la violencia en el país y en las elecciones porque considero un absurdo seguirle la corriente al que se dice “defender al país” y en realidad lo está desangrando. Para ello, es importante dar los siguientes datos.
En el periodo de gobierno de Carlos Salinas hubo 67 mil 525 homicidios; en el de Ernesto Zedillo, 79 mil 759; en el de Vicente Fox, 60 mil 63; en el de Felipe Calderón, 122 mil 319; en el de Enrique Peña Nieto, 150 mil 451, y en el de Andrés Manuel López Obrador, 167 mil 33 homicidios.
Estos datos son extraídos de Statista GmbH, portal de estadística en línea alemán. Aunque aclaro que otros medios dan del sexenio actual la cifra de 171 mil 85 homicidios.
Estos son los datos y, como se ve, vamos de mal en peor. Es sabido que los hombres se miden por sus acciones, no por su color o estatura ni por lo que estos digan: son los hechos los que hablarán por ellos.
Ahí están los datos, fríos, reales, y es con estos números con los que se tiene que medir a López Obrador; su política contra la inseguridad ha fracasado.
No sólo no ha podido parar la violencia y la inseguridad, sino que con él se han incrementado, han impactado negativamente en la sociedad, han traído desgracias a las familias y el desangramiento del pueblo no para porque no se ha querido combatir el problema de fondo.
Ahora hay más muertos que en otros sexenios (peor que si hubiera guerra) y eso es culpa de la actual administración.
Y en este contexto de la inseguridad por todo el país, resaltan ahorita los asesinatos y amenazas que se han cometido en la actual elección, como se confirma con la siguiente nota:
“Un total de 34 aspirantes a las elecciones del domingo en México han sido asesinados, según la consultoría Integralia, que indicó este miércoles que las agresiones políticas han subido en un 150.5 % en el país, hasta un total de 749 víctimas, en comparación con las elecciones intermedias de 2021 (…)
La firma especializada en política documentó desde el proceso oficial electoral, el 4 de septiembre, un promedio diario de 2.8 víctimas de agresiones, que incluyen asesinatos, atentados con armas de fuego, amenazas, secuestros, desapariciones y otras formas de violencia de alto impacto” (Swiss Info, 29 de mayo de 2024).
Como se puede ver, los 34 asesinatos de candidatos, las intimidaciones y secuestros indican que las elecciones se han manchado de sangre por la violencia. Nunca se habían visto unas elecciones tan violentas, situación que no puede estar desligada de la situación general del país, y, aun así, con estos datos duros, el presidente niega la realidad de lo que está pasando y asegura que el pueblo está contento.
Puede ser que millones de personas pobres estén contentas (porque les da dinero, pero ya se ha dicho que no es ningún mérito dar dinero que no es de él; el mérito estaría en acabar con los principales problemas que tiene el país), pero eso no borra los males que está generando la 4T, aunque insista López Obrador en lo contrario.
El actuar del presidente indica que no sabe nada de dialéctica porque trata de ocultar la realidad, es decir, se olvida de que en este mundo todo está concatenado, en movimiento y cambio, y que, por lo tanto, aunque él cierre los ojos o niegue lo que está pasando, la realidad ahí está y no deja de hacer estragos en los mexicanos, en este caso generando muertos y más muertos.
Los mexicanos no necesitan un Gobierno que le eche humo en los ojos para ocultar los problemas, para encubrir que se ha traicionado la confianza de la gente.
Las tragedias del covid y la inseguridad ya se conocen; se están viendo, y si hay gente que se siente feliz porque recibe ayudas monetarias y le cree al presidente, el tiempo se encargará de poner de relieve que lo que se está haciendo con el pueblo es darle gato por liebre, que fingen luchar por él, ayudarlo, cuando en realidad lo están atando de manos para que no proteste, porque ahora estamos peor que antes.
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