Las ofertas que se realizan en los supermercados no son para ofrecer productos de calidad a las personas, sino para determinar quién vende más y qué empresa se llevará la mayor ganancia. Es una competencia desleal con el consumidor, que tiene como única finalidad hacerles creer a las personas que lo que compran es de menor precio, que han realizado una compra exitosa, aun cuando esto no sea así.
Esta jugarreta se realiza a costa de los trabajadores, que la mayor parte de su vida se la pasan inmersos en el trabajo, tratando de ganar lo suficiente para cubrir los gastos de sus hogares. Esta situación los ha llevado a que las compras lleguen a convertirse en el único medio o método de distracción que puedan tener, aun cuando los precios son elevados y no alcanzan para cubrir lo necesario.
Es necesario exigir que se mejoren los salarios, que se disminuya la inflación para que las familias puedan adquirir lo necesario e indispensable para vivir bien, que existan mejores oportunidades de empleo con crecimiento económico.
Este año, la inflación de los precios en los productos provocó que cientos de familias redujeran sus gastos semanales, quincenales y mensuales.
Este aumento se registró principalmente en las frutas y verduras, con un 19.73 % de incremento anual, motivo por el cual tuvieron que sacrificar el pago de productos en frutas y verduras; es decir, eliminaron o disminuyeron de su dieta una parte importante del valor nutricional que de ellas se obtiene.
El problema parece no afectar al Gobierno Federal, que continúa haciendo propaganda de un Gobierno que se preocupa por su población, pero sin que existan mejoras en la vida de las familias.
Tal preocupación sólo se reduce a medio apoyar con la entrega de dinero a un sector de la población (adultos mayores, estudiantes de bachillerato, primaria y campesinos que tengan tierras), dejando fuera de los programas de beneficencia a quienes realmente contribuyen con los impuestos: al pueblo que trabaja todos los días y que muchas veces carece de lo indispensable, como por ejemplo en el tema de salud.
Este recurso que otorga el Gobierno no alcanza para mucho, pues ahora hay que solventar la inflación en los productos y, en algunos casos, pagar gastos de medicamentos, pues hoy la buena nueva es no encontrarlos en los centros de salud y mucho menos en los hospitales.
Pero los problemas graves no terminan aquí: hoy la población tiene que conformarse con la reducción del presupuesto para obras y servicios, pues no gozarán de áreas verdes remodeladas para su esparcimiento, ni tampoco de calles nuevas pavimentadas, y eso también afecta a toda la población.
La realidad cada día se torna más preocupante. Por tal razón, es necesario desde este punto de vista la organización de la clase trabajadora que ayude a exigir el bienestar no sólo de unos cuantos, sino el bienestar de todos los mexicanos que lo necesiten.
Que se atiendan los temas más preocupantes como el aumento de la pobreza, la inseguridad, el desempleo, la educación, los apoyos al campo, entre otros temas que afectan de forma cotidiana, temas que son tratables y que se pueden mejorar con una buena participación del Gobierno.
Es necesario exigir que se mejoren los salarios, que se disminuya la inflación para que las familias puedan adquirir lo necesario e indispensable para vivir bien, que existan mejores oportunidades de empleo con crecimiento económico.
Que el Gobierno se preocupe por combatir los verdaderos males que afectan a la sociedad mexicana; solamente así estaremos construyendo el verdadero bienestar para las familias. Lo demás son sólo palabrerías que terminarán en eso, sólo palabras sin contenido real, es decir, sin progreso.
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