En los últimos meses, los productos para el consumo diario han registrado un acelerado incremento, por ejemplo, el azúcar lo podemos encontrar hasta en 50 pesos el kilo en tiendas comerciales, la tapa de huevo que oscila entre los 80, 75 y hasta 120 pesos dependiendo la calidad del producto.
Y aunque los apoyos monetarios para un sector determinado se reciben de forma bimensual, poco han ayudado a aminorar el golpe que nuevamente se da a la alimentación de los mexicanos.
El problema no termina aquí; el alto costo también se presenta en productos útiles del consumo diario como el tomate, cebolla, chile y en general la verdura; también se registra en productos de limpieza como jabón para la ropa, suavizante o cloro.
En lo que corresponde a las carnes, el pollo registró un aumento considerable, siendo uno de los productos que se ofertaba más barato. La tortilla y la Maseca son productos que también aumentaron su precio.
Además, se registra un aumento en la inseguridad que ha afectado al traslado de las mercancías, y una serie de acontecimientos mundiales que han afectado el bolsillo de miles de mexicanos que se debaten en la incógnita de consumirlos o cambiarlos por productos de menos calidad y valor nutricional.
El difícil acceso a los alimentos ha precipitado a familias enteras a sumarse a las filas de la pobreza, además de que con ello han reducido el consumo de productos básicos para la alimentación como las proteínas originalmente encontradas en productos de origen animal, se vuelve cada vez más difícil el consumo de estos productos para el mexicano, lo que puede dañar el desarrollo en los niños y jóvenes.
El complot que existe entre el Gobierno federal ha favorecido por mucho y en mucho a las grandes empresas que, en su único objetivo de reducir los costos y elevar sus ganancias, han provocado que se ofrezca a los trabajadores salarios de hambre y obligándolos a que se sujeten a sus reglas de operación.
El abandono, el hambre y la pobreza, lacera la vida de quienes menos tienen, pues mientras unos cuantos tienen mucho dinero y pueden gozar de grandes fortunas acumuladas gastándolas en lo que se les ocurra; otras miles están condenadas a la miseria y el abandono.
El actual sistema económico que predomina en nuestro país nos obliga a permanecer pasivos ante las injusticias que se cometen en contra de quienes crean la riqueza.
En los últimos años se ha registrado un aumento considerable de personas en la pobreza, que no pueden cubrir sus gastos. Con esto también, se ha elevado el número de personas enfermas por diabetes y otras enfermedades a consecuencia de una mala alimentación.
El afán de ganancia de las grandes empresas ha conducido a los mexicanos por un camino de sobras, llena de enfermedades y a un Gobierno insensible que no se preocupa por la salud de sus gobernados.
En México existen pocas opciones para aspirar a una vida mejor, porque el gobierno de Andrés Manuel López Obrador poco influye para que las empresas mejoren los salarios, y se comprometan a dignificar sus trabajos.
El poco aumento que se registró en el año 2024, se debe a la presión que ejerció el gobierno estadounidense debido al T-MEC por su oferta desleal en los bajos salarios y la mano de obra más barata, es decir, no se debe a las políticas gubernamentales propias que busquen el bienestar común de los mexicanos.
En fin… la carestía de los productos seguirá ocurriendo mientras no exista una fuerza de oposición capaz de exigir que la situación económica del país cambie, mientras la desorganización de los pueblos continúe y no exista un plan de acción para cambiar la difícil situación.
Es momento pues, de organizarnos y luchar por un México mejor.
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