Están próximas las tradicionales fiestas decembrinas y fin de año en muchos países. La población se prepara para los festejos y celebraciones y hace sus cálculos de gastos e ingresos y llega a la conclusión de que son más los gastos que las entradas de dinero; todo con el fin de calcular lo que podrían llevar a sus respectivas mesas y el panorama no es tan agradable: la inflación ha disminuido sustancialmente el poder adquisitivo de su ingreso mínimo, el cual ha sido raquítico en comparación con el alza de precios.
El número de personas que padecen hambre en el mundo aumentó hasta alcanzar los 828 millones de personas en 2021, lo que supone un aumento de 46 millones desde 2020 y de 150 millones desde el brote de la pandemia de covid-19, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el que se aportan nuevas pruebas que muestran que hay cada día más hambre y no se vislumbra ninguna estrategia de cómo resolver este problema alimentario.
México no escapa a esta problemática, pues los salarios no aumentan lo suficiente para paliar los costos de los alimentos.
Según un informe divulgado por el Banco Mundial, “el aumento de los precios de los alimentos internos se mantiene alto: una inflación superior a 5 % se registra en 61.9 % de los países de ingreso bajo (alza de 9.5 puntos porcentuales desde la última actualización hace tres semanas). 80 % de ingreso mediano bajo (disminución de 8.6 puntos porcentuales) y 50 % de ingreso mediano alto (baja de 12 puntos porcentuales).
Muchos países llegan a una inflación de dos dígitos. Aunado a esto, el 60 % de los países de ingreso alto (disminución de 7.3 puntos porcentuales) padece tasas elevadas de inflación de los precios de alimentos. Los países más afectados están en África, América del Norte, América Latina, Asia Meridional, Europa y Asia central. La inflación de los precios de los alimentos superó la general en 76 %, de un grupo de 166 países.
En este informe se toman los siguientes pasajes: desde el 9 de noviembre pasado, los índices de los precios agrícolas y de exportación subieron 2 y 6 %, respectivamente, mientras el de los costos de los cereales bajó 3 %. El aumento del índice de precios de exportación fue impulsado por la subida del precio del cacao, café y algodón. Entre los cereales, los precios de maíz y arroz bajaron 5 y 2 %, en cada caso, mientras los del trigo aumentaron 2 %.
México no escapa a la crisis alimentaria mundial, pues los salarios no aumentan lo suficiente para paliar los costos de los alimentos.
Los anteriores datos ponen de relieve que las condiciones de seguridad alimentaria global se estabilizan lentamente, pero las disparidades entre los grupos de ingresos van en aumento. Las cifras preliminares indican que la inseguridad alimentaria mundial pudo haber alcanzado un nivel máximo de 11.9 % entre 2020 y 2022, y las perspectivas a largo plazo siguen inciertas.
La brecha de género en relación con la inseguridad alimentaria siguió aumentando en 2021: el 31.9 % de las mujeres del mundo padecía inseguridad alimentaria moderada o grave, en comparación con el 2.7 % de los hombres; una brecha de más de 4 puntos, en comparación con los 3 puntos porcentuales registrados en 2020.
En 2020, casi 3100 millones de personas no pudieron permitirse mantener una dieta saludable, es decir, 112 millones más que en 2019, lo cual refleja los efectos de la inflación de los precios de los alimentos al consumidor derivada de las repercusiones económicas de la pandemia de covid-19.
Se calcula que 45 millones de niños menores de cinco años padecían emaciación, la forma más mortífera de malnutrición, que aumenta hasta doce veces el riesgo de mortalidad infantil. Además, 149 millones de niños menores de cinco años sufrían retraso en el crecimiento y el desarrollo debido a la falta crónica de nutrientes esenciales en su dieta.
El panorama es, pues, desolador. Según estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en la próxima década México se convertirá en el principal importador de maíz por encima de China. La inminencia de este deterioro en la capacidad del país para alimentar a su población obliga a tomar medidas urgentes. La 4T debe poner manos a la obra y no quedarse dormida.
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