¿Cuánto ganas por semana? ¿Con cuánto dinero surtes tu despensa semanal? ¿Cuánto inviertes en pago de servicios? Estas y otras preguntas más eran parte de la entrevista que aplicaron los encuestadores llamados Servidores de la Nación para poder participar en los programas de vivienda del sistema Bienestar, por lo que mi vecina, muy triste, me comentó: “definitivamente estoy fuera de esos programas (…) Una persona como yo, sin trabajo, no puede beneficiarse de cemento o lámina, ya que piden un 50 % del costo total. ¿Qué hago? ¿Con quién me quejo de mi suerte?”.
Nosotros los pobres somos cada vez más pobres, y esta historia se repite a lo largo y ancho del país. Imaginamos que los programas sociales son para los más pobres y resulta que no tenemos acceso a ellos, por no poder acreditar un trabajo fijo o una propiedad.
Uno de los problemas que no se han resuelto en este sexenio —y seguirá siendo el talón de Aquiles para todos los futuros gobernantes del país, además de un reto para las corcholatas de la política— es precisamente la falta de empleo.
Pero esto, muy puntualmente lo planteó, desde hace cinco años, el Movimiento Antorchista, como uno de los cuatro ejes para que este país salga de la crisis económica y se tome el rumbo del desarrollo sostenido con la generación de empleos bien remunerados. Si no se generan los empleos que la población requiere, no habrá programa social, por muy generoso que este sea, que pueda sacar a las familias mexicanas de la miseria en que viven. Sin embargo, la pobreza y la pobreza extrema siguen aumentando entre los mexicanos; no hay aumento al salario mínimo que realmente alcance para que una familia pueda subsistir.
La inflación en México se comió el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (Pacic), el plan anunciado por el presidente de la república, para combatir el alza de precios en 2023, de acuerdo con reportes de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec).
Por lo anterior, el mandatario nuevamente confirmó el 27 de diciembre que el Pacic se extendería hasta 2024 y que controlaría el precio de veinte productos de la canasta básica. ¿Por cuánto tiempo más podrá el Gobierno sostener este programa? No lo sabemos; es más, hay serias dudas de que el siguiente Gobierno implemente programas que ayuden a controlar la carestía. Pero veamos cómo es que la misma Anpec analiza el problema:
La canasta básica analizada por la Anpec está compuesta por 44 productos. Los que más aumentaron de precio fueron:
La cebolla con 22.94 %. El precio pasó de 25.40 a 31.33 pesos. Aunque en estados como Tabasco, el kilo se compra en 45 pesos o sea más del 50 %.
El café soluble con 8.10 %. Su costo subió de 108.50 a 117.29 pesos.
Las lentejas con 7.73 %. El precio aumentó de 34.36 a 37.02 pesos.
El azúcar con 6.33 %. Los consumidores pasaron de pagar 36.97 a 39.31 pesos.
Sal de mesa con 6.27 %. La actualización fue de 18.14 a 19.28 pesos.
Sin embargo, sin tomar en cuenta los porcentajes de aumento a los alimentos, los números son fríos porque demuestran la falta de valor adquisitivo del peso. Los precios de los productos se convierten en una película de terror para los que tienen un salario mínimo y sobre todo para los que carecen de un empleo: un kilo de frijol: 35 pesos, un litro de leche 34 pesos, un kilo de arroz 35 pesos, el kilo de tortilla 22 pesos, el kilo de tomate en 40 pesos, el kilo de papa en 32 pesos, un kilo de carne 178 pesos.
En fin, no los quiero espantar pero esa es nuestra triste realidad; estos son los verdaderos datos con los que se cuenta para evaluar si el aumento al salario mínimo realmente está resolviendo la carestía. Tal parece que cada que aumenta el salario, en automático aumentan los precios de la canasta básica pero, como diría Cantinflas, “por Dios, no se vale, chatos” (así somos los mexicanos, preferimos reírnos de nuestras desgracias a terminar en suicidios).
“Toda esta data nos confirma que la inflación no es una enfermedad pasajera de nuestra economía, y que la inflación alimentaria ha sido una constante que viene afectando el poder adquisitivo de las familias mexicanas, lo que les ha obligado a que dejen de consumir proteínas y lleven una alimentación diaria de mala calidad”, alertó la Anpec.
Tal parece que cada que aumenta el salario, en automático aumentan los precios de la canasta básica pero, como diría Cantinflas, “por Dios, no se vale, chatos”.
Ahora veamos en qué estados se encareció la canasta básica. Las entidades donde la Canasta Básica Alimentaria subió más de precio en los últimos meses son Guanajuato (15.09 %); Yucatán (14.78 %); Nayarit (14.29 %); Chihuahua (7.71 %), y Colima (7.25 %).
En el último mes, los alimentos y las bebidas no alcohólicas tuvieron una variación anual de 5.29 %, mayor a la del mes anterior de 4.89 %, y superior a la inflación general.
“Esta condición de impotencia derivada de la incertidumbre adquisitiva hace que, como lo hemos señalado reiteradamente, a más de 60 % de los consumidores mexicanos no les alcance para comprar la canasta básica que demanda su hogar, siendo la población más afectada de esta situación la que destina la mayor parte de sus ingresos para la compra de alimentos”, acotó la agrupación.
La situación de las familias mexicanas es gravísima: falta de empleos bien remunerados, aumento constante de los precios de la canasta básica, falta de acceso a los programas oficiales del Bienestar, pobreza alimentaria, por mencionar algunos.
En fin, resulta duro el panorama y no sabemos cómo viene el siguiente sexenio. Nuestro país está enfermo, y se requiere una cirugía mayor para que vuelva a sanar, es decir, cambios estructurales profundos que le permitan reimpulsarse para alcanzar un sano desarrollo.
Hoy más que nunca los mexicanos necesitan organizarse, para intentar resolver los problemas que afectan a todo el colectivo. Necesitamos mexicanos educados, conscientes de la tarea histórica del proletariado.
Mientras sigamos gobernados por la gran burguesía, la pobreza de las grandes masas se profundizará. Nuevamente, hago un llamado a los mexicanos a que se organicen, pues juntos podemos lograr un verdadero cambio en este país.
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