Desde que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador asumió el poder ha sostenido una lucha frontal en contra de las organizaciones sociales, incluidas aquellas que se sumaron al partido Morena y que contribuyeron para aportar los más de 30 millones de votos obtenidos en las urnas en 2018, que tras la persecución oficial finalmente desaparecieron o bien sus líderes pasaron a formar parte de la burocracia de la 4T.
Al inicio de su mandato hace casi cinco años, aseguró que antes las organizaciones eran buenas pero se descompusieron, o sea que si se trata de las cercanas a su partido y estuvieron a su servicio fueron buenas, pero el resto son corruptas, argumento para justificar la campaña de exterminio contra asociaciones que preveía serían un contrapeso a sus decisiones.
Hoy podemos afirmar que el Movimiento Antorchista Nacional, es el único grupo que permanece defendiendo los intereses de las amas de casa, campesinos, estudiantes y obreros que ven lo útil que es permanecer unidos estudiando la realidad, más allá del discurso basado en primero los pobres a quienes se les reparte un poco de dinero para comprar su silencio ante las evidentes violaciones a la ley que son una práctica común de la 4T.
La represión contra los movimientos sociales en México no es algo nuevo y los antorchistas podemos enlistar a gobernantes de todos los partidos políticos como Francisco Garrido Patrón en Querétaro (PAN), Lázaro Cárdenas Batel en Michoacán (PRD), Miguel Barbosa Huerta en Puebla (Morena), Omar Fayad en Hidalgo (PRI) y Cuitláhuac García en Veracruz (Morena), entre otros, que han respondido con descalificaciones personales, a través de los medios de comunicación, hasta con la fuerza policiaca y cárcel para desaparecer a los molestos solicitantes de vivienda, de servicios públicos y de apoyos asistencialistas, porque ellos provienen de la clase social acomodada y ven en los peticionarios a enemigos que perturban a sus administraciones e incomodan a los ricos de sus estados.
Sin embargo, nunca se había visto que fuera el propio mandatario quien señalara, persiguiera y hasta dictara la sentencia a quien considera enemigos como la ha hecho López Obrador que en más de 100 plazas públicas del país, con los micrófonos oficiales gritó a los cuatro vientos que se acabaron los moches, que nada de intermediarios, pues en su gobierno se actuaría diferente y todos los apoyos se entregarían de manera directa.
Hoy podemos afirmar que el Movimiento Antorchista Nacional, es el único grupo que permanece defendiendo los intereses de las amas de casa, campesinos, estudiantes y obreros que ven lo útil que es permanecer unidos estudiando la realidad, más allá del discurso basado en primero los pobres a quienes se les reparte un poco de dinero para comprar su silencio ante las evidentes violaciones a la ley que son una práctica común de la 4T.
La saña se centró en Antorcha por ver que era la única organización independiente y que sería muy difícil destruir, por eso empezó la fiscalización a la estructura financiera con el claro propósito de encontrar anomalías para su clausura, es decir, para destruir las fuentes de ingresos que con trabajo honrado y recursos limpios logramos edificar en todo el país, así se revisaron con lupa los modestos negocios de venta de combustible, restaurantes y medianas tiendas que ofrecen productos como cualquier otro comercio de los miles que existen en México.
Además, desde un inicio se cerró en definitiva la solución a las demandas sociales que se enarbolaban, por ello tanto en la federación, en estados y municipios las autoridades alegaban el cambio de políticas y que ya no había recursos presupuestales; a los solicitantes se les espetaba que ya no se atendería a organizaciones, por lo que al entregar el pliego de peticiones no disimulan las burlas a los ciudadanos y sus dirigentes para provocar el desencanto por la lucha.
La política de AMLO sigue provocando encono social en un ambiente de violencia e inseguridad, que según datos de analistas ya se superan los 162 mil mexicanos asesinados, y de lo que autoridades sólo saben decir que hay líneas de investigación, que no habrá impunidad y sin embargo la violencia sigue creciendo en todo el territorio nacional.
Sabemos que con la 4T la vida de los luchadores sociales corren mayores peligros que con los gobiernos de antes porque el presidente considera un crimen abanderar las causas populares y los “abrazos no balazos” que pregona para la delincuencia no aplican para quien levante la voz y exija justicia social.
A casi cinco años de cerrazón y cero demandas resueltas, nosotros seguimos unidos realizando la misma actividad política en la totalidad del país, sabedores que la organización y politización del pueblo, tan temidas por López Obrador, servirán para que se descubra dónde está el engaño y manipulación por la 4T. Seguiremos exigiendo que el presidente cambie su postura porque no abona a recobrar la paz para que los mexicanos podamos salir a estudiar o trabajar seguros de volver a casa con la familia.
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