Los ojos del imperialismo, más concretamente, Estados Unidos, han permanecido fijos en Venezuela, ¿será porque Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo a nivel mundial?, ¿será porque EE.UU. busca conservar el dominio absoluto del mundo entero? Para entender este fenómeno, permítanme referirme al libro titulado “La crisis terminal del capitalismo”, del ingeniero Aquiles Córdova Morán, líder del antorchismo nacional: “Estados Unidos ha asegurado que no hay otra alternativa más que el dominio hegemónico del planeta… Lo que el imperialismo estadounidense propone hacer con el mundo entero es dominarlo absolutamente, y todo aquel que represente un obstáculo… lo va a barrer, mediante una guerra atómica si fuera necesario”.
Se ha venido preparando el terreno para apoderarse de Venezuela, a través del ataque, incluso armado, para que la población mundial ya inconforme, no proteste contra tal acción de agresión hacia Venezuela, para que incluso aplauda, la intervención de los EE.UU.
En este pequeño párrafo se sintetizan las intenciones de Estados Unidos para todos los países del mundo, y naciones como Venezuela por sus recientes elecciones para elegir presidente del país, y por su riqueza en recursos naturales, ¿se entiende ahora por qué Venezuela representa un tema de interés para el imperialismo yanqui?
En las recientes elecciones de este país, con el 96.8% de las actas escrutadas, Maduro alcanza el 51.9% de los votos, frente al 43.1% del opositor Edmundo González, lo que habla de una clara diferencia que coloca a Maduro, como el ganador, electo democráticamente, sin lugar a dudas. Sin embargo, Estados Unidos y sus países aliados, han orquestado una serie de ataques contra Maduro para presentarlo como un dictador.
La campaña mediática rabiosa, intensa y permanente de desinformación y engaño sobre la realidad en Venezuela, comenzó hace décadas, desde que el Comandante Hugo Chávez ascendió al poder. Los medios mundiales han sido un instrumento muy eficiente para distorsionar la realidad y se han comportado de forma unánime en esta guerra de distorsiones y falsedades, con ello han logrado convencer a muchos de que en Venezuela existe una monstruosa dictadura que ha suprimido todas las libertades y que viola todos los derechos humanos, además de que ha provocado una terrible crisis económica que está matando de hambre al pueblo.
Se ha venido preparando el terreno para apoderarse de Venezuela, a través del ataque, incluso armado, para que la población mundial ya inconforme, no proteste contra tal acción de agresión hacia Venezuela, para que incluso aplauda, la intervención de los EE.UU., con el pretexto de la liberación de los venezolanos.
El mismo cuento, la misma falacia, que ha dejado ya en otros países sólo exterminio y muerte. Desde su llegada al poder, Nicolás Maduro ha sido insultado y calumniado, incriminándolo de dictador, de ser el causante de la pobreza en su país, de represor, de ser responsable de que Venezuela sea un estado fallido. Situación que contrasta con la gran aceptación que Maduro tiene ante el electorado venezolano. Maduro ha resistido, incluso intentos de asesinatos, como el del 4 de agosto de 2018, cuando pronunciaba un emotivo discurso en una céntrica avenida de Caracas y sufrió un atentado con drones que portaban un poderoso explosivo, para ser detonado sobre la tribuna desde donde se encontraba el mandatario con motivo del 81 Aniversario de la Guardia Bolivariana.
La campaña contra Maduro ha sido continúa por parte del imperialismo yanqui, y se intensificó de cara a las elecciones del pasado domingo 28 de julio, para generar repudio de la política exterior hacia su gobierno, recurriendo a múltiples tácticas, como repetir una y mil veces que existía “el deseo de cambio y transformación del 80 por ciento de los venezolanos”. Y como parte del desprestigio que EE. UU. busca contra Maduro, impuso a este país, medidas económicas represivas: vetos a la comercialización del petróleo, a los viajes de funcionarios al exterior y la congelación de activos financieros. EE. UU. ha privado al pueblo venezolano, de medicamentos para salvar vidas, de equipos médicos, de alimentos y otros bienes esenciales que se deben importar.
Estados Unidos seguirá, rabioso, atacando a Venezuela y a su presidente electo, porque quiere apoderarse de su petróleo y gas para nutrir su maquinaria de guerra e industria. No acepta el ya no poder disponer de esta gran fuente energética, de la que gozó durante varias décadas, antes de la llegada de Hugo Chávez al poder, quién le impuso un pago justo por ello, eso explican los ataques sistemáticos hacia su presidente electo.
El pueblo venezolano deberá resistir los embates del imperialismo, debe ser fuerte, apoyar y defender a su presidente electo democráticamente, Nicolás Maduro. El pueblo venezolano debe estar consciente de que puede ser un ejemplo para el resto del mundo asediado por el imperialismo. Toda mi solidaridad al pueblo venezolano y a su presidente.
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