Ayer vi un muerto (pero hubo dos más, muertos de la misma manera). Estaba tirado en el asfalto, con el cuerpo prácticamente destruido, bañado en sangre, aplastado junto con su motocicleta, uniformado. Seguro era un tramitador.
Cualquiera dirá que fue una imprudencia suya, por intentar ganarle el paso a un vehículo tan grande como un tráiler; otros dirán que iba a exceso de velocidad; otros dirán que fue un error haber circulado por esa vía y en ese horario.
Y yo pregunto: ¿Es el primero que muere así? ¿Será el último que tenga ese fatal destino? ¿Cuál es el fondo del problema, de esta y otras muchas muertes, incluso que aún no suceden, aquí en nuestra ciudad?
Pero el capitalismo está agonizando. Dio lo que tenía que dar; fue un modelo que sirvió para progresar, pero hoy en día está ocasionando más males que bienes a la sociedad. Por eso urge cambiar el modo de producir.
El sistema económico que nos domina se llama capitalismo, y domina al planeta entero desde el siglo XVII aproximadamente. Característico de este modelo es la economía basada en la ganancia privada de las empresas, el sistema basado en la explotación del trabajo asalariado y en la acumulación de riqueza a base de una parte de ese trabajo no pagado al obrero (lo que Carlos Marx llamó plusvalía).
Para entender este modelo, es preciso aceptar la existencia de dos clases sociales en el sistema de producción: por un lado, el patrón, que tiene en su poder las materias primas y las máquinas necesarias para producir todo; y por el otro, el trabajador, que solo tiene su fuerza de trabajo y nada más.
En Manzanillo, es muy evidente esta lucha de clases. Por un lado, está la clase patronal (que incluye a los dueños de las agencias aduanales, de la aduana, del puerto, de las mercancías) que hasta nos presumen sus rentas excedentes, como la de hace unas semanas de mil millones de pesos, y ahora la compra de dos grúas STS, las más grandes de Latinoamérica y otros dicen que del mundo.
Por otro lado está la clase trabajadora, los obreros, que no tienen nada más que sus fuerzas y ganas de superarse, y son los que padecen todas las severas consecuencias del “progreso” del capitalismo: salarios que no son suficientes, falta de vivienda, falta de servicios públicos de calidad, como la salud, la educación, la seguridad, etcétera.
Los jornaleros del puerto de Manzanillo, junto con todos los demás puestos, hacen posible que sea el número uno en el país y goce de una buena posición en Latinoamérica, y lo hacen dejando la vida hasta en un asfalto. Sin embargo, no son los que gozan de las rentas excedentes ni de mejores servicios en su ciudad. Si así fuera, ese joven tramitador no estaría muerto, o no de esa manera tan cruel.
Ambas clases, los patronos o dueños de las máquinas, o capitalistas, y los obreros, jornaleros o trabajadores, son antagónicas, son contrarias.
Y son contrarias por el simple hecho de que para que a los capitalistas les vaya bien, es condición que a la clase trabajadora le vaya mal. Recordemos: el sistema está basado en la explotación del trabajo asalariado y en la acumulación de riqueza a base de una parte de ese trabajo no pagado al obrero.
¿Por qué, si hay una renta excedente que se genera en la actividad portuaria, no se reparte equitativamente entre todos los que participaron en hacerla? Aquí es donde está el trabajo no pagado al obrero, aquí es donde está el abuso a la clase trabajadora, que con su esfuerzo diario produce mucho dinero, pero no se le comparte, no se le paga por su trabajo, sino por la fuerza que dejó ahí, y se la pagan muy barata.
Aquí es donde se genera el mayor capital que enriquece cada vez más y mejor a unos cuantos, y a su vez se convierte en la desgracia de los miles de trabajadores, a quienes no se les garantiza su seguridad ni en una carretera local.
En el periódico El Noticiero, miércoles 29 de mayo de 2024, se dijo, al respecto de la adquisición de las grúas STS más grandes del mundo, que estas inversiones, parte de un desembolso de 230 millones de dólares, permiten a la terminal portuaria aumentar su capacidad anual de 1.4 millones de TEU´s (es la capacidad de carga que tiene un contenedor estándar de 20 pies) a 2.2 millones.
Es decir, que los que compraron estas grúas están pensando en aumentar un 63 % la capacidad de contenedores en los patios, su capacidad de descargar más contenedores y mucho más rápido. Eso va a implicar mucho más espacio para almacenar en los patios, y si por ahora están saturados, va a implicar crear más.
Por la infraestructura de nuestra ciudad, habrá mucho más congestionamiento vial y, por lo tanto, más contaminación del suelo y del aire, y, por supuesto, muchas más muertes en las carreteras locales y federales, como lo hemos estado viendo en los últimos tiempos.
Entonces, ahora que entendemos que hay dos clases sociales en la producción, y que en Manzanillo opera el capitalismo y la lucha de esas dos clases: clase patronal (agentes aduanales) y clase trabajadora (jornaleros), cabe preguntar: ¿a quiénes beneficiará la adquisición de estas dos gigantes grúas STS?
¿A los jornaleros les aumentarán sus salarios, prestaciones, condiciones laborales? ¿Les mejorarán los servicios de salud, de seguridad, de educación para ellos y sus hijos? Y a los manzanillenses que estamos fuera del puerto pero que vivimos en esta ciudad, ¿nos ofrecerán mejores carreteras, mejores hospitales?
¿Invertirán en más espacios recreativos y culturales como teatros, bibliotecas, un acuario? ¿Invertirán en más y mejores espacios para fomentar el deporte? ¿Construirán una terminal de bomberos que tanta falta nos hace para controlar los incendios forestales que cada año suceden?
¿Invertirán en infraestructura educativa para todos los estudiantes de la ciudad, que son el futuro de nuestro país? ¿Desarrollarán más y mejores viviendas para los manzanillenses que padecen esta grave falta? ¿Invertirán en la costosa obra hidráulica para evitar las inundaciones que cada año padecemos en la ciudad?
¿Invertirán lo necesario para garantizar la seguridad de los porteños?
Porque si 230 millones de dólares se invirtieron en esas dos grúas, las ganancias que se generarán no serán menores. Y con esas ingentes cantidades de dinero, bien podrían resolverse muchos de los problemas que tenemos en nuestra ciudad por falta de inversión.
De antemano sabemos ya que somos la clase desprotegida, la que más trabaja y la que produce todo, pero la que menos gana en el proceso de producción.
Pero el capitalismo está agonizando. Dio lo que tenía que dar; fue un modelo que sirvió para progresar, pero hoy en día está ocasionando más males que bienes a la sociedad. Por eso urge cambiar el modo de producir y, sobre todo, el modo de repartir las ganancias.
Urge un nuevo modelo económico que sea más humanitario, más equitativo, más justo. Y ha llegado el momento: en el mundo se está disputando justamente eso, un nuevo orden mundial.
A la cabeza están Rusia y China, y otros países que se están sumando y luchando por que así sea. Y nosotros no podemos quedarnos impávidos ante este panorama, esperar a que los que quieren gobernarnos nos defiendan es caso perdido, la experiencia nos lo dice.
La manera de evitar muertes tan lamentables como la que vi es organizándonos como clase trabajadora, como la clase desprotegida que somos, y aprender a defender nuestros derechos.
Si no lo hacemos, seguiremos lamentando muchos decesos e injusticias más en nuestro Manzanillo. ¡Sólo el pueblo puede salvar al pueblo!
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