El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) está solicitando permiso para adquirir una deuda de un billón novecientos cincuenta mil pesos para el año próximo.
Precisamente 2024 es el último año de su administración, y serán también las elecciones más grandes de la historia, donde se va a elegir al próximo presidente y 20 mil cargos de elección popular; entre ellos nueve gobernadores e integrantes de 31 congresos locales.
Los estados que tendrán elecciones sin Ciudad de México, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán.
El presidente y su partido hacen circo, maroma y teatro para mantener el poder en sus manos; para “dar continuidad” a su proyecto político.
Fueron suficientes trece años para que morena ganará el poder. El movimiento creció como la espuma, por consecuencia de una gran inconformidad del pueblo mexicano ya cansado de soportar tantas injusticias, imposiciones de candidatos, una crisis que crecía, así como la pobreza que azotaba y sigue azotando al pueblo mexicano.
El pueblo alertó a los gobernantes del peligro que se avecinaba, pero los gobernantes como los de ahora, mienten y no escuchan ni ven la realidad. Porque el poder enloquece a los hombres cuando no tienen una formación política, cuando están en el poder rodeados de aduladores; pierden el piso, olvidando sus promesas y a la gente que los llevó al poder.
Aprovechando estas condiciones políticas, Morena, con un proyecto que endulzó los oídos del pueblo mexicano y prometiendo terminar, en primer lugar con la corrupción, en segundo lugar con la pobreza, en tercer lugar con la desigualdad, en cuarto lugar, que para ellos serían “primero los pobres”; en quinto lugar, prometieron un sistema de salud como el de Dinamarca, en sexto bajar el precio de la gasolina; séptimo lugar, terminar con la inseguridad; octavo lugar, mejorar las condiciones de los migrantes y noveno hacer crecer la economía mínimo en el 6%, pero todo resultó una mentira y un fracaso rotundo.
Sin embargo, para ellos todo marcha bien, todo está planchado para las elecciones de 2024 con una aplanadora nacional, con una candidata que sostiene ya un bastón de mando y por los acuerdos tomados de los grupos dirigentes de los diferentes partidos que simulan estar inconformes, midiéndole el agua a los camotes.
Pareciera que todo está arreglado, dicen los medios de comunicación que ya recibieron su chayote; ya dejaron de chillar varios y sostienen que la ventaja de la corcholata es de 30 puntos según ellos.
Pero las apariencias engañan, dice la sentencia popular que se expresa en una frase que da consejo o saca ventaja. El exterior de las personas y las cosas contribuye a hacerse una opinión por lo general equivocada, por lo que no se debe juzgar sólo por su apariencia, por cómo los demás nos ven y perciben: el vestuario, la forma de hablar, los gestos, las conductas en público.
¿Cuál es la diferencia entre apariencia y realidad? Lo real es lo auténtico, lo aparente aunque sea virtual es sucedáneo.
Así que las apariencias nos pueden engañar, por eso no debemos creer que todo está ya cocinado, porque la supuesta ventaja de Claudia está aún en panza de yegua.
De esto, los morenistas están convencidos, por eso le están apostando todo, consiguiendo billones de pesos, amenazas, calumnias, mentiras y una gran campaña en redes sociales.
Diga lo que diga el presidente, la verdad está muy clara, el pueblo de México tiene “otros datos” muy diferentes a lo que informan sus aduladores; por eso, se encuentran nerviosos y necesitan dinero para sostener su popularidad y comprar más conciencias.
AMLO necesita de igual manera terminar sus obras: el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto Felipe Ángeles, obras que le están costando un ojo de la cara. La salida para él es endeudar al país y que sea el pueblo el que pague las campañas y las obras inconclusas, aunque estas sirvan para muy poco.
Llegó la hora de ver de qué está hecha la oposición, así como los mismos morenistas inconformes. Urge organizar, planear pero sobre todo cumplirle al pueblo lo que siempre se le ha negado: ya basta de utilizarlo como trampolín para que sigan las mismas caras de los dinosaurios que antes estuvieron en el PRI, luego en el PRD y ahora en Morena.
Los mismos de siempre, chapulines que cambian de partido como cambiar de ropa; políticos que no se interesan por las necesidades del pueblo mexicano, porque ellos están interesados sólo en mantener el poder y hacerse de dinero y más dinero. Este grupo que encabeza AMLO ataca los intereses de la gente pobre, requiere más deuda, les quiere dejar obras fantasma y una inseguridad nunca antes vista.
La masa está despertando; ya se pueden ver señales de inconformidad: se manifiestan estudiantes; su mismo Gobierno está inconforme. El poder no lo tiene el partido de Morena; lo tienen los gobernadores y ahí está la piedra en su zapato.
Además, Morena ha cometido varios errores graves como abandonar el Aeropuerto de Texcoco; la deuda está creciendo: en 2018 era del 33.7 % del gasto total, en junio de 2023 de 46.5 % según informes de la Cámara de Senadores.
La inflación aumentó de 4.8 % en 2018 a 7.8 % en el 2022; el gasto público significó el 23 % del PIB en 2018 y 27 % en 2022; las dependencias como PEMEX, Comisión Federal de Electricidad (CFE) están quebradas, y además el presidente se está peleando con el poder judicial.
Estos errores deben encender los focos rojos, porque gane quien gane será el pueblo pobre quien pague las consecuencias.
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