A pesar de que en gran parte del territorio nacional aún se habla de sequía y del inevitable día cero, fecha ya muy cercana en que las presas habrán agotado sus reservas de agua, en nuestro estado, con todo y que seguimos inmersos en la misma situación de estiaje que el resto del país, se avecina un peligro cuya magnitud aún desconocemos, pero que no nos conviene ignorar.
Se trata de las temidas inundaciones que este año las autoridades vaticinan que podrían alcanzar los niveles de lo sucedido en 2020; simple y sencillamente, porque con el famoso calentamiento global que provocó que el 2023 fuera catalogado como el más caluroso en un periodo de 70 años, y que augura que el 2024 superará en altas temperaturas al año anterior, hace sospechar a los especialistas en la materia que cambios bruscos y extremosos serán lo “normal” en los tiempos venideros.
Gerardo Alarcón Ferreira, un funcionario de la Conagua, comentó recientemente a los medios locales que la certeza de que en la entidad se registren lluvias superiores a las de 2020 “es altamente probable”.
Una nota del Heraldo de Tabasco del 28 de mayo recoge las declaraciones del director del Instituto de Protección Civil del Estado de Tabasco (IPCET), José Tiburcio Solís Martínez, quien anticipa que existen más de 760 localidades en riesgo de sufrir inundaciones durante la próxima temporada de lluvias; habla incluso de que 234 comunidades tienen una vulnerabilidad muy alta mientras que 526 se colocan en una susceptibilidad alta.
Precisó, además, que en los municipios de Tacotalpa, Huimanguillo, Macuspana, Teapa y Tenosique existen posibilidades de deslizamientos de tierra de los que hay que estar muy pendientes.
Las alarmas han sonado debido a que desde hace unos días han empezado a caer las primeras precipitaciones que anuncian que está próxima la temporada de lluvias. Como todo mundo sabe, no sería raro que en la entidad se repitiera con el anunciado fenómeno meteorológico de “La Niña” el desbordamiento de los ríos, tal y como ha sucedido en los años 2007, 2010 y 2020
En honor a la verdad hay que reconocer que se han visto máquinas en algunos puntos de las zonas aledañas al centro de la ciudad desazolvando los canales, y se sabe que las autoridades iniciarán una inspección de los 517 inmuebles que se tienen designados como refugios temporales en toda la geografía tabasqueña.
Además, hay reforzamiento o retiro de espectaculares, capacitación a grupos voluntarios, campañas de difusión en radio, TV y redes sociales. Sin embargo, la duda persiste: ¿Será eso suficiente?
Gerardo Alarcón Ferreira, un funcionario de la Conagua, comentó recientemente a los medios locales que la certeza de que en la entidad se registren lluvias superiores a las de 2020 “es altamente probable”, precisando que de agosto a octubre podría superarse la media del año referido, que fue de 2 mil 400 milímetros.
La temporada de huracanes y frentes fríos provocó en ese entonces que el agua subiera en algunos lugares hasta los 3 metros, dejando a seiscientos veintitrés mil seiscientos sesenta y cuatro damnificados en cuatrocientos sesenta y ocho comunidades de catorce municipios (según datos oficiales de Protección Civil), motivo por el cual varios pobladores se organizaron para exigir atención urgente de las autoridades, recordándoles la existencia de un proyecto conocido como “Plan Hídrico Integral” el cual contemplaba la realización de una obra millonaria que resolvería de manera definitiva las recurrentes inundaciones en las zonas de más alto riesgo en el estado.
Es cierto que en aquella ocasión teníamos en puerta las elecciones intermedias de 2021 y por lo tanto, para no quedar tan mal, se instrumentó por parte del gobierno federal un programa de entrega de electrodomésticos y otros paliativos; sin embargo, para los que perdieron cultivos, casas, animales de crianza doméstica, mercancías, etcétera, simplemente se quedaron esperando.
Si en las inundaciones de 2020 se pudo argumentar que el Plan Hídrico Integral no se había ejecutado a causa de los Gobiernos corruptos del pasado que se habían robado el dinero y desviado los recursos para otros fines, este año sólo nos resta pedirle al cielo que no llueva tanto; de lo contrario, ya no habrá a quien echarle la culpa.
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