Si queremos erradicar un problema debemos ir a la raíz que lo origina, sólo si nuestra intención es evitar su evolución. Las crisis que ahogan nuestro territorio no son consecuencia de actos personales, sino un resultado de muchos experimentos planificados y llevados a la práctica por una pequeña minoría.
En México han existido tantos gobiernos como excusas para disfrazar la desigualdad. ¿Alguna vez has escuchado a alguien quejarse de su situación económica y concluir con un “no hay de otra”? Bueno, eso tampoco es una conclusión a la que hayamos llegado por nosotros mismos, más bien nos han acostumbrado tanto a usar esa frase que no nos damos cuenta de que nuestro inconsciente lo repite y sirve como anestesia para justificar la dura realidad que hoy vivimos y de la cual no quieren que nos demos cuenta.
Esa idea que pareciera ser cada vez y lastimosamente más aceptable, es algo de lo que debemos tomar conciencia. La pobreza es más preocupante en México, y eso no debe aceptarse como si se tratara de un destino del cual no podemos escapar. Países en peores condiciones que el nuestro han demostrado que la pobreza no es un destino, sino un fuerte impulso que nos ayude a cambiar la historia en México.
Zhu Qingqiao, Embajador de la República Popular China en México, explicó que China logró sacar de la pobreza a 100 millones de ciudadanos en los últimos ocho años, es decir, que una persona salió de la pobreza cada tres segundos, sin embargo, estos resultados son fruto de un esfuerzo implementado desde hace más de 40 décadas. Las estadísticas indican que desde que China implementó políticas a favor de las mayorías ha sacado a más de 800 millones de personas de esta condición, con eso ha contribuido a reducir la pobreza mundial en un 75 por ciento.
Los objetivos de partida para lograrlo fueron claros: mejoramiento de la infraestructura para impulsar el desarrollo del país, suministrar energía eléctrica en zonas rurales, cubrir con servicio de internet gratuito al 98 por ciento de las poblaciones pobres, impulsar la industria local para generar empleos cerca de los trabajadores, financiamientos de micro negocios para hacer posible el emprendimiento de millones de mujeres, programas educativos que lograron que 94.8 por ciento de estudiantes lograra completar la educación básica y obligatoria, asegurar atención médica gratuita, así como una vivienda segura y digna, son solo pocos ejemplos, pero suficientes para demostrar que en México vamos por mal camino.
Sí, sí hay de otra y de eso debemos convencernos, la erradicación de la pobreza en este país no ha sido fácil, no ha dependido de una sola persona, ha sido dirigida e impulsada por un fuerte esfuerzo colectivo, con metas fijas y planificaciones realistas como se planteó en el proceso de la reformas y apertura en 1978. Tener a la cabeza un partido como el PCCH que impulsen políticas en pro del desarrollo económico y la reducción de la pobreza pareciera estar muy lejos de poder cumplirse en México.
En este sentido, luchar y organizarse hoy es ya una necesidad crucial para el futuro de nuestro país. Apoyar gobiernos que insisten en convencernos que la pobreza republicana es lo indicado o que limiten recursos destinados a la infraestructura, becas y programas sociales que afectan duramente a las mayorías, es dirigirnos a un país insostenible, injusto y pobre.
Comencemos por eso, por organizarnos, por educarnos y por exigir a los gobiernos que tenemos actualmente que respondan a las necesidades reales de la gente, que promuevan los impuestos a los más ricos y no a los más pobres como es lo que sucede actualmente, luchar por esa justicia social es posible, así que, sí hay de otra y eso solo será posible con un proyecto de nación como el que plantea el Movimiento Antorchista Nacional.
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