Comparto la opinión de que la operación militar especial realizada por Rusia, primero en la región del Dombás y posteriormente hacia el centro de Ucrania, tiene esencialmente tres objetivos; proteger y defender a los ciudadanos de las repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk de las masacres atribuidas al ejército ucraniano desde 2014; desmilitarizar y desnazificar Ucrania; y defenderse del avance de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Estados Unidos (EE. UU.) en su avance hacia el este de Europa.
Primero, la guerra de Dombás es una guerra surgida después del golpe de Estado que el gobierno legítimo de Ucrania sufrió el 6 de abril de 2014, en la que el ejército ucraniano, desde entonces, ha bombardeado y asesinado a civiles en esta región prorrusa. En efecto, después del golpe de Estado apoyado por EE. UU., la represión en contra de todos aquellos opositores al nuevo régimen fascista no se hizo esperar, el ejército se fue con todo contra aquellas repúblicas que se habían autodeclarado independientes. Con esto, durante ocho años el gobierno golpista ha violado el Tratado de Minsk, por tanto, la intervención militar de Rusia tiene como objetivo proteger la vida de la población de esas repúblicas y hacer que se respeten los derechos humanos en esa región del mundo.
Segundo, el golpe de Estado de 2014 fue encabezado por la ultraderecha, principalmente sostenida por el grupo neonazi. Ahora se sabe que varios batallones del ejército ucraniano son liderados por esta corriente política como es el caso del batallón Azov que ha asesinado a más de 14 mil personas en Dombás, entre ellos a muchos niños, mujeres y ancianos. La participación de los neonazis en las altas esferas del poder de Ucrania y del ejército ha sido apoyada por EE. UU. y la OTAN. Y no solo han recibido el aplauso de los líderes imperialistas, sino que los están armando hasta los dientes desde hace tiempo para combatir a la amenaza rusa.
“Nos han dado tanto armamento [...] porque realizamos las tareas establecidas por Occidente, porque nos gusta luchar y nos gusta matar”, dijo Yevhen Karas, líder de la organización terrorista neonazi C-14, a principios de febrero, antes de que comenzara la guerra” (wsws.org. del 4 de marzo de 2022). Por tanto, el argumento de Putin de la intervención no me parece descabellado a sabiendas lo que puede generar una Tercera Guerra Mundial con tintes apocalípticos.
Tercero, el fondo del conflicto, como dice el dirigente nacional del Movimiento Antorchista, Aquiles Córdova Morán, “es aplastar al enemigo (Rusia) cuyo surgimiento y fortalecimiento no fue capaz de prever y evitar. Para eso es que se ha extendido hasta las fronteras occidentales de Rusia, y para eso ha sembrado bases militares, misiles y bombas cada vez más mortíferas en todos los países europeos, en especial en los que comparten fronteras con Rusia. Después de haberse incorporado a los países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) burlando la palabra empeñada, ahora pretende anexarse a Ucrania y Georgia para conseguir mejor posición de tiro”, es decir, es un acto de autodefensa del gobierno ruso.
Sin embargo, para EE. UU., y la OTAN esto es falso, y continúan con su política de intervención en tres frentes principalmente, el económico, el militar y el propagandístico, considerando que con esto saldrá ganador de este conflicto. En lo económico ha impuesto importantes sanciones consistentes en cortar el acceso del 70 por ciento de las instituciones bancarias y de algunas empresas públicas clave a los principales mercados financieros; en prohibirle exportar equipo crucial para el sector petrolero, lo que hará imposible la actualización y modernización de las refinerías; en prohibirle la venta de equipo a las aerolíneas comerciales; limitando el acceso de Rusia a tecnología clave como los semiconductores, entre otras medidas. Todo esto secundando por Canadá y la Unión Europea.
En el terreno militar no solo siguen enviando armas a Ucrania, sino que movilizan tropas hacia las fronteras cercanas a Rusia para proceder con una acción militar. “El Times informa de que la OTAN está desplazando hasta 22.000 soldados más a los países fronterizos con Rusia […] Estados Unidos ha desplegado 15.000 tropas adicionales en Europa y ha proporcionado otros 12.000 efectivos a la fuerza de respuesta rápida de la OTAN” (wsws.org. 4 de marzo).
En lo propagandístico le apuestan, hoy más que nunca, a la máxima de Goebbels, ministro de propaganda del Fhurer, que decía con un cinismo tenebroso “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. De esta manera EE. UU. le ha mentido a la opinión pública mundial. Ha repetido, no solo miles, sino millones de veces, a través de los medios masivos de comunicación, que “Rusia ha invadido Ucrania”; ha dicho que “Putin asesina civiles” en Ucrania, ha dicho que Putin será el culpable de una guerra mundial. No hay día que no se publiquen noticias falsas pretendiendo exaltar y ganar la adhesión, simpatía y sentimiento de la opinión pública a través de la utilización de niños llorando o ancianos despidiéndose. Televisa se ha sumado a esta política. Y cuando algún medio de comunicación, más honesto y objetivo, busca informar lo que realmente ocurre en el conflicto ucraniano, rápidamente es víctima de la censura con el cierre del canal o de la página web como puede observarse, por ejemplo, con las páginas de Rusia Today.
El avance de EE. UU. y la OTAN hacia el este parece ganar terreno, pero Rusia no es Cuba. Al pasar a la ofensiva defendiendo a Ucrania del neofascismo, de impedir su rearme por Occidente, de impedir la colocación de ojivas nucleares y bases militares en aquel país, le envía un mensaje a Occidente: que Rusia está a la altura no sólo para una lucha económica como la que se está librando en la actualidad (sabemos que el imperio está en crisis), sino que le dice que militarmente tiene la capacidad para enfrentarse si fuese necesario por la vía nuclear. Pase lo que pase, lo cierto que al final de este conflicto tendremos una nueva configuración de la geopolítica mundial.
Mientras tanto, como dicen los expertos, los que están ganando son los grandes industriales de la guerra que aumentan su producción para una posible hecatombe mundial. El pueblo trabajador del mundo y de México, debe cuestionar la propaganda proyanqui y no dejarse manipular por el imperialismo.
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