El pasado 3 de mayo se cumplió un año del desplome de un tramo de la Línea 12 del metro, fue una tragedia muy grave que enlutó a muchas familias y, a muchas otras las dejó con serios problemas de salud y diversos gastos médicos porque tuvieron que curar a sus heridos, en algunos casos, la atención y cuidado será de por vida. 

Tanto Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México (CDMX), como Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, se comprometieron a investigar y dar con el problema que ocasionó el colapso a fin de castigar a quienes resultaran culpables. El Gobierno de la CDMX contrató a la empresa Det Norske Veritas (DNV) para esclarecer el siniestro. A decir de la misma Jefa de Gobierno, DNV era una empresa de su absoluta confianza y su dictamen sería prácticamente inapelable. 

Ahora que DNV termina el tercer y último informe del siniestro donde se determinan las causas que ocasionaron tan fatal accidente, Claudia Sheinbaum descartó el peritaje como “falso y tendencioso”, rescindió el contrato y anunció una demanda contra la compañía. ¡No que mucha confianza!

Llama la atención que, la Jefa de Gobierno y su equipo había validado y elogiado la labor de la empresa durante los primeros dos informes, pero “eureka”, ahora ya no concuerdan con las conclusiones del análisis-raíz del tercer informe.

Y, es que DNV dio a conocer cuatro factores que fueron determinantes en el colapso que privó de la vida a 26 personas y un centenar de heridos: fallas en el diseño, la construcción, la supervisión de la obra y el mantenimiento. DNV respaldó sus resultados, negó que existiera un conflicto de interés como denunció Sheinbaum y dijo que cumplió con sus obligaciones contractuales al entregar el tercer informe (periódico El País 9 de mayo de 2022).

Está claro que el tercer informe de DNV deja ver la negligencia con la que se construyó la obra de la línea 12 del metro, que no fue bien supervisada y que, el mantenimiento no fue el adecuado. ¡Todo es culpa del Gobierno de la Ciudad de México, de nadie más! La CDMX ha sido gobernada históricamente por los que hoy gobiernan el país. Así que, no tienen para donde echar culpas, fueron ellos los que lejos de entregar una obra que verdaderamente beneficie a la gente, sobre todo a los más humildes, enlutaron a muchas familias, y que algunos accidentados, prácticamente queden lisiados para toda su vida. 

Al rechazar Claudia Sheinbaum el tercer y último informe sobre la causa-raíz del accidente, evade la responsabilidad que tiene el Gobierno de la CDMX y, por lo tanto, les miente a los ciudadanos de la capital, porque los culpables de la tragedia siguen impunes. Tampoco escuchamos a López Obrador exigiendo que se esclarezca el accidente y se castigue a los culpables como sí lo ha hecho cuando se trata de autoridades de oposición. ¿Qué está pasando? ¿Por qué tanto hermetismo en la información?

Veamos. Marcelo Ebrard, hoy secretario de Relaciones Exteriores, fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México cuando se construyó la nueva línea del metro, conocida como “Línea Dorada”, una expansión muy anunciada del segundo sistema de metro más grande de América, una iniciativa que Ebrard veía como su trampolín para ser presidenciable. 

Con apuro para terminar, el Gobierno de la Ciudad, exigió que las empresas constructoras abrieran el metro mucho antes de concluir el mandato de Ebrard como jefe de gobierno en 2012. La premura condujo a un proceso frenético de construcción que empezó antes de que se completara un plan ejecutivo y produjo una línea de metro con fallos desde el inicio. La indignación por las deficiencias fue tan intensa que Ebrard terminó por irse a vivir al extranjero durante 14 meses, dejando atrás lo que llamó una “cacería política”.

La conclusión central del tercer informe de DNV evidenció a Marcelo Ebrard por usar la obra como un trampolín político y hacerla a la carrera, a Claudia Sheinbaum, por la criminal falta de mantenimiento de la línea 12 y de todo el Sistema de Transporte Colectivo (STC) metro y al propio presidente López Obrador que es quien, con sus malas decisiones, dañó gravemente el buen funcionamiento del país y el bienestar de las clases populares