Todos los días presenciamos el batiburrillo general, los aparentes bandazos en la toma de decisiones desde el máximo poder y el infaltable escándalo mediático, mientras el país se cae a pedazos.
Esto, además de la mala conducción del país, evidencia el pérfido montaje de un circo para mantener entretenido al pueblo, para engañarlo y manipularlo con premeditada demagogia, mientras la desigualdad nacida de la insultante concentración de riqueza en muy pocas manos, sigue creciendo, hoy más que nunca, con la 4T al amparo del gobierno, con la consecuente pobreza de las mayorías.
Es tierra echada a los ojos subir el salario mínimo, para luego con la inflación dejarlo en niveles reales peores que antes; darles tarjetas del Bienestar a gente previamente seleccionadas por el gobierno para recibir un poco de efectivo en lo particular, diciendo que ahora sí se le hace justicia “al pueblo”, cuando todo es a cambio de cancelarle a éste, por la vía de los hechos, su derecho a tener obras que mejoren y dignifiquen en serio su vida, como el agua potable, la luz eléctrica, drenaje, pavimentación, escuelas, hospitales, carreteras, canchas deportivas, salones de usos múltiples, en fin, obras de interés social; así como programas de vivienda, de salud, de educación de calidad y de subsistencia en general, ya que lo recibido por quienes son beneficiarios del gobierno sólo les alcanza para comprar algún perecedero, habiendo dejado así de percibir beneficios de mayor cuantía y de más general provecho. Lo mismo sucede al hablar de apoyo y unidad con los pueblos hermanos de Latinoamérica, mientras se aporrea a los migrantes para que no lleguen a los Estados Unidos o se les llama a cerrarle el paso comercial y políticamente a China, principal economía mundial en expansión, que ha dado muestra al mundo de cómo se debe organizar la sociedad si se quiere erradicar definitivamente la desigualdad y la pobreza de sus habitantes.
En el mismo sentido se emplea la polarización y por eso, amén de otros fines, se atiza constante entre los mexicanos atacando a diario instituciones que mucho han costado y sirven de contrapeso a los excesos del poder, por eso se persigue a los científicos tratándolos peor que a delincuentes y a las instituciones de estudio superior con el afán de someterlos; por eso se acosa y se insulta a los periodistas críticos que exhiben lo mal que se ha manejado la pandemia causando cientos de miles de muertos y la corrupción que impera dentro de la 4T; a eso seguramente se deben también las agresiones innecesarias a otros países y los desatinos en la política exterior, y por eso la aparente cercanía con gobiernos de corte progresista mientras por otro lado se ofrece los servicios más viles al dominador imperialismo de nuestros vecinos del norte.
En realidad no hay cuarta transformación ni nada, este gobierno, como dice el refrán, no es ni chicha ni limonada, a lo sumo le alcanzará para una mala copia, con perdón, del doctor Simi: es lo mismo pero más barato, un rancio neoliberalismo más descarado, sólo que endulzado con palabras engañosas de amor a los pobres para que estos lo puedan pasar, y aún lo defiendan, sin darse cuenta del mal y de dónde les viene, pues hasta ahora el espectáculo les ha permitido a los poderosos ocultar lo que ocurre tras bambalinas.
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