Definitivamente, en este sexenio llamado de la Cuarta Transformación, nunca fueron prioridad los pobres del país. A ellos únicamente se les mencionó en los actos populistas; la realidad es muy distinta al dejar a más de diez millones de mexicanos sin vivienda, sin lograr un patrimonio que heredar a los hijos, familias enteras que se ven orilladas a buscar refugios de diversa índole, en medio de tan sobrada inseguridad, en casuchas de lámina y cartón cuando bien les va, o dormir en las banquetas de las grandes ciudades bajo el mismo cielo que les cobija y soportando las inclemencias del tiempo.
La 4T resultó peor que los Gobiernos anteriores, empeorando las condiciones sociales de los mexicanos y hundiendo a millones de familias en el fango de la desesperanza.
Se puede tomar como otra mentira más que a sus compatriotas lanzó el presidente Andrés Manuel López Obrador, porque las cifras oficiales demuestran que, desde iniciada su gestión, se comprometió a construir más de cinco millones de viviendas, pero no se llegó a cumplir ni siquiera con un millón de ellas.
En un reportaje muy amplio sobre esa situación, el periodista Trinidad González plasma de forma contundente este otro artero engaño a las familias mexicanas, refiriendo que, después de que a finales de 2019 se activó el Programa Nacional de Vivienda (PNV), el compromiso consistía en dotar de hogares a las familias pobres de México.
“Pero todo resultó un fiasco, a pesar de que la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) estuvo a cargo y fue apoyada por otras cinco dependencias federales: el Instituto Nacional del Suelo Sustentable (Insus), el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), el Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo), el Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (Fovissste) y la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi)”, precisa el comunicador.
Casi seis años después, la administración morenista únicamente construyó 763 mil 21 viviendas, según el reporte del Registro Único de Vivienda (RUV) de febrero pasado. Además, el informe Avances y Resultados 2022 del PNV, difundido por la Sedatu en 2023, revela que en el medio rural solamente se construyeron 60 viviendas entre 2019 y 2022.
De tal forma que el Gobierno de AMLO resultó peor que los Gobiernos anteriores, empeorando las condiciones sociales de los mexicanos. En el caso de la vivienda popular, se dejó mucho que desear, porque lejos de cumplir con sus promesas de edificar hogares para las clases desprotegidas, los hundió en el fango de la desesperanza, abandonando a su suerte a millones de familias que hoy se encuentran padeciendo por no contar con una vivienda, ya no se diga digna, sino sencillamente un espacio donde vivir.
A unos días de terminar el sexenio, los datos oficiales demuestran que no se cumplió ni siquiera el 20 % de lo prometido, porque no se llegó a construir ni siquiera 800 mil viviendas.
10 millones de pobres se encuentran sin hogar, y el último Gobierno anterior a la 4T (el de Enrique Peña Nieto) construyó casi el doble de viviendas nuevas, mientras que su antecesor, Felipe Calderón, entregó casi tres millones de viviendas y seis millones de créditos para mejorar o autoconstruir hogares.
Estas cifras dan la razón a AMLO: su Gobierno no fue igual que los anteriores; la 4T resultó peor.
A la par, se ha demostrado que en el sexenio de AMLO se fue encareciendo la vivienda, hasta llegar, en 2024, a una situación de muy elevado costo para comprarla o construirla, o sencillamente para rentarla, lo que se ha convertido en un sueño imposible de alcanzar para los pobres, a los que el Gobierno saliente prometió atender en primer lugar.
Cierto es que en México, actualmente, existe un enorme déficit de casas-habitación que obliga a más del uno por ciento de los mexicanos a vivir hacinados con familiares, pagar arrendamientos excesivos y habitar en zonas residenciales alejadas de sus centros de trabajo.
Cabe destacar que las familias con menores ingresos son las más rezagadas debido a que “no pueden acceder a una vivienda digna porque no tienen un empleo formal o su ingreso es tan bajo que no califican para un crédito, además de que la oferta institucional es considerablemente menor a la demanda de vivienda”.
Es evidente que, sin un hogar, no pueden existir otros aspectos tales como la seguridad para niñas y niños, para familias enteras, que se convierten en caldo de cultivo para las organizaciones criminales. Tampoco se tienen opciones importantes como la educación, la salud y el acceso a una vida digna.
Cabe señalar que las demandas esgrimidas por Antorcha para exigir vivienda para las clases pobres de México se toparon con una muralla permanente por parte del Gobierno de la 4T, quien, lejos de resolver, se dedicó a perseguir a los antorchistas de la nación, catalogándolos como enemigos de la patria por el simple hecho de no coincidir con sus absurdas políticas.
Para López Obrador habrá de pesarle el sueño después de escuchar el relato de aquel pequeño que se disponía a dormir en una de las casuchas improvisadas con mantas y cartón.
Afuera de ella, botes llenos de agua, con perros bebiendo de ella, misma que sirve para consumo humano, diciendo a su padre que llega recientemente de la faena diaria como albañil: “Padre, cierra la cortina, vamos a dormir; me molesta la luz de la luna y tengo hambre”.
Según el Inegi, los bajos salarios afectan a miles de familias, sobre todo porque los salarios no se incrementan frente a la elevación de precios permitida por el Gobierno actual en productos de la canasta básica, servicios y demás.
De ese tamaño han sido las promesas incumplidas de AMLO a los mexicanos, a quienes, con la mano en la cintura, sigue utilizando como eslogan populista, pero dejándolos sin un techo seguro, sin alimento, en una palabra, sin vida.
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