Estamos en pleno proceso para escoger candidatos a presidentes municipales, diputados locales y federales, así como aspirantes a gobernadores de varias entidades. Por ser el partido del presidente López Obrador, con las ventajas que esto conlleva, se ha dado una desbandada en busca de obtener las candidaturas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); tan solo en la búsqueda por una curul en la Cámara de Diputados bajo las siglas del partido hegemónico, hay alrededor de 3,500 aspirantes en los 300 distritos electorales federales en los que está dividido el país. Para el presidente nacional de Morena, Mario Delgado, se trata de un hecho inédito en la vida política del país, con lo cual se demuestra que su partido abrió sus puertas a todos sus militantes y simpatizantes que buscan participar en el proceso interno.
Pero analizando más de cerca este fenómeno, es decir, el interés de personajes de diversas corrientes políticas e ideológicas por las candidaturas de Morena, notamos la verdadera naturaleza en la que ha derivado este partido. Lo primero que salta a la vista es que una buena parte de quienes buscan la candidatura o de hecho ya la tienen, como los precandidatos a gobernadores, son los mismos políticos, hechuras del sistema que ahora dicen repudiar. Por ejemplo, en Tlaxcala irá por la gubernatura Lorena Cuéllar, miembro de la elite política que ha gobernado históricamente esta entidad, quien fue diputada local y presidenta municipal de la capital por el PRI; en Campeche, la expriista Layda Sansores, hija de un ex gobernador; en Nuevo León, Clara Luz Flores, otra expriista; en Sonora, Alfonso Durazo, quien también tuvo su paso por el tricolor, entre otros.
Algunos militantes de Morena han manifestado que la designación de estos personajes y de otros francamente impresentables, como el guerrerense Félix Salgado Macedonio, se debe a que en este momento es fundamental apuntalar el proyecto de nación del presidente López Obrador. Sin embargo, cualquiera que tenga cierta noción de lo que es la congruencia política, se podrá dar cuenta de que, más bien, se trata de ganar a toda costa; de acrecentar el poder y sus beneficios, y no de defender un proyecto político e ideológico sólido, asumiendo que la Cuarta Transformación tenga uno, algo que sinceramente dudo. Cómo estará de deprimente el panorama, que John Ackerman, conocido defensor de Morena y AMLO, colocó un tuit, a propósito de la posible nominación del comentarista deportivo Enrique Garay como candidato de Morena a la alcaldía de Huixquilucan, Estado de México, donde señaló lo siguiente: "¿#Morena es todavía un partido que le apuesta a la transformación de la patria o ya es una simple agencia de colocación de empleos?”
Al final, cuando las candidaturas de Morena queden asignadas, los ganadores serán, en su mayoría, tránsfugas de otros partidos y personajes impresentables, porque a la cúpula de ese partido le interesa el poder por el poder. Pero el pueblo mexicano necesita algo diferente para superar la pandemia y la crisis económica: un nuevo partido político, de carácter popular, con un proyecto de país bien definido, que tenga cuadros preparados y honestos para llevar adelante una transformación verdadera.
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