He de confesar con humildad, que mis conocimientos de geopolítica económica son limitados; sin embargo, he observado que estos fenómenos se reproducen a escala no conocida en pequeño también, entre los pueblos, colonias y hasta en las familias más pobres, donde existe demasiada similitud con los fenómenos globales que afecta a todos los rincones del mundo; he aquí, la concatenación universal de los fenómenos.
Un país como EE.UU., que representa un modelo de país capitalista, donde todo se traduce en mercancía vendibles, que se compran y se venden a un precio que rige la ley de la oferta y la demanda, como la educación, el deporte, la cultura, la salud y la vivienda y otros rubros más.
Los países altamente desarrollados en ciencia y tecnología, como Francia, Inglaterra, Alemania, por mencionar algunos, producen mercancías en gran escala que rebasan su consumo de mercado interno, y necesitan un gran mercado de consumidores, es decir, quien compre sus productos fabricados, como los teléfonos celulares, herramientas, cosméticos, alimentos (si es que se le puede llamar así a la sopa maruchan y otros tantos más, incluidas las armas.
Y la industria de las armas es una de sus más grandes negocios, de EEUU, y tienen como mercado las guerras, promovidas por todo el mundo. Y la paz, para un país productor de materiales bélicos, es inaceptable. Su negocio son las masacres entre los pueblos y naciones; les urge sonar los tambores de guerra para desocupar los almacenes con armas de su prioridad. ¿Y si no hay guerra? Entonces, les urge crear intrigas y discordias entre los pueblos hermanos; provocar descontentos sociales y provocar la compra masiva de armamentos. Sonar los tambores de guerra para subyugar a los países pobres, con miras a adueñarse de todos sus recursos naturales y sus materias primas tan necesarias para la devoradora maquinaría industrial. Así se entienda la actitud bélica de los EE.UU. al entrometerse políticamente con países tan lejanos, como Irak, Afganistán y ahora en Ucrania. Por que “a río revuelto ganancia de pescadores”.
Y en México, ¿qué sistema económico nos gobierna? La respuesta es la misma: el capitalismo.
Líneas arriba decía, que la salud y otras necesidades más, son una mercancía que se compra y lo paga sólo quien tiene dinero. Y no es política de Estado, en este gobierno de López Obrador, cuidar la salud del pueblo que le confío su voto. A tres años de esta administración, continúan los anaqueles de las farmacias sin medicamentos del cuadro básico para la salud, afectando a toda la población mexicana. Para muestra un botón: más de 300 mil muertes por covid-19. Ahora se comprende mejor, el porqué de la receta de un “vaporub y los apapachos familiares” para los enfermos del Ómicron. Si bien, el presidente da la receta, mas no dice que en las farmacias de los hospitales, están disponibles para su uso inmediato. Este es el tamaño de la burla.
Decía arriba, que EE.UU. es un país modelo del sistema capitalista, un país poderoso económicamente, y es ahí donde se encuentran los hombres más ricos del mundo y es ahí también donde la pandemia cobró el mayor número de víctimas.
En México sucede lo mismo. López Obrador invierte el dinero de todos, es decir, el de los impuestos que todos pagamos, para gastarlo donde los empresarios puedan multiplicar sus fortunas: el tren Maya, el Aeropuerto Felipe Ángeles y refinería Dos bocas; y que se mueran de enfermedad los mexicanos. Que se tengan que morir por que no es prioridad de López Obrador el bienestar del pueblo.
En Colima esto se reproduce a su debida escala. Las mismas políticas económicas del sistema capitalista con cero atenciones a los más pobres. Desde el mes de noviembre, familias pobres organizadas en el Movimiento Antorchista de Tecomán, Manzanillo, Comala, Villa de Álvarez, Ixtlahuacán, Cuauhtémoc, Armería, Minatitlán, Coquimatlán y Colima, después de más de cinco entrevistas con el secretario particular de la gobernadora, no tienen aún respuesta en concreto para la atención de sus necesidades más elementales.
Las familias necesitan láminas de asbestos e impermeabilizantes para cubrir sus techos, despensas para alimentarse, y un lugar propio donde fincar su humilde vivienda. Y estos productos, ¿existen en el mercado? Sí, existen, y con bastedad, pero ya vimos que en el sistema capitalista las mercancías producidas, no son para satisfacer las necesidades de todos; son para el que puede pagarlas.
Y en Tecomán saltan a la vista lo que digo. Hay casas disponibles magnificas por su diseño y construcción, y listas a entregarse al momento, pero, igual que otros productos más, sólo están disponible para el que pueda pagarlas.
El gobierno del estado, años atrás, compró un predio con dinero público para la vivienda popular en Tecomán; pero, parece que no es prioridad para ellos, dotar a la gente pobre de un lugar propio donde pueda fincar su vivienda, dándole facilidades para mejorar sus precarias condiciones de vida. Más de 200 familias humildes esperan que la gobernadora, Indira Vizcaíno, les dé una audiencia para plantearle sus elementales demandas.
En el sexenio pasado se hizo un compromiso de venta de un predio propiedad del gobierno del estado, y se enviaron topógrafos y se lotificó el área señalada; los interesados mantienen el terreno limpio de malezas, y en espera de que se les diga donde empezar a depositar el pago del importe de su lote. Pero, la necesidad de vivienda es mala consejera. Y al que paga renta le urge un lugar propio donde vivir. ¿Qué hacer entonces?
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