La vida para muchas familias trabajadoras se reduce a laborar en empresas maquiladoras o autoemplearse en el comercio informal, que no es más que un desempleo disfrazado, sin seguridad laboral, sin prestaciones, sin atención médica, bajos salarios, este esfuerzo de toda la vida, solo alcanza para medio cubrir las necesidades más básicas, mala alimentación, una vivienda inadecuada y muchas veces con falta de servicios. Esta situación obliga a que los hijos del trabajador abandonen su educación y tengan que trabajar para completar las necesidades elementales del hogar y perder por lo tanto la posibilidad de aspirar a un futuro menos duró que sus padres, dando lugar a la formación de la nueva generación de trabajadores asalariados, de mano de obra no especializada y por lo tanto condenada a un bajo salario.
Pero, ¿por qué no cambia esta situación? ¿A quién le conviene que esto continúe así? México es uno de los países más desiguales del mundo, donde se pagan los salarios más bajos y por lo tanto una clase trabajadora muy explotada por los grandes empresarios mexicanos y extranjeros, que obtienen ganancias fabulosas, por eso somos de las naciones con grandes desigualdades, por un lado, un puñado de grandes potentados y por el otro, millones de trabajadores viviendo como pueden. El resultado de la riqueza producida por el trabajador se divide en dos partes, la ganancia del patrón y el salario del trabajador, si el salario es bajo, la ganancia del patrón es mayor, y, al contrario, si el salario aumenta, se afecta la ganancia del capitalista.
Para mejorar la situación del pueblo de México, los partidos políticos llaman a votar por sus candidatos, que como todos sabemos prometen, que llegando al cargo público se convertirán en defensores de los más necesitados, pero ya sabemos que esas promesas de campaña no se cumplen, y no se cumplen porque no están dispuestos a cambiar lo que comentamos más arriba. Rápidamente los nuevos gobernantes, que llegaron con el voto popular, van a convertirse en defensores de los poderosos y van a ser los vigilantes de que nada cambie, que nada se mueva, que nadie proteste, porque su verdadera tarea es apoyar a los grandes capitales.
Y así sucedió con los gobiernos anteriores, pero también con el actual, ¿alguien lo duda? Hagamos un recuento rápido, ¿tenemos mejores salarios? ¿Ya no hay desempleo? ¿La gente puede adquirir la canasta básica? ¿Los servicios de salud son de primera? ¿Ya no faltan medicinas? ¿Se acabó la inseguridad? Y así le podemos seguir, nada ha cambiado, bueno, sí ha cambiado, hoy tenemos más pobres en México.
Ya no debemos estar esperando a que llegue un salvador de los pobres, eso no va a pasar, ni aquí ni en China, se necesita la participación de las mayorías, para que con su acción se convierta en una fuerza que obligue a los gobiernos a trabajar en beneficio de todos y no solo para beneficio de los grupos privilegiados.
La forma más concreta y efectiva de participación de las grandes mayorías en la vida pública, es a través de las organizaciones sociales, que evitan la dispersión de fuerzas y que por lo tanto aumentan las posibilidades de defensa y éxito en los objetivos que se proponga.
La organización popular, además de ser un derecho, es parte integrante de una sociedad que presuma ser verdaderamente democrática.
La organización del pueblo, es el mejor antídoto contra la soberanía de los gobernantes, que se niegan a dialogar y responder a las demandas legítimas del pueblo.
Para lograr el bienestar general se requiere de dos condiciones, primera, que se fortalezca la organización del pueblo y obligar al gobierno a que aplique las medidas necesarias para garantizar un combate efectivo a la desigualdad, mejores salarios, trabajo para todos, que los grandes corporativos paguen más impuestos y que se destine el presupuesto necesario para obras y servicios para los más marginados.
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