Después de toda una vida de padecer la escasez de agua, de antesalas, mesas de trabajo y recorridos con funcionarios de la Comisión Estatal de Aguas (CEA), y permanecer en dos ocasiones por más de 12 días, soportando el calor y el intenso sol, en las instalaciones del Acueducto II, a orillas del Río Moctezuma, en los límites con el Estado de Hidalgo, en el mes de mayo de 2021 se firmó el compromiso “definitivo” para resolver el problema en beneficio de los pueblos de Maconí, La Esperanza, El Doctor, y otros del municipio de San Joaquín.
Ninguna autoridad local, municipal o estatal se preocupó por resolver esta enorme carencia. Todos se hacían los desentendidos, pero era explicable porque no había dinero de por medio, ni eran tiempos de campañas políticas. Había, eso sí, mucha labor organizativa y de convencimiento a las autoridades de la justeza de cumplir el acuerdo hecho en 2009, de dotar de agua a las familias de la región.
Fue así como el 4 de mayo de 2021, en las instalaciones de la CEA, el Ing. Enrique Abedrop Rodríguez, entonces Vocal Ejecutivo de la CEA, con aprobación del Vocal entrante, Luis Alberto Vega Ricoy, se firmaron los siguientes compromisos: 1. Entregar el proyecto ejecutivo de la obra de agua potable a más tardar el 15 de junio, para las comunidades de El Suspiro y El Limón e iniciar estos trabajos, en noviembre de ese mismo año.
2. Publicar la licitación del proyecto de agua para Boxasní, municipio de Cadereyta, el viernes 7 de mayo. 3. Presentar el proyecto ejecutivo del disparo del Acueducto II, para la cabecera municipal de Cadereyta, e iniciar los trabajos, ese mismo año. (Nótese que en ese entonces Miguel Martínez todavía no era alcalde y antes nunca le interesó ayudar a resolver esta necesidad), 4. concluir el proyecto Taxidó-Deconí para atender la falta de agua de los pueblos del norte de Maconí.
Y 5. Pagar al señor Juan Eleazar Pérez, de Vizarrón, la parcela para reubicar a 243 familias de ocho pueblos de Maconí, deslindada y acordada ante notario público, por los campesinos y la dirigencia del Movimiento Antorchista, a quienes a decir de la CEA, no podía dotarles del vital líquido del que son dueños. Hasta aquí, con dificultades, pero todo marchaba hacia el cumplimiento de los compromisos adquiridos por las autoridades, sin embargo, a la llegada de Mauricio Kuri, este hizo las cosas calculadamente para no cumplir, con la estrategia de dividir a los campesinos beneficiarios a través de esquiroles de Martínez Peñaloza.
Consideró que era ceder demasiado y se negó a finalizar los acuerdos firmados, por lo que los campesinos al sentirse burlados, instalaron un plantón por más de seis meses frente al Palacio de Gobierno, buscando no conflicto sino sensibilidad y acuerdos, pero su respuesta fue la misma. Con dinero y poder, desgastar y dividir. A la fecha no ha cumplido un sólo punto de la minuta.
Y se presentó la oportunidad para los necesitados de votos. Hubo coincidencia de intereses y un importante grupo de campesinos tomó las instalaciones del Acueducto, el Estado respondió como sabe hacerlo, realizaron la marcha por el agua y negociaron como lo propuso el gobierno.
Pero este relato no tendría sentido si no destacamos una cosa que es importante que la gente note: que quienes hicieron la marcha contra el gobierno y la CEA, ahora andan agitados, con funcionarios de esa dependencia y del municipio de Cadereyta, entre veredas, pueblo por pueblo, tratando de convencer a los campesinos para que a cepten un pequeño lote de tierra a cambio de agua.
El orgullo y la dignidad no tienen precio y los campesinos antorchistas no se venderán. La CEA y demás políticos, se pueden quedar con sus esquiroles y con el dinero que algunos han sacado por la venta de la tierra que no les costó. Antorcha siempre ha tenido razón y por eso se niegan a resolver nuestras demendas. Pero las necesidades no se inventan, se resuelven. La población de Maconí, Cadereyta, Tolimán, Pinal, Amealco y de todo el estado necesitan agua, y dinero de sus impuestos hay y de sobra. La lucha continúa.
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