Este año se celebrarán elecciones a gobernador en los estados de Tamaulipas, Oaxaca, Hidalgo, Aguascalientes, Durango y Quintana Roo. Es decir, comenzarán los preparativos para designar a los mejores perfiles de cada partido, se prepararán los mejores discursos que penetren en la mente de los votantes, se delinearán todas las estrategias más prometedoras para el triunfo. Dirán: el pueblo tiene que hacer valer la democracia. La decisión está en tus manos. Y toda esa sarta de palabras melifluas que tienen por objetivo edulcorar el oído de los votantes. ¿Pero es en realidad el voto a secas la verdadera democracia?
Democracia: del gr. Démos, pueblo y kratos, autoridad. Gobierno en que el pueblo ejerce la soberanía. Esta es la definición que la Real Academia Española da a esta palabra. Los primeros estados en los que se tiene vestigio de una aplicación de la democracia fue la ateniense. Aristóteles habla de esa forma de organización en “Constitución de los atenienses”. Se dice que las características fundamentales de la democracia son dos: que se trataba de una democracia directa, en la que todos los ciudadanos participaban de las decisiones políticas y que todos los cargos públicos eran elegidos por sorteo entre el conjunto de los ciudadanos. La participación de los ciudadanos atenienses en la vida política se canalizaba a través de la institución más importante, que era la Eklesia, en la que participaban todos los varones ciudadanos mayores de edad
La finalidad de dejar asentada la definición de democracia y saber aunque fuere a grandes brochazos la forma en que se aplicaba la democracia en el Estado modelo, el ateniense, es para que el pueblo sepa y comprenda que la democracia no es solo ir a votar. Que los mexicanos cometeríamos un error más, pensando que el solo hecho de salir a emitir el voto es cumplir con la tarea histórica del momento. Esto sería seguir haciendo de la vida política un círculo vicioso. El pueblo sale y vota por el político que quiera, y el político decide en los próximos años lo que cree que le conviene al pueblo, aunque no tenga ni la menor idea de las verdaderas necesidades de ese pueblo que lo eligió. La democracia original consistía en que el Démos participaba en la legislación y la aplicación ejecutiva de las políticas, y no elegía a un gobernante para que decidiera por ellos.
¿Esto se parece poco a lo que en estos tiempos entendemos por democracia? Sin embargo, la desvirtuación del verdadero significado de democracia ha sido bien pensada, se emplean ingentes recursos mediáticos para que el pueblo acepte que su único deber es salir a votar. Ocasionalmente llegando a la coerción, es decir, sanciones en algunos trámites cuando las credenciales no están marcadas y evidencian que el dueño no salió a votar, o simplemente con un reproche al no votante, y le hacen cargar en su espalda la sentencia de que lo malo que pase en el país será su culpa por no haber salido el día de las elecciones.
Las nuevas formas de elegir a nuestros representantes han ido modificándose con el paso del tiempo. Irónicamente dicen que “hay más partidos que votantes”, pues políticos que en su partido inicial ya no encontraron cabida, forman uno propio, pues saben de las mieles que representa vivir del erario. Llegan al grado de agarrarle amor a vivir de la política y del dinero de los ciudadanos, aunque no sean capaces de aportar nada para el pueblo. Pero ¿qué sigue después de que resulta electo un candidato? ¿El pueblo tiene que esperanzarse a que ese político sea una persona sensible? ¿No habrá rencor político del electo cuando tenga que atender a quienes no le dieron su apoyo? ¿Se servirá solo del poder para hacerse de dinero él, su familia y sus más cercanos? ¿El pueblo merece seguir viviendo en la miseria administración tras administración?
El pueblo debe saber que ya en otros tiempos tuvo en sus manos la capacidad de decidir lo que se hacía, que en otros tiempos tuvo bienestar y prosperidad cuando las decisiones estuvieron en sus manos. Que no tenía que mendigar una vida plena. Que no eran reprimidos si levantaban la voz. Y también tiene que saber que Morena no es la esperanza de México. Morena reprime como cualquier gobierno autoritario, así lo han demostrado en la CDMX y en Veracruz por poner solo ejemplos. La verdadera alternativa de que el pueblo se libere es que ese pueblo sea capaz de organizarse y reventar las cadenas que lo atan al yugo. El pueblo posee una fuerza incalculable, pero está adormilado por tanta bazofia que se la meten en la cabeza de manera muy sofisticada. Hagamos pues, que en la vida política esté siempre presente el verdadero interés popular, y cuando se olviden del pueblo, seamos capaces de levantarnos como esa fuerza invencible que somos, capaces de barrer al político más astuto y siniestro. A aquél que miente y mata de hambre a los humildes.
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