Todos conocemos el desprecio que le tiene el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a las instituciones creadas por los partidos que gobernaron antes que Morena: “Al diablo con sus instituciones” es la frase con que dejó en claro que no le gustan los órganos autónomos y menos los que se crearon en la década de los 90, a la que llama despectivamente, el periodo “neoliberal”.
Ya se sabía que, a la llegada del entonces candidato al poder, daría una férrea lucha para desmantelar el edificio institucional del país, pues según él, son instituciones corruptas creadas por la “mafia del poder”. Pero esto tiene un trasfondo: lo que en realidad quiere y necesita es controlar a todos los organismos; hacerlos a su modo y con ello asegurar la permanencia de Morena en el poder.
Y sus amenazas se comenzarían a materializar ya como presidente: todos fuimos testigos de la batalla que se dio entre el Ejecutivo federal y el Instituto Nacional Electoral (INE), antes IFE. Su resentimiento por esta institución es porque considera que le robó el triunfo en dos ocasiones (2006 y 2012).
Pero una parte significativa de la ciudadanía le demostró a López Obrador que no es el dueño del país; que no es el único que puede paralizar la ciudad para boicotear reformas a modo y, sobre todo, para recordarle que la democracia se debe respetar sin importar el costo que represente.
La guerra contra el INE y contra otras instituciones que le estorban al presidente aún no termina, pero es de resaltar que el presupuesto del INE se ha ido ajustando. En el primer año de gobierno de AMLO, el instituto presentó un gasto neto de 18 mil 177 millones de pesos.
Para 2021, el año en que se llevaron a cabo las elecciones más grandes en la historia reciente (15 gobernadores, 500 diputados federales, 163 diputados locales, mil 910 ayuntamientos y 16 alcaldías), el gasto del INE repuntó en 74 % con más de 29 mil 997 millones de pesos.
Hasta aquí parecía que el tratar de desmantelar al INE ya era cosa del pasado, pero no, pues a casi a la mitad de su sexenio, AMLO planteó una reforma electoral en la que según el mandatario se evitarían fraudes como los que él padeció en 2006 y 2012, y crearía el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas.
Su propuesta también planteaba que disminuirían de once a siete los consejeros electorales, se eliminarían los financiamientos a partidos para actividades ordinarias y se desaparecerían los diputados plurinominales o las representaciones proporcionales.
Con la elección de 2024, está en juego la democracia del país, pues de ganar la candidata de Morena, la batalla por desmantelar el INE seguirá latiendo.
Sin embargo, esta propuesta no logró la mayoría calificada de dos tercios para modificar la Constitución, y entonces el presidente López Obrador siguió insistiendo y presentó su “Plan B”, el cual fue invalidado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo que causó el coraje y desprecio por este órgano democrático.
En medio de este debate político, el presidente entregó su último Paquete Económico de 2024, en el cual se pudo haber desquitado con el INE con un menor presupuesto. Pero al final le otorgó más de lo que el propio organismo solicitó y le asignaron 37 mil 770 millones de pesos, lo que significa el mayor presupuesto que se haya reportado desde 1991, año hasta donde se tiene registro.
Y no es para menos, pues en 2024 estarán en juego 20 mil cargos públicos como la Presidencia del país, nueve gobiernos, 128 senadores, 500 diputados y 16 titulares de alcaldías en la capital del país.
Con la elección de 2024, no sólo están en juego esos puestos públicos, además está en juego la democracia del país, pues de ganar la candidata de Morena, la batalla por desmantelar el INE seguirá latiendo y no sólo este organismo: todos contra los que no ha podido López Obrador.
Por esa razón, es necesario, hoy más que nunca, defender la democracia de México, defender a las instituciones, las haya creado quien las haya creado, gobernar con resentimiento está llevando a nuestro país al desorden social, al enfrentamiento entre la misma sociedad, a generar más pobres al servicio de Morena.
El pueblo de México tiene una gran tarea histórica: debe organizarse, educarse políticamente y dar la lucha por sacar a Morena del poder; debe entender que los programas sociales no fueron creados por López Obrador, y estos seguirán, aunque el ejército de “siervos de la nación” amenacen con quitarlos si no votan por los candidatos de Morena.
Vamos pues formando el movimiento revolucionario que México necesita; vamos a dar la lucha de la mano con nuestra querida organización, el Movimiento Antorchista Nacional.
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