MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Genocidio palestino, por la extrema concentración de la riqueza

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A pesar de la intensa campaña propagandista del imperialismo y sus apologistas, es innegable que en el mundo crece sin parar el repudio a las acciones militares del Estado de Israel contra el pueblo palestino que vive en la Franja de Gaza, bajo el pretexto de que combate a la organización “terrorista” Hamás, y hace uso de su legítima defensa, en respuesta a los ataques de esta milicia nacionalista del pasado 7 de octubre y el secuestro de ciudadanos israelitas.

La realidad es que los ataques de Israel sobre la Franja de Gaza están siendo totalmente desproporcionados y están afectando principalmente a la población civil e inocente que vive en esta porción de territorio de apenas 365 km cuadrados, lo que ha convencido a una parte considerable de la opinión pública mundial de que en esta región del Medio Oriente en realidad se está llevando a cabo una limpieza étnica en toda regla, parecida a la que en su momento los nazis de la Alemania de Hitler intentaron en contra del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. Crueles ironías de la historia.

El 29 de diciembre de 2023, el Estado de Sudáfrica presentó una denuncia contra Israel por el delito de “genocidio” ante la Corte Internacional de Justicia, el máximo tribunal, perteneciente a la Organización de las Naciones Unidas, encargado de dirimir las diferencias y pleitos legales entre los distintos países, así como de condenar las inobservancias a los tratados internacionales que protegen y reconocen los Derechos Humanos.

La clase trabajadora mundial debe estar muy informada de lo que ocurre en Palestina y condenar a Israel, pues este es el espejo de lo que puede ocurrirnos a los pueblos empobrecidos del planeta. 

La demanda de Sudáfrica utiliza como fundamento legal la Convención para la Prevención y Sanción del Crimen de Genocidio, existente desde el 9 de diciembre de 1948 y que en su artículo segundo establece que el crimen de genocidio consiste en: “cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal:

a) Matanza de miembros del grupo.

b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo.

c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial.

d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo.

e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.

La denuncia de decenas de fojas sostiene que Israel está “con la intención específica (dolus specialis) de destruir a los palestinos de Gaza como parte del grupo nacional, racial y étnico palestino”. Se trata, por ende, de una acusación matizada ya que no afirma que Israel organiza un genocidio, sino que permite que este se lleve a cabo.

Y para comprobar que dichas acusaciones son reales se reseñan algunas de las atrocidades más graves que el ejército israelita ha venido cometiendo contra los palestinos desde el 7 de octubre, pues tan sólo en tres meses, los ataques militares israelíes habían provocado la muerte de 21 mil 110 palestinos y al menos 60 mil 582 habían sido heridos; más 31 mil desaparecidos.

El número de muertos incluía al menos 10 mil 600 niños y 7 mil 200 mujeres, también a 335 integrantes del personal de salud y 117 periodistas.

Hasta el 3 de enero ya se contaba con 1.9 millones de palestinos desplazados, alrededor del 85 % de la población de Gaza, lo que había provocado que más de 400 mil personas padezcan enfermedades infecciosas y su vida esté en riesgo. Sólo funcionaban parcialmente trece de los 36 hospitales y toda la población de Gaza se encuentra expuesta a la hambruna, debido al intencional bloqueo de Israel a los corredores de suministros de ayuda humanitaria provenientes de otras partes del mundo.

Las imágenes de horror provenientes de Gaza, que se filtran a través de las redes sociales, no dejan lugar a la imaginación: Israel está cometiendo genocidio con la intención de aniquilar y despojar a los palestinos del último reducto de territorio que les queda.

He aquí una de las más grandes tragedias modernas, como resultado de la extrema concentración de la riqueza mundial a la que el capitalismo, como sistema de producción dominante, ha conducido a la humanidad.

Según datos recientes del informe Desigualdad S. A. El poder empresarial y la fractura global: la urgencia de una acción pública transformadora, de la organización Oxfam Internacional, en tan sólo tres años, como resultado de la crisis global, más de 5 mil millones de seres humanos (el 60 % de la población mundial) se empobreció más, mientras que 5 de los más grandes multimillonarios del planeta duplicaron sus fortunas, pasando de 405 mil millones de dólares a 869 mil millones, con un ritmo de crecimiento de catorce millones de dólares por hora. Así pues, en la actualidad, el 1 % de los más ricos del planeta concentra en sus manos el 90 % de la riqueza global, mientras que el restante 99 % se tiene que repartir el 10 %.

Pero, a pesar de esta extrema concentración de la riqueza mundial, el proceso de acumulación capitalista no se detiene; al contrario: cada vez se acelera más y cada vez asume formas más violentas.

Este hecho explica por qué el Gobierno de Estados Unidos, representante y defensor de la élite capitalista global, en complicidad con los gobiernos de los viejos imperialismos europeos, se ufana en desatar más y más guerras alrededor del mundo, tanto para conquistar nuevos mercados y explotar materias primas, como para avasallar a las demás naciones del planeta y frenar el avance de cualquier proyecto de organización social alternativo al capitalismo explotador.

Llama la atención, por ello, un artículo publicado el pasado 17 de enero en el portal Rebelión firmado por el estadounidense William I. Robinson, en el que se lee lo siguiente: “La extrema concentración de la riqueza del planeta en manos de unos pocos y el acelerado empobrecimiento y desposeimiento de la mayoría han hecho que a la clase capitalista transnacional le resulte cada vez más difícil encontrar nuevas salidas para descargar enormes cantidades de riqueza excedente acumulada”, por lo que afirma que los transnacionales y sus agentes en los gobiernos han utilizado diversos métodos para acrecentar sus riquezas al margen de la producción, propiamente dicha, por ejemplo, acorralando a los países pobres para que contraigan inmensas deudas públicas; utilizando la especulación financiera, es decir, la venta de acciones en el mercado de valores; el saqueo de las finanzas públicas y, también, el cada vez más abultado gasto militar en la fabricación de armas altamente letales que deben ser vendidas, por lo que es indispensable que siempre existan guerras o agresiones armadas.

En la Franja de Gaza, al margen del dispendio de recursos del imperialismo en el uso de armas sofisticas y vehículos militares, el exterminio del pueblo palestino también persigue fines de acumulación de más riqueza en manos de la élite capitalista. El periodista en cuestión afirma lo siguiente: “a finales de octubre, cuando se intensificaron los bombardeos sobre la Franja de Gaza, Israel se dispuso a conceder licencias a empresas energéticas para la exploración de gas y petróleo frente a la costa mediterránea. Al mismo tiempo, una empresa inmobiliaria israelí, conocida por construir asentamientos en los territorios palestinos ocupados, publicó en diciembre sin ningún pudor un anuncio sobre la construcción de casas de lujo en los barrios pobres bombardeados de Gaza”.

Y, por si esto no fuera suficientemente indignante, William Robinson denuncia que en Gaza ya se aplica la teoría del “gran reinicio”, planteada por el economista suizo Klaus Schwab y apoyada por la élite capitalista mundial recientemente reunida en el Foro de Davos, que plantea la erradicación de la “humanidad excedente” como solución al incremento de la pobreza, la desigualdad social, la delincuencia y la crisis climática; es decir, la eliminación total de aquellos seres humanos a los que el propio capitalismo ha dejado sin empleos y condenado a la miseria en aras de beneficiar al gran capital transnacional y a la élite global: el gran sueño de Hitler finalmente llevado a cabo.

Por ello, la clase trabajadora mundial debe estar muy informada de lo que ocurre en Palestina y condenar con energía las acciones ilegales e inmorales de Israel, pues este es el espejo de lo que bien puede ocurrirnos a todos los pueblos empobrecidos del planeta.

Debemos, asimismo, apoyar decididamente los esfuerzos de los países que resisten la embestida del imperialismo, agrupadas en el Brics, de los que Sudáfrica es miembro, con Rusia y China a la cabeza pugnando por un mundo multipolar, más humano y justo en el reparto de la riqueza producida por todos. Esto sin olvidar que la primera gran tarea de los trabajadores es dar la batalla contra la concentración de la riqueza al interior de sus propias naciones.

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