Hoy me enteré que murió un ser humano, conocido mío, me entristece más de lo que yo mismo hubiese sospechado antes de tal acontecimiento... me parece necesario reflexionar sobre el hecho difícil de tratar; ya que aunque de manera consciente o inconsciente considero que es un camino que todo ser humano lleva, eso no quita el sentirse uno incapaz de poder resolver y revertir el hecho y digo antes de que suceda la muerte, que eso hasta ahora es irreversible, sino el poder adelantarnos a cualquier enfermedad que nos lleva a este hecho, y en ese proceso intervienen muchos factores que determina el mantenerse con o sin vida, como son las condiciones materiales, culturales y sociales de la humanidad en donde perdemos sensibilidad y no nos interesa nuestros congéneres.
Digo yo que muchos pudieran estar aquí en este mundo si nosotros buscaremos en unidad, condiciones de equilibrio materiales culturales y sociales, cosa que no sucede en la actualidad, y menos en el contexto actual y ante la pandemia provocada por la covid-19, muertes y más muertes y el remedio no llega, frío e insípido es el consuelo cuando no va envuelto en algún remedio, y esto sucede en buena medida debido a la gran insensibilidad de nuestro Gobierno federal que no le interesa quien se muera, al contrario parece que lo promueven más, para que así dejen de existir los pobres de este mundo, y porque los pobres de este mundo, pues por una simple y sencilla razón, no tiene como defenderse del virus letal, que en su severidad para acabar con la humanidad, ataca el sistema respiratorio, y sin los medicamentos y tratamientos de los especialistas, que cuestan un dineral, no les queda más remedio que despedirse de este mundo.
Las ciudades están sufriendo las peores consecuencias de la crisis, muchas de ellas con sistemas de salud sobrecargados, servicios de agua y saneamiento inadecuados y otros problemas. Este es el caso en particular en las zonas más pobres, donde la pandemia ha puesto de manifiesto desigualdades profundamente arraigadas de este mundo, dejando a su paso familias devastadas sin que a nadie le importe en lo más mínimo su dolor.
Hoy tenemos una oportunidad para reflexionar y reajustar la forma en que vivimos, de relacionarnos y reconstruir nuestras colonias, comunidades, ciudades pequeñas y grandes, en lo social, político y económico, sí, un modelo distinto al que prevalece, donde haya una mejor repartición de la riqueza existente para todo ser humano, donde prevalezca el humanismo justo, verdadero, sin caer en demagogias baratas y que la realidad sea la que respalde el hecho o hechos concretos.
Casi la cuarta parte de la población urbana mundial vive en barrios marginales, debemos trabajar por una recuperación económica, asertiva e inclusiva. Para ello hacen falta medidas decisivas, y también una cooperación más profunda entre las autoridades locales y nacionales. Las medidas de estímulo y otras medidas de alivio deberían ir en apoyo de respuestas a los casos específicos e impulsar la capacidad del gobierno local y dejar de lado la gran concentración en la toma de decisiones para el desarrollo de nuestro México querido. El referir cada que es posible y en esencia necesario, referimos el mal gobierno de Morena sin resultados contantes y sonantes a casi tres años de gobierno, con una gran deuda sobre todo con la clase trabajadora, ahora olvidada más que nunca, con promesas incumplidas de que "por el bien de todos, primero los pobres", ¿dónde está el beneficio para los trabajadores de México? Sin trabajo ni fuentes de empleo, el sistema de salud rebasado por la pandemia y por las necesidades cotidianas de la salud, por decir lo menos, un caos nacional sin ser alarmista. Nuestro mundo ha alcanzado un hito desgarrador: la pandemia de la covid-19 se ha cobrado ya de más de dos millones de vidas. Detrás de este número abrumador hay nombres y rostros: una sonrisa que ya sólo es un recuerdo, un sitio en la mesa que siempre estará vacío, una habitación donde resuena el silencio de alguien querido que no volverá. Lamentablemente, el efecto mortal de la pandemia se ha visto agravado por la ausencia de un esfuerzo nacional y global coordinado. En memoria de esos dos millones de almas, el mundo debe ser mucho más solidario.
Ha llegado el momento de actuar, pero sólo un pueblo unido lo puede lograr, de ahí que sea necesario financiar íntegramente el acceso a las herramientas contra la covid-19, cuyo objetivo es que las vacunas estén disponibles y sean asequibles para todas y todos.
Las principales economías del mundo tienen una responsabilidad especia; sin embargo, hoy vemos cómo existe una brecha en la vacunación, las vacunas están llegando rápidamente a los países de altos ingresos, mientras que los más pobres del mundo no reciben ninguna.
La ciencia está cosechando éxitos, pero la solidaridad brilla por su ausencia, algunos países están tratando de cerrar tratos al margen de los demás, incluso comprando más vacunas de las necesarias.
Los Gobiernos tienen la responsabilidad de proteger a su población, pero lo correcto y humanitario sería resolver el problema de manera unida y organizada a nivel mundial.
Urge que los fabricantes intensifiquen su compromiso de trabajar con el mecanismo en la creación de la vacuna y garantizar un suministro suficiente y una distribución justa, que los países se comprometan a compartir excedente de vacunas, lo que ayudaría a vacunar a todos los profesionales sanitarios del mundo de manera urgente y a evitar que los sistemas de salud se colapsen.
Hay que dar prioridad a otras personas que están en primera línea, como los trabajadores de la salud y las poblaciones de alto riesgo, y para ganarse la confianza de la población, debe aumentarse el nivel de conocimiento y confianza en la vacuna por medio de una comunicación efectiva basada en hechos.
Mientras la ciencia sigue abriendo nuevas vías de esperanza, recordemos también las medidas sencillas y de eficacia probada, que todas y todos los que las podamos llevar a cabo, realizarlas para mantenernos a salvo: usar cubrebocas, mascarillas, mantener el distanciamiento físico y evitar las aglomeraciones.
Nuestro mundo sólo puede atajar este virus de una manera: desde la solidaridad y la unidad.
La solidaridad global salvará vidas, protegerá a las personas y ayudará a derrotar a este virus despiadado.
Es por eso que lo repetiremos sin cansancio alguno y con más fuerza que antes, que la solución de los problemas del pueblo las debe y está obligado a encabezarlas el propio pueblo por su liberación, los años de vida, del Movimiento Antorchista Nacional, le dan los elementos para seguir invitando a los campesinos, a los obreros, a las amas de casa, que, si quieren un mundo que los favorezca, que las cosas cambien para bien, debe ser obra de ellos y solo de ellos. La lucha por las necesidades y demandas del pueblo, solo en compañía del pueblo pueden y deben ser resueltas.
Antorchistas y pueblo de México, el llamado de nuestro dirigente nacional, sigue en el mismo sentido desde que nace Antorcha, y es seguir preparándose para ganar la batalla política y desde el poder político mejorar las condiciones de vida de nuestra gente.
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