El examen de la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (Comipems) que se aplica a los estudiantes egresados de secundaria para evaluar los conocimientos que adquirieron en áreas como matemáticas, español, ciencias naturales, ciencias sociales y humanidades, es una de las pruebas significativas en la vida académica de los jóvenes mexicanos.
Cada año, centenares de estudiantes se enfrentan a este examen con la ilusión de quedar en alguna opción educativa de su preferencia. Sin embargo, un número inmenso es rechazado, lo que trae serias preocupaciones sobre el sistema educativo y sus implicaciones para el futuro de estos jóvenes.
Ser rechazado no sólo significa la pérdida de una oportunidad educativa, sino también un golpe a la autoestima y motivación de estos jóvenes.
Primero, el impacto emocional y psicológico que sufren los estudiantes que son rechazados por el Comipems, pues muchos de ellos pasaron meses preparándose arduamente, con el apoyo de su familia y maestros.
Ser rechazado no sólo significa la pérdida de una oportunidad educativa, sino también un golpe a la autoestima y motivación de estos jóvenes. La frustración y la sensación de fracaso pueden tener consecuencias duraderas, lo que afecta su confianza en el sistema educativo de nuestro país.
En segundo lugar, el alto índice de rechazo también pone en evidencia las limitaciones del sistema educativo en términos de capacidad y recursos.
La demanda de espacios en las escuelas de nivel medio superior supera con creces la oferta disponible: 285 mil estudiantes egresados de secundaria presentaron el examen de Comipems.
La mayoría deseaba ingresar a la UNAM, pero la máxima casa de estudios únicamente cuenta con 30 mil lugares, lo que obliga a miles de estudiantes a buscar alternativas que, en muchos casos, no están a la altura de sus expectativas ni de sus necesidades académicas.
Este desorden refleja una falta de inversión y organización por parte de las autoridades educativas, quienes deben anticipar y adaptarse a la creciente demanda de educación de calidad.
Por otro lado, es importante reconocer los esfuerzos y la participación de los estudiantes en el proceso Comipems de este año.
A pesar de los desafíos, especialmente en un contexto pospandemia que agravó las desigualdades y las dificultades de acceso a la educación, los jóvenes han mostrado una notable resiliencia y determinación. Su participación masiva es un testimonio de su compromiso con su futuro y su deseo de superarse.
Sin embargo, la solución a este problema no puede recaer únicamente en los estudiantes.
Es esencial que las autoridades educativas instrumenten políticas efectivas para ampliar la capacidad de las instituciones de nivel medio superior y mejorar la calidad de la educación. Esto incluye la construcción de nuevas escuelas, la contratación de más personal docente y la mejora de la infraestructura existente.
Hasta hace algunos días yo pertenecía a una secundaria; la mayoría de mis compañeros, 134 alumnos de tercer año, eligieron como primera opción la UNAM, otra parte el IPN y la minoría no va a estudiar por falta de recursos económicos.
La pregunta es: ¿Todos serán aceptados? En el ciclo escolar 2023-2024, sólo logró un sitio el 10.5 % de los estudiantes que buscaron incorporarse a las licenciaturas que ofrece la UNAM.
Esto significa que, de un total de 201 mil 512 aspirantes, sólo fueron aceptados 21 mil 346, mientras que los restantes 180 mil 166 fueron rechazados.
Las carreras más demandadas son Medicina y Psicología, con un porcentaje de aceptación menor al 2 %. El proceso de admisión es altamente competitivo, y miles de jóvenes buscan alternativas para continuar sus estudios, según La Jornada.
En conclusión, el rechazo en la prueba Comipems es un reflejo de las deficiencias del sistema educativo y un desafío que debe ser abordado de manera urgente y efectiva. Los estudiantes que no son admitidos merecen apoyo y oportunidades para continuar su formación académica, y es responsabilidad de todos: autoridades, educadores y sociedad.
Los estudiantes que quieren seguir estudiando, ¿lo conseguirán solos? Claramente no, porque de ellos no depende que se construyan más escuelas para que admitan a todos los aspirantes.
Así que la alternativa es unirse, organizarse, y el Movimiento Antorchista Nacional ofrece esa opción. Lucharemos juntos para garantizar un futuro más equitativo y prometedor para los jóvenes de nuestra patria.
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