México forma parte del 25% de los países más desiguales del mundo, según información del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la concentración de la riqueza en nuestro país es muy profunda, las 10 personas más ricas concentran la misma riqueza que el 50% de la población más pobre, situación que se ha agudizado a raíz de la pandemia por la Covid-19, período en el que las fortunas de estos magnates mexicanos se incrementaron en 29.7 por ciento, en contraste, creció el número de pobres en el país en 3.8 millones del 2018 a 2020, el origen de esta penosa situación, desde luego, es el factor pandemia; pero, se agrega de manera determinante la política económica del gobierno federal que por falta de apoyos provocó que alrededor de 2 millones de micro, pequeñas y medianas empresas cerraran parcial o definitivamente.
En el caso particular del estado de Guanajuato, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, realizada por el INEGI establece que en el tema del desempleo el cierre del año 2021, fue el más agudo de los últimos tres con 153 mil 583 personas sin trabajo, con respecto al cierre de 2020 en el que se registraron 139 mil 642 desempleados, este lastre tuvo un incremento de 13 mil 583 trabajadores sin empleo, que equivale al 9 por ciento.
El desempleo y los bajos salarios, además de la precarización de los servicios básicos y sociales a los que por derecho cualquier mexicano debería tener acceso, sumado el alto índice de marginalidad y pobreza de la población, están considerados como factores principales de la emigración; que en Guanajuato se ha convertido en un mal social que lo coloca en el tercer lugar a nivel nacional con más exportación de mano de obra, sólo después de Michoacán y Jalisco, con más de 1 millón 500 mil paisanos, dejando su energía y su vida misma en el vecino país, en busca de mejores oportunidades para su familia; con todo lo que esto conlleva, como la desintegración familiar; que por este solo hecho, no debiera ser presentada como un logro de gobierno, como lo presume el presidente de nuestro país, sino por el contrario, es una muestra más de que la actual administración federal no ha cumplido las expectativas de los mexicanos.
En este estado, el 42.7 por ciento de la población viven en pobreza y, el 50 por ciento de ésta, se concentra en cuatro municipios: Celaya, Salamanca, Irapuato y León, ocupando este último el primer lugar a nivel nacional, con 816 mil 934 personas en esta condición; mientras que la población no vulnerable pasó de 21.3% a 20.7%.
Dolores Hidalgo es uno de los diez municipios del estado con mayor pobreza extrema en el estado, 10 mil 180 habitantes la padecen, es decir el 6.29 por ciento; 72 mil 121 personas, que representan el 44.61 por ciento sufren pobreza moderada y el 29.92 por ciento de su población es vulnerable por carencias sociales, algunas las más apremiantes son la alimentación, la falta de accesos a la seguridad social; también presenta un importante rezago educativo que equivale a un 26 por ciento de su población; así como la falta a de acceso a vivienda.
Comento los datos de este municipio, por dos razones: primera, porque es la Cuna de la Independencia Nacional, el pueblo donde el cura Miguel Hidalgo inició el Movimiento de Liberación, que, por desgracia para México, no concluyó en favor de los que ofrendaron su vida en esa heroica gesta libertaria; segundo, porque quiero hacerles claridad a mis compañeros antorchistas dolorenses, que la tarea de lograr mejores condiciones de vida para sus familias, sigue pendiente.
Indudablemente que los datos expuestos en esta opinión, no pueden ser atribuidos exclusivamente a las actuales administraciones en los distintos órdenes de gobierno, son problemas consustanciales al neoliberalismo, modelo económico que predomina en el país desde hace 4 décadas y, que ha demostrado su ineficacia para distribuir la riqueza social, que nos tiene sumidos en una desigualdad terrible que cada día es más profunda, perjudicando en esa misma proporción a los más vulnerables, haciéndolos cada vez más pobres y aumentando su número cada día que pasa.
Pero, lo que si podemos y debemos expresar es nuestro repudio a la política de filias y fobias, aplicada por el presidente López Obrador, que tiene al estado sin obras elementales de agua potable, drenaje, electrificación, escuelas, caminos y un largo etcétera, que a quien más perjudica es al pueblo que las padece y a quien de palabra, dice defender, pero que en los hechos perjudica cada vez más.
El tiempo está poniendo al descubierto de forma más clara que el antorchismo acional, tiene razón al afirmar, que, con dinero a través de tarjetitas, no se combate la pobreza, así como el uso electorero de los programas sociales, pues, a pesar de ellos, la pobreza y la desigualdad crecen aceleradamente.
Con base en los resultados objetivos, los antorchistas no claudicaremos en nuestro propósito fundamental de organizar y educar al pueblo para que sea protagonista principal del cambio de modelo económico que requiere el país. Que conste.
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