Seguramente los mexicanos que se han dado cuenta de todo el desastre del gobierno de la autollamada Cuarta Transformación piensan que el verdadero problema que tenemos en estos momentos no es quitar del poder a López Obrador para colocar a otro igualmente improvisado. El verdadero reto es cambiar el proyecto de país que los morenistas y su jefe e ideólogo AMLO nos imponen a la fuerza por otro que nos asegure el bienestar económico, la superación científica, cultural y espiritual y plenas libertades civiles, sociales y políticas para todos los mexicanos.
Coincido con los analistas serios quienes señalan que, si las políticas del presidente fracasan es porque no sabe bien cómo beneficiar a unos a costa de restarle bienestar a otros. Esto lo lleva a tomar medidas que no benefician a nadie y más bien perjudican a todos. Como ejemplo están las madres trabajadoras sin guarderías; quienes se quedaron sin seguro popular y sin Insabi; quienes se quedaron sin despensas y sin comedores comunitarios; todos aquellos que se les rebajó el sueldo por su austeridad republicana; los padres de hijos con cáncer y sin la medicina que los salve; las madres sin la inmunización universal para sus bebés; a los diabéticos sin hemodiálisis; los que viven con Sida; entre otros. Y, obviamente, también los empresarios e inversionistas.
A pesar de los terribles errores mencionados, AMLO en su afán de conservar el poder a como dé lugar y al grupo político que lo acompaña, en plena carrera electoral hacia los comicios intermedios del 6 de junio, en un acto público en Oaxaca prometió una reducción en la edad para acceder a la pensión de adultos mayores, cuyo monto llegará a los 6 mil pesos bimestrales para el año 2024. Señaló que el beneficio se entregará ahora a partir de los 65 años, tres menos de los 68 que él mismo estableció al inicio de su mandato. De esta manera se les deberá entregar dinero a 10 millones 300 mil adultos mayores. Según las mejores casas encuestadoras, la amplia popularidad del presidente se deben a estas “ayudas” monetarias, justas y necesarias, y esta popularidad es que lo reafirma en la idea de que va por el camino correcto.
Especialistas advierten que si no se recurriera a más deuda para el gasto de pensiones, para el 2024 será un 170% mayor al actual, lo más seguro es que salga de una nueva reforma fiscal, es decir, viene una reforma fiscal, asimismo, consideran que el incremento en la cobertura y en el monto ejercerán más presión a las finanzas públicas, lo que reducirá el espacio presupuestal para financiar otras políticas públicas como salud, educación y sobre todo obra pública, o sea AMLO y la Cuarta Transformación se aprestan a seguir perjudicando a más de 100 millones de mexicanos. Estos son algunos de los resultados de las ideas y proyectos que vierte a raudales el Presidente.
La sociedad mexicana, es un organismo vivo, y como tal no acepta que uno de sus organismos se desarrolle en exceso a expensas de los otros porque, a la larga, moriría el conjunto. López Obrador está gastando grandes cantidades de dinero para ayudar a los más necesitados, pero con ello está dejando sin presupuesto a otros organismos del Estado que tienen a su cargo funciones igualmente importantes y decisivas para todos. Está haciendo crecer excesivamente la Secretaría del Bienestar, con lo cual acabará matando al organismo social completo si no lo detenemos a tiempo.
El dinero que gasta el gobierno sale, esencialmente, del bolsillo de los ciudadanos en forma de impuestos, y ese dinero aumenta cuando aumenta el número de contribuyentes o cuando cada uno de ellos paga más porque gana más. Ambas cosas ocurren solo cuando crecen la economía y el empleo. Por eso un gobierno responsable tiene que ocuparse seriamente y con sabiduría del crecimiento suficiente y sostenido de su economía; y esto incluye, desde luego, a las empresas y a las inversiones ya sean públicas o privadas. Sin embargo, López Obrador pide aplausos y votos por gastarse el dinero ayudando a los pobres mientras reduce a cero la inversión pública, lo que es un verdadero disparate, según los economistas.
En México, hace tiempo que venimos arrastrando un crecimiento mediocre; y hoy, a causa del mal manejo económico de López Obrador, en 2019 decrecimos -0.1%, y en 2020, ayudado por la pandemia, logró hundir el Producto Interno Bruto hasta un -8.4%. Crece enormemente el gasto por los programas sociales mientras la recaudación se encoge por el decrecimiento de la economía. Con todo ello, está claro que los mexicanos no podemos aguantar mucho tiempo bajo este ritmo. Se debe ayudar a los pobres, sí, pero en la medida en que lo permita la inversión pública en las áreas que la necesitan.
Estoy de acuerdo con los que sostienen que los pésimos resultados del gobierno de la Cuarta Transformación se originan y se explican por la formación científica y económica absolutamente deficiente, confusa, contradictoria y carente de coherencia y profundidad del presidente López Obrador que lo incapacita para enfrentar el dilema fundamental de su gobierno: o capitalismo o socialismo y el resultado de esta indefinición política es el que estamos viendo y viviendo hoy los mexicanos. AMLO cree que el Estado debe nacionalizar los recursos naturales del país, como el petróleo y la electricidad, pero confunde nacionalizar con socializar porque olvida que un monopolio estatal tendrá que seguir abasteciendo a la empresa privada, a menos que expropie y socialice la economía completa.
Por todo esto a los mexicanos, nos debe quedar claro que el problema no es quitar a López Obrador del poder, sino terminar con su errada y dañina política económica mediante un nuevo y revolucionario proyecto nacional, que hasta el momento no se ve todavía por ningún lado. De esta manera, los que buscamos un país mejor debemos aceptar que el verdadero reto es cambiar el proyecto de país. Cambiémoslo.
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