En las últimas semanas, el estado de Guerrero se ha sumido en una crisis humanitaria tras el paso devastador del huracán “Otis”. Mientras la población guerrerense evalúa los estragos dejados por el desastre, la respuesta del Gobierno de Morena ha sido catalogada como indolente e ineficaz, generando un profundo descontento en la región.
A más de un mes y medio del huracán, miles de damnificados siguen esperando una respuesta efectiva por parte de las autoridades federales. La falta de acción se traduce en la prolongada angustia de quienes lo perdieron todo, destacando la indiferencia del presidente López Obrador frente a la magnitud de la tragedia, especialmente en una de las regiones más empobrecidas del país.
Las imágenes que nos llegaron desde parte de la Costa Chica, la Costa Grande y Acapulco revelan comunidades enteras inundadas, evidenciando la insuficiente planificación y la falta de recursos destinados a la protección de las poblaciones vulnerables. Acapulco, que apenas comenzaba a recuperarse de anteriores embates naturales, se encuentra ahora transformado en una zona de guerra, con su aeropuerto bajo el agua, un colapso eléctrico generalizado y viviendas sepultadas por deslaves de cerros circundantes.
La respuesta del Gobierno federal ha sido, sin lugar a dudas, lenta e insuficiente. Pasaron días hasta que la Guardia Nacional y el Ejército aumentaron su presencia en la zona para contribuir en las labores de rescate y reconstrucción. Sin embargo, no se enviaron recursos esenciales para atender el desabasto de alimentos, agua, combustible y servicios médicos. La omisión en declarar la zona como desastre ha obstaculizado la llegada de fondos de recuperación tan necesarios.
Ante la indiferencia federal, los guerrerenses se han visto obligados a organizarse por cuenta propia. La búsqueda de desaparecidos, la remoción de escombros, la construcción de puentes provisionales y la recolección de víveres y ropa para los damnificados han recaído en manos de la población local. Resulta evidente que al Gobierno de Morena no le urge remediar la situación, dejando a la comunidad desamparada.
La administración de López Obrador tiene la responsabilidad ineludible de volcar todo su apoyo hacia Guerrero. Es imperativo destinar recursos para la reconstrucción y desarrollar planes para reubicar de manera segura a quienes lo perdieron todo. Morena debe asumir su papel en esta crisis humanitaria y evitar más pérdidas de vidas por omisión, pero esto no se vio claro, pues no hay apoyo para las comunidades afectadas por el huracán: ¡Morena abandonó a Guerrero en el PEF 2024!
López Obrador dijo que en diciembre pondría en pie a Acapulco, y ya estamos en diciembre: ¿se pudo levantar a Acapulco y a la Costa Grande? Porque para asegurar eso, necesita conocer la realidad que se está viviendo, tener los datos precisos, y si no, lo más aproximado que se pueda de las afectaciones y aplicar las acciones que atiendan, por lo menos, las necesidades más esenciales (alimentación y salud) de las familias humildes de manera pronta y oportuna; sin embargo, sus hechos y la realidad nos dicen que sus dichos son sólo una utopía para sorprender.
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