En todos los medios informativos de toda índole, televisión, radio, redes sociales, revistas, periódicos y más se ve, escucha y se lee sobre las campañas electorales que ya están en boga. Se elegirá a nuevos representantes en puestos de elección popular. Presidenta o presidente de la República, senadoras y senadores (128 cargos), diputadas y diputados (500 cargos).
De acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE), en total se elegirán más de diecinueve mil cargos, entre ellos gubernaturas, jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, congresos locales, ayuntamientos, juntas municipales y alcaldías.
Hoy hay que poner manos a la obra. Se necesita la intervención verdadera del pueblo; que lleve a sus representantes a las máximas tribunas para que desde ahí luchen por su emancipación.
Las elecciones más concurridas de México son las que suceden cada seis años, cuando se cambia al presidente de la república. Esperemos que en estos comicios no haya violencia como en otras ocasiones en las que los ánimos están a flor de piel.
Sabedores de que en estas elecciones, como en otras pasadas de las que tanto se queja el régimen actual, hicieron y hacen lo mismo eligiendo a sus sucesores, haciendo creer al pueblo que hay verdadera democracia. En estricto sentido no hay piso parejo para todos.
En la política mexicana se nos presenta a los candidatos como si fuera un “buffet” de comida, pues a pesar de que son varios los candidatos que se presentan como opciones para elegir, sólo es eso, los que están y que los partidos políticos designaron como representantes de su partido para ocupar tal o cual cargo de elección popular.
Al pueblo no se le permite verdaderamente elegir a sus representantes; se les presenta a los que ya previamente se eligieron en una elección interna de sus partidos, en el mejor de los casos, o compraron su candidatura para ser el próximo representante.
Es común escuchar quejas sobre las autoridades municipales, estatales y nacionales; es válido, pero ahora hay que poner manos a la obra. Se necesita la intervención verdadera del pueblo; que lleve a sus representantes a las máximas tribunas para que desde ahí luchen por su emancipación.
Esto tal vez es fácil de decir, pero en los hechos es más complicado. Se necesita la organización del pueblo y luchar como un solo hombre y como un solo ideal por el pueblo y por el país entero. Sí se puede: en eso está el Movimiento Antorchista Nacional, que ha luchado desde hace ya 50 años al lado del pueblo, organizándolo, educándolo, para fortalecer su conciencia y que se dé cuenta de que es el mismo pueblo el que lo llevará a ponerse de pie.
En estas elecciones 2024, razonemos sobre a quién vamos a apoyar, analicemos cuáles son las opciones menos peores para todos los puestos en los que nos toque elegir quién será el próximo representante.
Además de quejarse si no hacen bien las cosas, hay que exigirles que cumplan lo que prometen, que el pueblo no se deje y que reclame. Es momento de despertar y no dejarnos engañar por los mismos discursos.
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