En México vivimos actualmente tres crisis nacionales, la sanitaria, económica y social. Y como sabemos que todos los fenómenos tienen una causa y una consecuencia, la coexistencia de estas no es gratuita, es el resultado del manejo, a placer, de estos ámbitos por las autoridades históricamente responsables, pero también y, en mayor grado, de quién esté a su cargo en momentos de crisis que exigen respuestas concretas e inmediatas para frenar estas crisis o mitigar los efectos que estas producen.
El Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (OXFAM), organización no gubernamental creada con el objetivo de lograr un mayor impacto en la lucha mundial por reducir la pobreza, en el contexto de postpandemia actual en que vivimos una epidemia gradual de pobreza y desigualdad, inicia un documento titulado Vivir al día: medidas para combatir la epidemia actual de desigualdad en México diciendo que “para actuar eficazmente debemos comprender que ninguna crisis es natural. Todo lo contrario, las crisis solo existen cuando nuestras sociedades no están preparadas ante una emergencia”, y México, no estaba preparado para una emergencia sanitaria como lo demostró en los años más fuertes de pandemia de covid-19 y lo sigue demostrando, no estaba preparado para eventos de desastres naturales como lo vimos con las inundaciones, temblores y demás eventos similares que han pasado en el país, y por supuesto que, actualmente, México no está preparado para una crisis económica como la que vivimos hoy, en 2023.
El gobierno actual prometió mejorar las condiciones históricas de salud, pero no se ha logrado el objetivo. El propósito inicial del seguro social era cumplir con lo estipulado en nuestra Constitución de que toda la población estuviera afiliada a algún centro de salud, pero jamás se cumplió y hasta el momento la situación no sólo no ha avanzado sino que empeoró: hay desabasto de medicamentos, no hay suficientes especialistas que puedan atender a la población que padece enfermedades crónico degenerativas, las condiciones laborales del personal médico son deplorables y no se cuenta con infraestructura ni material adecuado para las actuales condiciones de salud.
Económicamente nuestro país está estancado. La crisis económica actual, que no es la primera ni la última en este sistema capitalista decadente, ha llevado a más gente a sentir la miseria en sus hogares; no hay empleo, los salarios son insuficientes y el aumento actual no responde a las necesidades actuales, los elevados precios de los productos de la canasta básica y los insumos energéticos han llevado a los pequeños emprendedores a abandonar sus locales y a probar suerte en el empleo informal como está pasando en Tlaxcala, donde además las autoridades municipales quieren desalojarlos por dar mal aspecto a la ciudad. Esta situación de buscar suerte en condiciones deplorables de trabajo los deja sin la posibilidad de tener un ingreso periódico y seguro, los deja sin seguro médico y las posibilidades de tener una vida digna son más improbables aún.
A estas condiciones básicas para que un ser humano pueda vivir someramente hay que sumarle las políticas mal orientadas de educación, la eliminación de decenas de programas sociales que apoyaban a los sectores más desprotegidos del país y la creación de nuevos proyectos mal dirigidos y aplicados, los recortes del presupuesto que estaba dirigido al bienestar de las grandes masas populares como la creación de obras y servicios básicos y que ahora está redirigido a las obras insignias del mandatario nacional que no han logrado regresarle a la comunidad sus frutos prometidos, la austeridad que le ha costado vidas al pueblo mexicano, la violación a los derechos humanos.
Todo lo anterior genera la tercera crisis, que es la social. La gente ahora tiene menos acceso a la información y a la educación, por eso aplaude las mentiras que se dan desde palacio nacional todas las mañanas y su situación de miseria los hace más dependientes de los programas míseros del gobierno.
Las emergencias no pueden evitarse ni los fenómenos climáticos, ni las enfermedades virales, ni los accidentes, pero las crisis sí. Estas sólo ocurren cuando una sociedad no está preparada para la emergencia y, si en México queremos evitar una situación de miseria sanitaria, económica y social, como la que hoy estamos viviendo, necesitamos abordar el problema de raíz porque existe una terrible pobreza y desigualdad que, desde hace muchos años, ha dejado en la desprotección a millones de trabajadores, estudiantes, campesinos, obreros.
Nuestro pueblo se muere de hambre y nuestros gobiernos siguen chupando la sangre de los menos fuertes, siguen sin ver la realidad y dejaron ya hace tiempo de escuchar la verdad. Pero no todo está acabado, el pueblo es fuerte, pero necesita saberlo, necesita dejarse educar y dejar su papel dependiente, pues de otra forma desconfiará de que un cambio por la vía legal es posible.
Un pueblo ignorante es peligroso, pero para caminar hacia un país mejor; en cambio, un pueblo educado y organizado es más peligroso aún, pero para las grandes élites que han ostentado el poder desde hace años. La educación es el alma de los pueblos y el abono para cosechar la libertad.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario