En la actualidad, se ha vuelto común para la población convivir con las injusticias sociales, abusos de poder, discriminación de género, raza, violencia, asesinatos, feminicidios. Lamentablemente, frente a esas graves situaciónes, los mexicanos se muestran insensibles e inmunes ante el dolor y el sufrimiento de sus congéneres. ¿Qué causa esta actitud? El egoísmo que cobra forma en la deshumanización, pero ¿Cómo combatir este fenómeno? ¿Qué deben de hacer los docentes para combatir la deshumanización?
Pensadores de la talla de Tomás Hobbes y Adam Smith han tratado de justificar que el egoísmo es parte de la naturaleza humana y, al mismo tiempo, han tratado de establecer que es motor del avance de las sociedades. La siguiente cita pone de manifiesto el peso que Smith le concedía al egoísmo: cada individuo intenta, mediante el empleo de su capital, que el ingreso anual de la sociedad sea tan grande como pueda. Por regla general, no intenta promover el bienestar público, ni sabe cuánto está contribuyendo a ello*.
Hay quienes desde una perspectiva biológico-evolutiva justifican el egoísmo como conducta natural. Esta posición sostiene que el egoísmo es una directriz básica de supervivencia con la que nacemos y que evoluciona en cuanto vamos entrando en contacto con la sociedad. La sociedad y las personas se necesitan mutuamente, y por eso se aprende a negociar en esta relación para no ser tan egoísta.
¿Realmente los hombres son egoístas por naturaleza? Veamos que dice Federico Engels: Hace muchos centenares de miles de años, en una época, aún no establecida definitivamente, de aquel período del desarrollo de la tierra que los geólogos denominan terciario, probablemente a fines de este período, vivía en algún lugar de la zona tropical una raza de monos antropomorfos extraordinariamente desarrollada. Darwin nos ha dado una descripción aproximada de estos antepasados nuestros. Estaban totalmente cubiertos de pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles, nuestros antepasados simiescos eran animales que vivían en manadas. Evidentemente, no es posible buscar el origen del hombre, el más social de los animales, en unos antepasados inmediatos que no viviesen congregados.
Esta explicación se sostiene y cobra solidez gracias a los últimos descubrimientos que la historia y la arqueología han arrojado. Entonces, ¿Por qué ante las mil y una desgracias que sufren mujeres, niños, estudiantes, campesinos, trabajadores, el pueblo se ha vuelto insensible e indiferente?
Vivimos en un sistema edificado sobre la avaricia que precisa de hombres que solo piensan en sí mismos y, por ello, por medio de muchas vías, desde la escuela, amigos, familia, medios de comunicación, se nos ha inculcado preocuparnos y ocuparnos solo de nuestra suerte y nada más de nuestra suerte, pues para alcanzar el fin último de acumular y acumular riquezas no hace falta pensar en los demás.
Por ello, los mexicanos se comportan de tal forma que, las 34 mil 554 mil muertes causadas por la violencia que se ha apoderado del país; las más de 320 mil muertes por la covid-19, los mil delitos que se cometen en contra de las mujeres, los 32 millones de desempleados y los 54 millones que viven en la pobreza, no solo les resultan situaciones normales, naturales, sino que parece que al no afectarles, al no ser perjudicados ellos directamente, nunca sentirán la necesidad de cambiar este estado de las cosas.
¿Qué es lo que hay que cambiar para corregir de raíz los males que vivimos los mexicanos? Definitivamente, hay que cambiar las relaciones de explotación del hombre por el hombre; para ello, es necesario cambiar a los individuos que viven bajo ese sistema y al sistema mismo.
Para lograr un país nuevo, sabio, diferente y superior, que es lo que el antorchismo propone, es necesario formar hombres nuevos, individuos con otra mentalidad, con otra idiosincrasia, y eso se logra a través del estudio, del arte y de la cultura**. Esta noble e importantísima labor debe recaer en los docentes e implementarse en las escuelas.
Para realizar esta tarea, el docente debe tener como cualidades la humildad, el amor, valentía, tolerancia, decisión, seguridad, paciencia y alegría de vivir***. Un docente con estas cualidades le devolverá a la educación su carácter humano, su carácter solidario, su carácter verdaderamente formativo.
Los docentes también debemos imprimir un carácter científico a la tarea de enseñar porque nuestra función no se agota con la enseñanza de la matemática, de la geografía, de la sintaxis o de la historia, nuestra tarea exige un compromiso a favor de la superación de las injusticias sociales****. Nuestra tarea exige nuestro compromiso para acabar con el egoísmo y el capitalismo que es el responsable de todas las desgracias que vive nuestro país.
De no modificar el sistema económico en el que vivimos las escenas terroríficas que acabamos de ver en el estadio de futbol de Querétaro, seguirán como el pan nuestro de cada día.
*Adam Smith, La riqueza de las naciones.
**MACM
***Paulo Freire, Cartas a quien pretende enseñar
****Ibid
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