En el año 1994, a iniciativa del incipiente antorchismo en Chimalhuacán, en el Estado de México, se perfiló la necesidad de crear una escuela para la formación de docentes, es decir, la creación de una escuela normal. Como todos los proyectos en los que se enfrentan a lo desconocido, hubo dudas, pero también hubo entusiasmo.
La necesidad de maestros ante el reclamo de escuelas de nueva creación era reiterada. Ahí donde surgía una nueva escuela los jóvenes antorchistas se enfrentaban a la falta de maestros, sobre todo porque se trataba de lugares donde aún no se contaba con escuela, es decir, una construcción mínimamente aceptable, que el nombre lo llevaba porque debajo de un árbol, en un lugar con sólo techo de láminas de cartón, ya ni que decir de la Clave de Centro de Trabajo (CCT), existían. Sólo el trabajo voluntario de jóvenes soportaba las grandes dificultades de enseñar sin las condiciones mínimas.
Para ese entonces, finales de la última década del Siglo XX, los principales proveedores de maestros era la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, la Normal, como se le conoce, la Universidad Pedagógica Nacional, en sus diversos planteles, o las normales de los estados, incluidas las normales rurales, sólo que sus egresados preferían escuelas que les aseguraran una plaza, nombramiento oficial como maestro y en un lugar donde no tuvieran que enfrentar penurias.
Y las escuelas que formó el antorchismo en Chimalhuacán en sus inicios, estaban alejadas de los “privilegios” que da la oficialidad; eran escuelas, como ya dijimos, en la sombra de un árbol o en un espacio con paredes y techos de cartón, así que no ofrecían ningún interés a los egresados de las escuelas normales oficiales ya existentes.
Los lugares más recónditos, los de mayor dificultad, fueron la escena de su primer trabajo como educadores egresados de la ENIMA, ahí se hicieron maestros verdaderamente, ahí conocieron las necesidades de las comunidades
Para el año 1998 ya se encaminaba la primera generación a satisfacer la necesidad de escuelas, muchos de ellos tuvieron que sufrir la falta de un salario, vivían de la cooperación de padres de familia, de la colecta pública, iban a la incertidumbre, pues su “escuela” no tenía su CCT, ni edificio, ni nada. Sólo el trabajo financiero del antorchismo sostuvo, por mucho tiempo, a los maestros que, en algunos casos, pasaron más de cinco años sin recibir un pago oficial.
Así, con esa necesidad, fue fundada la Escuela Normal Ignacio Manuel Altamirano (ENIMA), en el municipio de Chimalhuacán, en el Barrio Acuitlapilco, para ser precisos. Los alumnos estaban avisados, se le iba a sufrir para el reconocimiento de la normal, en primer lugar y, por ende, de sus estudios, aun así, la respuesta fue: le entramos. También fueron informados de las dificultades que tendrían para abrirse espacio en el terreno laboral, a un egresado de una normal de un municipio en que se carecía de todo, las puertas no se iban a abrir tan fácil.
La danza, el canto, la poesía, el teatro, futbol, voleibol, basquetbol, natación, todas las áreas culturales y deportivas muy pronto fueron parte de su quehacer y su formación, tampoco tardó mucho tiempo para que se hablara de la calidad de sus maestros y de sus grupos culturales.
Los lugares más recónditos, los de mayor dificultad, fueron la escena de su primer trabajo como educadores egresados de la ENIMA, ahí se hicieron maestros verdaderamente, ahí conocieron las necesidades de las comunidades a donde llegaron, disfrutaron de la fraternidad que sólo se vive entre los humildes, ahí vivieron la ternura de unos padres que luchaban hasta lo imposible para que sus hijos aprendieran a leer y escribir y, luego a hacerse profesionistas, y del agradecimiento que le profesaban a los maestros de sus hijos, a veces con humildes obsequios el día de su cumpleaños o en la celebración del día del maestro.
Treinta años después del proyecto normalista del antorchismo chimalhuacano su edificio central ya no está en su lugar de origen, ahora es un edificio moderno, con salas de trabajo y cómputo, con una unidad deportiva, distante kilómetro y medio del original, ya no sólo se imparte la licenciatura para maestro de Educación Preescolar y Educación Primaria, ahora también se imparten las licenciaturas en Educación Física y Enseñanza y Aprendizaje en Educación Secundaria, con sus especialidades en Inglés, Matemáticas y Español, sus egresados son reconocidos por la calidad de su formación académica, pero también por su formación humanista, que los hace sensible al sufrimiento de sus semejantes
Además de contar con su CCT que le permite extender los títulos profesionales a sus egresados, también ha participado en proyectos y su realización de acciones en beneficio de las comunidades, como su participación en la primera década del presente siglo, en el Programa “Yo sí Puedo”, en el que fueron la pieza principal para la alfabetización de todo Chimalhuacán, con el método y apoyo del profesorado cubano, por citar un ejemplo de la vinculación de la ENIMA con la solución de los problemas de la sociedad.
“Formando al Hombre Nuevo desde 1994” es uno de sus slogans de trabajo. A decir de los mismos estudiantes, ese el verdadero reto, “crear a un hombre nuevo, alejarlo de los individualismos, hacerlo fraterno, y, en los tiempos actuales, recuperar la calidad educativa para todos los mexicanos”
Según la doctora Arcelia Martínez Bordón, académica en el Departamento de Educación de la IBERO, en relación con la medición educativa (PISA) que hace la OCDE en 2022, “que México haya quedado en el lugar 51, de los 81 países que fueron evaluados, refleja un retroceso de 20 años en nuestra educación”, (IBERO, 21 de diciembre de 2023). A esta situación hacen referencia los estudiantes normalistas cuando se refieren a la recuperación de la calidad educativa.
El pasado 31 de mayo la comunidad de la ENIMA realizó el acto conmemorativo de su 30 aniversario, el evento fue un verdadero banquete cultural, en el que se puede apreciar la fama de que se han hecho; grupos artísticos de gran calidad, particularmente los de danza folclórica. Ahí estuvieron sus directivos, ahí también el dirigente del antorchismo en Chimalhuacán, Telésforo García Carreón. El reconocimiento a su labor en los treinta años de la escuela normal era obligado, no tanto por la cercanía de su origen, sino por un trabajo de todos los días en la formación de maestros de calidad académica, artística y deportiva, pero, sobre todo, con calidad humanista.
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