La crisis hídrica es una realidad que ronda amenazante México y el mundo entero, situación que afecta, como en todos los casos, a las personas que no cuentan con recursos económicos suficientes para pagar el deficiente servicio que brindan las autoridades y además comprar el líquido en pipas, a muy alto costo.
Tal es el caso de Chilpancingo, capital del estado de Guerrero, donde la pipa chica —3 mil 500 litros de agua— tiene un costo de 400 pesos y la grande 800 pesos en zonas céntricas y 900 en colonias de la periferia.
En Guerrero —el segundo estado más pobre de México según datos oficiales— y en Chilpancingo hay agua, pero no infraestructura para que llegue a los hogares de los guerrerenses.
Desde hace muchos años, el suministro de agua potable ha sido bandera política de candidatos de todos los partidos, que llegando al poder olvidan esta promesa de campaña. Cumplirla equivaldría a gastar millones de pesos en infraestructura hidráulica, totalmente fuera del presupuesto que ejercen los ayuntamientos y prefieren utilizar el recurso en pago de nómina de los trabajadores.
En Guerrero —el segundo estado más pobre de México según datos oficiales— y en Chilpancingo hay agua, pero no infraestructura para que pueda llegar a los hogares de los guerrerenses, tampoco hay interés de las autoridades para gestionar recursos y resolver este problema que, conforme pasan los años, se agrava. El desabasto de agua es un problema que ninguna administración municipal ha resuelto.
De manera oficial, tres sistemas suministran agua a unas 700 colonias de Chilpancingo: Mochitlán, Omiltemi y Acahuizotla, que distribuyen el líquido a los hogares cada quince días, un mes y hasta cuatro meses, en caso de las colonias más alejadas y por consiguiente, con más necesidades.
En contraparte, Guerrero es uno de los tres estados que concentra la mayor cantidad de agua en el país. De toda el agua potable disponible en México, poco más del 48 por ciento se encuentra en Guerrero, Oaxaca y Chiapas, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Con estos datos se reitera que sí hay agua, pero no autoridades interesadas en gestionar e invertir recursos en infraestructura hidráulica para llevar agua a la población.
Por la entidad guerrerense pasa el río Balsas, el más importante de Guerrero y uno de los diez más largos del país, con una longitud entre 771 y mil kilómetros que recorre también Michoacán, Puebla y Tlaxcala. Los niveles bajos del río Balsas alertaron a la población, que incluso, a la altura de Ciudad Altamirano puede atravesar caminando el afluente.
En Chilpancingo, el Gobierno morenista de Norma Otilia Hernández Martínez intentó calendarizar el servicio de agua potable con la intención de contener los bloqueos y protestas por el deficiente servicio; no funcionó.
La falta de acceso al agua potable afecta la calidad de vida y salud de la población, que urge a las autoridades medidas concretas para mejorar este indispensable servicio, brindado de manera deficiente por la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Chilpancingo (Capach), dependencia a la que además acusan de realizar cobros excesivos y arbitrarios; las protestas para exigir agua en los hogares, frenar los cobros excesivos y la devolución del dinero que la Capach cobró de más, continúan y se incrementarán en los próximos días.
Colonos denuncian que no tienen agua para asearse ni para realizar sus actividades cotidianas como lavar ropa, trastes y otros enseres domésticos. El hartazgo de la población es evidente y se prepara para participar en la protesta convocada por el Movimiento Antorchista, denominada “Marcha de las cubetas vacías”, que se realizaría el 26 de marzo en Chilpancingo, con el único objetivo de exigir el suministro regular de agua potable en los hogares de la capital del estado.
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