López Obrador llegó a la presidencia de la república con la bandera del combate a la corrupción; se tendrán miles de millones de pesos adicionales para mejorar la atención a los más pobres y se acabarán los privilegios de quienes saquearon los bienes del país, aseguró.
Cuando un sistema económico y político está diseñado para servir a los grandes capitales y no para mejorar las condiciones de las mayorías, se requiere renovar al partido gobernante, con un nuevo discurso y así prolongar la existencia de este injusto modelo económico.
Así es como aparece la "nueva opción", la pobreza y el sufrimiento que padecen millones de mexicanos los convierte en presa fácil del demagogo y sus falsas promesas.
El Presidente repite todos los días su política de combate a la corrupción, sabe que le atrae la aprobación de los que viven de su trabajo o de vender su fuerza de trabajo, porque asocian su vida de penurias, con los corruptos del pasado causantes de su desgracia, sin poder analizar más a fondo, se conforman con esa explicación.
La sociedad capitalista está diseñada para servir a la empresa privada, a la producción de mercancías y a su venta para la obtención de ganancia, obligar al obrero a trabajar a marchas forzadas y pagarle los salarios más bajos posibles, así funciona el sistema capitalista mundial y el estado burgués se encarga de que todo marche sobre ruedas, sin sobresaltos.
Y de toda esta riqueza social, producida por las manos de los trabajadores, donde la constante es acumular riqueza, unos lo hacen de manera legal y otros de manera ilegal. Entonces no se puede analizar el problema de la corrupción desde el punto de vista del comportamiento de los individuos, sino desde un fenómeno que se presenta en las economías de mercado.
La solución de fondo para combatir la corrupción es la intervención del Estado, para que ponga orden en un sentido muy preciso, que cada quien reciba la justa proporción entre lo que da y lo que recibe. O lo que se conoce también como el reparto equitativo de la riqueza social. El gobierno tiene que entender bien el problema, contar con la firme decisión, pues tiene todo el peso legal para actuar.
La desigualdad en la riqueza es ahora mucho peor que antes, todos los problemas se agudizan, la seguridad pública, la educación, la salud y estamos en una aguda crisis económica por la pérdida de miles de empresas y despidos masivos, es el momento de actuar.
Según el ranking de la consultora Transparency International, existen países con poca corrupción, en particular los escandinavos. Esto se debe a que estas sociedades de corte socialdemócrata, son relativamente más homogéneas. Sus ciudadanos se sienten iguales y no toleran que alguien saque ventaja de forma ilegal. Asimismo, por su alto nivel de contratación colectiva, hace que los trabajadores se sientan protegidos.
La corrupción se da en todos los países y en todas las épocas. En el capitalismo se dan con más frecuencia los casos de corrupción en los países en vías de desarrollo (como México), donde se combinan salarios bajos, abuso de los cargos públicos y de querer hacerse rico a como dé lugar. La corrupción, es una de las formas ilegales de repartir la riqueza, en un país con una marcada desigualdad, anida imperturbable la corrupción desde las más altas esferas del poder.
La verdadera salida es el combate a las causas que provocan la desigualdad social, y no el cuento de la lucha anticorrupción.
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