Inició un nuevo año, con un panorama no menos alentador que el que culminaba, enero de 2021 avizoraba un año difícil para la masa empobrecida y, para la Educación de los humildes, tampoco existía claridad.
¿Qué hacer ante las necesidades de la comunidad estudiantil? ¿Cómo enfrentarse a los nuevos retos que la coyuntura ponía frente a nosotros? ¿De qué manera garantizar una Educación de calidad en las circunstancias actuales? Parecían preguntas generales pero que muy pocos podían responder.
Ante todas estas interrogantes, fue el mismo pueblo quien, nuevamente, ha sostenido con toda su fuerza, una barrera infranqueable que se dignifica con su ardua labor, con su inagotable trabajo. A lo largo del país pudimos darnos cuenta que, a pesar de las vicisitudes, la gente seguía trabajando, y hacía girar cada uno de los engranes de esta compleja maquinaria llamada México.
Para los estudiantes, la situación no se tornaba distinta, el aprender a manejar sistemas complejos para la asistencia a clases virtuales, el tener que trabajar y estudiar al mismo tiempo para poder aportar económicamente a sus hogares y, al mismo tiempo, convertirse en los profesionistas que México necesita, entre otras tantas tareas, daban sin duda, muestra de lo que puede hacer la juventud mexicana.
Sin embargo, al mismo tiempo que el heroísmo es reconocido, las autoridades estatales daban “chispazos”, intentos fallidos de programas que, lejos de atenuar los problemas de la comunidad estudiantil, dejaron desnuda, una vez más, la increíble desigualdad que se vive en México y de la que son victimas el 98% de la población mexicana.
El “Aprende en Casa”, por ejemplo, dejó en claro, en primer lugar, el nulo contacto de la SEP con docentes cercanos a las comunidades más necesitadas. Pues, desde el principio, no hubo atención a los grupos más vulnerables, a aquellos que hablaran una lengua indígena, a aquellos que no pudieran ver, escuchar o hablar y un sinfín de particularidades más. La Educación, estaba en manos de conductores de televisión y no de los docentes calificados.
De la mano con lo anteriormente dicho, queda en evidencia también, que nunca hubo un estudio real y objetivo de las necesidades de la población estudiantil, nunca se visitó las escuelas ni comunidades, ni se realizaron diagnósticos para saber sobre qué punto de partida iniciar a dar clases, parece mentira, pero la Educación de los niños mexicanos dependía de la Televisión. Al mismo tiempo se evidenciaba que en los hogares mexicanos, la mayoría del pueblo no contaba con los elementos básicos para poder nutriste del “ingenioso” mecanismo y tomar clases. Sin contar que, en la mayoría de los casos, las familias necesitaban más de uno de estos aparatos electrónicos, uno por cada miembro de la familia que se encontraba estudiando.
“La Escuela es nuestra” fue otro intento fallido, por parte del Estado, para poder rehabilitar las instituciones que, al ser abandonadas tras la pandemia, sufrieron deterioro, saqueos, etc. Nunca se atendieron las necesidades de la comunidad estudiantil, dejando a la deriva a los maestros y alumnos que retornaban a clases presenciales tras la clarinada del gobierno Federal.
Y así, podríamos describir uno a uno los “intentos” y la “buena voluntad” del gobierno para atender las necesidades de nuestras instituciones, sin embargo, los resultados se sintetizan en uno solo: la indiferencia de nuestras autoridades ante las dificultades que afronta el sector más pobre de nuestro país. Pero ahí, donde parece más oscuro y denso el problema, una vez más los estudiantes se unieron en una campaña nacional de denuncia, en todo nuestro país, lonas, mantas y cartulinas, adornaban las instituciones y las convertían en trincheras de guerra ante un enemigo en común, la insensibilidad del gobierno federal para atender las necesidades de los estudiantes.
En Chiapas, se hicieron también múltiples mítines y cadenas humanas, que hacían que la voz de los estudiantes resonara hasta las altas cúpulas del poder, haciendo que los poderosos temblaran ante la exigencia de los hermanos del jaguar. El próximo año, seguramente traerá consigo nuevos retos y problemas, sin embargo, los estudiantes, también tenemos la experiencia de otro año, que culmina, lleno de trabajo, de mérito y esfuerzo que, sin duda, nos darán más herramientas para el nuevo año. Así debe ser.
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