El resultado económico de un país es la mejor manera para evaluar a los gobiernos en turno y en el caso de México, el panorama no es nada halagüeño. Actualmente, son muchos millones de familias que no pueden cubrir sus principales necesidades, van al día con sus muy escasos recursos económicos para cubrir los enormes gastos de transporte, alimento, salud, educación, calzado, vestido, servicios públicos.
Quienes tienen empleo, para sobrevivir tienen que trabajar horas extras, doblar turno y de plano, las esposas, además de trabajar en las labores del hogar y atender a la familia, se ven obligadas, junto con sus hijos, a incorporarse a trabajar para incrementar un poco el ingreso familiar.
Y la interrogante inevitable es… ¿A dónde se van a laborar? De acuerdo con los datos proporcionados por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), del Inegi, al cerrar su corte en el mes de octubre, se registraron 32.4 millones de mexicanos que trabajan en la informalidad, es decir en la calle, mientras que el empleo formal solo alcanza 26.1 millones de plazas activas a lo largo del país.
Aquí, en estos datos oficiales se puede observar con toda claridad cómo va creciendo el fenómeno del trabajo informal. En enero 2020 eran 30.6 millones; en abril de ese mismo año, 20.7 millones; para marzo de 2021, 30.21 millones; diciembre 2021 pasó a 32.2 millones y octubre 2022, 32.4 millones de mexicanos, que representó 55.7 por ciento de toda la población ocupada, que trabaja en la informalidad en todo el país, y un incremento de 985 mil personas en la informalidad respecto al mismo periodo de 2021.
La encuesta también arroja que 7.6 millones de personas con trabajo informal, corresponden al ámbito de empresas, gobierno e instituciones; 5.8 millones al sector agropecuario y 2.2 millones al servicio doméstico. En los hombres, el trabajo informal presentó un alza de 330 mil personas, al pasar de 18.9 millones en el segundo trimestre de 2021 a 19.2 millones en el mismo periodo de 2022. Respecto a las mujeres, se señala que pasaron de 12.1 millones en 2021 a 12.8 millones en 2022, y las tasas más altas de informalidad laboral por estado se reportaron en Oaxaca (80.5 por ciento), Guerrero (79.7 por ciento) y Chiapas (76.2 por ciento).
Desde luego, el trabajo informal ha sido la solución a una presión diaria que padecen 32.4 millones del mexicanos, pero que calculadamente por interés político, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador tramposamente oculta para evitar más rechazo a su administración. Los trabajadores sometidos a este trabajo llevan una vida de sufrimientos, no están protegidos por la legislación laboral, ya que pueden emplearse en una empresa formal sin recibir el mismo salario y los patrones no se ven obligados a firmar un contrato, no los incluyen en instituciones de salud y tampoco tienen derecho a obtener un crédito para la vivienda y prestaciones de ley.
Pero a los trabajadores que se autoemplean sin tener un ingreso seguro, el gobierno revolucionario y enemigo del neoliberalismo de la 4T los considera trabajadores. Son los que abarrotan los tianguis para vender cualquier cosa, lo que encuentran, saturan las calles y se emplean por temporadas. Toda una movilidad de millones de personas y aun así el presidente sale a declarar en sus mañaneras que “vamos bien, requete’ bien”.
Sin embargo, los trabajadores informales desde luego no gozarán del volátil incremento del 20 por ciento al salario mínimo a aplicarse a partir de enero del próximo año, que tanto presume López Obrador, con el que dice que reducirá la pobreza.
Los trabajadores informales tampoco tienen ningún derecho a las llamadas vacaciones dignas, recientemente acordadas por los legisladores en la modificación de la Ley Federal del Trabajo (LFT) para duplicar los días, de seis a doce días continuos.
En el trabajo informal se trabaja todo el año, aunque sea humildemente, no se come, no se viste y no se sobrevive. Así, ante la necesidad, son clientela cautiva de expertos manipuladores como AMLO y sus colaboradores, que, con su mismo dinero, los controlan políticamente con tarjetitas compradoras de conciencias.
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