Yo también creo que aún es muy difícil predecir el momento exacto, la trayectoria, la intensidad y las consecuencias de los fenómenos meteorológicos como los que nos han azotado en los últimos tiempos, sobre todo los que vienen del Océano Pacífico. Pero lo que yo ya no creo, es que no se pueda predecir que inevitablemente nos azotarán. Es decir, hasta el más iletrado habitante de las cercanías a las costas y sus alrededores, entiende bien que no se puede saber cuándo ni cómo llegará un huracán; pero lo que sí sabe, y con mucha certeza, es que llegará.
¿Por qué, entonces, las autoridades gubernamentales no invierten lo suficiente y con mucha anticipación, en la infraestructura en general ahí donde se necesita? Pero, sobre todo, ¿por qué no invierten con anticipación en las viviendas, pueblos y colonias de los habitantes más pobres, para salvar a los trabajadores de futuras tragedias?
He aquí de nuevo, el verdadero y único interés del modelo de producción capitalista: producir mercancías para el mercado, sin importar si el productor mismo de ellas, sufre o muere.
Las funestas consecuencias del último de los fenómenos que refiero, las conocemos ya casi de sobra por lo que ocurrió recientemente en la zona del litoral del estado de Guerrero.
Sólo por citar los datos oficiales (muy conservadores, por cierto) en el documento emitido por el Gobierno federal sobre la Declaratoria de Desastre, se afirma que “Otis” causó daños en 47 de los 84 municipios que componen el Estado. Se señala ahí que, además de Acapulco y Coyuca de Benites, los municipios más afectados fueron “Chilpancingo, Apaxtla, Arcelia, Petatlán, Pungarabato, Técpan de Galeana, Tlalchapa y Zirándaro, entre otros; donde…dejó hasta el momento la cifra de 46 muertos y 58 desaparecidos” (El Noticiero, 3 de noviembre de 2023).
Y dicen ya que la tragedia inevitable no tiene comparación alguna con lo más reciente. Pero no es así. Lo que sucede es que la memoria colectiva, y sobre todo aquella inducida por la memoria tendenciosamente oficial, tal como pasa con un trauma individual, procura siempre olvidar lo doloroso e indeseable. Pero nada hay que escape al carácter fatal de la naturaleza. Ahí donde pasó, pasará. Y si buscan ignorar caprichosa y mezquinamente el carácter científico de los fenómenos naturales, habrá siempre algo que lamentar.
Pero hasta la naturaleza obra con lealtad cuando se le sabe tratar con seriedad científica. Ni Lidia ni “Otis” ni ningún otro fenómeno natural aparecido o por parecer, llegaron nunca ni llegarán de la nada. Lo que pasa es que, a nuestros gobiernos al servicio del gran capital, les ocupa más la compra de conciencias con miras al próximo proceso electoral, que la seguridad misma de sus gobernados.
Hablando sólo del Pacífico mexicano, antes que “Otis” llegó “Lidia”, y antes que “Lidia” estuvo la tormenta tropical “Max”. Aquí, una nota que refleja bien lo que digo: “El huracán Lidia ha tocado tierra este martes [10 de octubre] a las 18:00 horas en la categoría 4 cerca de la localidad de las Peñitas, en el Estado de Jalisco, junto a la frontera con Nayarit. El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ha informado que este nivel en la escala Saffir-Simpson (que tiene 5 niveles) significa que el temporal ya genera vientos de hasta 220 kilómetros por hora. Lidia llega a México tras la tormenta tropical Max, que dejó este lunes [9 de octubre] fuertes lluvias en el estado de Guerrero que provocaron la muerte de dos personas, daños en 90 casas y numerosas inundaciones” (El País, 10 de octubre de 2023). Sobre aviso no hay engaño, como suele decir el dicho popular.
“Otis” tocó tierra el 25 de octubre por la madrugada. ¿Qué hacían las autoridades que no vieron venir la tragedia que se avecinaba?
“Otis” tocó tierra el 25 de octubre por la madrugada. ¿Qué hacían las autoridades que no vieron venir la tragedia que se avecinaba?
Pero, además, dos datos conocemos ahora sobre el huracán “Otis”, mismos que exculpan a la naturaleza y abonan a la condena que yo hago hoy al gobierno mexicano y su modelo de producción, como depredador de la naturaleza. Veamos.
Primer dato. Según Benjamín Martínez López, investigador titular en el Departamento de Ciencias Atmosféricas en el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICA y CC), el Huracán “Otis” “es un fenómeno meteorológico único”. Y luego argumentó: “Es un huracán que cuando estaba en aguas no muy cálidas era tormenta tropical y se comenzó a intensificar, ganó bastante energía al desplazarse sobre aguas de un Pacífico ecuatorial muy cálido, alcanzando en muy pocas horas -12 y 13- la categoría de huracán. Eso significó pasar de vientos del orden de los 100 kilómetros por hora (kph) a otros por arriba de 260 kph” (El Noticiero, 3 nov. 2023).
Luego, al preguntarle si este fenómeno “único” se podría repetir, afirmó así: “Todo apunta a que la temperatura del mar aumentará aún más, así que parece que sí. Al menos en los próximos años estamos en una tendencia al incremento.” Y así es. No olvidemos que la producción irracional en el mundo tiende a incrementarse, y con ella, también el aumento del calentamiento global.
Segundo dato. Al preguntarle al investigador que citamos, la causa de por qué fallaron los pronósticos sobre “Otis”, así contestó: “Todo eso tiene qué ver con la información que se usa, y es una verdad que del lado del [Océano] Pacífico se cuenta con menos información que del Atlántico. Eso tiene una explicación muy sencilla: a Estados Unidos lo que le interesa es pronosticar muy bien los huracanes del Atlántico y el Caribe, porque son los que le afectan. Fuera de una cuestión meramente científica de investigación, desde mi muy particular opinión los recursos se canalizan al Atlántico.”
Y aquí tenemos ya, dicho por un investigador del clima, el carácter clasista de las consecuencias de los fenómenos atmosféricos y climáticos que padecemos. ¿Quieres información?, ¡cómprala! ¿No tienes dinero?, ¡entonces sufre!
Finalmente, como todo científico, el experto que cito ofrece una alternativa: “En el Pacífico se debe tener el mismo monitoreo [que en el Atlántico] y más vuelos rutinarios cuando hay perturbaciones que se pueden intensificar. Todo eso cuesta dinero y el Gobierno mexicano debe incrementar su colaboración con el estadounidense… los huracanes constituyen una amenaza a la seguridad nacional”. Así es, estamos amenazados.
Sí, sólo que nuestro Gobierno no escucha nada que no sean campañas electorales; con Estados Unidos, no busca colaboración para beneficio de los mexicanos, sino sometimiento absoluto. Y Guerrero hoy sólo es el botón de muestra. Ojalá aprendamos la lección.
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