Este fin de semana, el antorchismo bajacaliforniano recibió a la maestra en ciencias biológicas por la UNAM, doctora en ecología por la Universidad de Umeå, Suecia, investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales, Citlali Aguirre Salcedo, quien acudió a nuestra invitación para tratar uno de los temas que son poco escuchados y que los antorchistas no se hubiesen imaginado escuchar, pues así lo dijeron durante sus intervenciones: “en Antorcha se nos habla de la lucha, del trabajo, de cultura, del deporte y ahora de ecología, estamos en todo”.
Sí, el antorchismo es un ser completo, que se preocupa por todas las áreas y que responde a los problemas que en cada una de ellas se presentan.
Existe un 10 % de personas ricas que genera el mismo daño climático que la mitad de la humanidad, mientras que los pobres son injustamente señalados por errores que no han cometido.
Desde el Valle de Mexicali hasta la ciudad donde “comienza la patria”, Tijuana, la lucha para explicar que no es la humanidad entera la culpable de los problemas que presenta la naturaleza se dio, abriendo los ojos y argumentando los factores y las razones de la gran campaña que existe para tratar de culpar a los más pobres de errores que no han cometido.
En efecto, existe una gran industria ideológica que se ha dedicado a culpar a los humanos en general, pero esto no ha sido así. Tomando como referencia a la maestra, existe un 10 % de personas ricas que genera el mismo daño climático que la mitad de la humanidad.
En ese rango se encuentra la gran desigualdad entre los que “llegamos a tirar una botella de plástico” y entre los que tiran millones de basura y químicos, entre los que absorben la naturaleza y se acaban la materia prima que ella genera.
“Mañana será demasiado tarde”, explicaba el revolucionario Fidel Castro en una de las cumbres más importantes del mundo, que se realizó en Río de Janeiro, Brasil, en el año 1992. Allí, frente a naciones importantes, desarrolló un discurso en el que dejó planteados problemas torales que afectaban, ya en esos tiempos, al mundo entero.
Pero en este discurso también se plantearon posibles soluciones que dirigirían a puerto seguro a la humanidad. El discurso fue claro y concreto, en él se denunciaba también el voraz ataque contra la ecología a razón de apostar por la ganancia.
Han pasado más de treinta años desde que se planteó el problema, pero no se ha hecho caso alguno a estas advertencias. Hoy Citlali nos lo vuelve a recordar: ya es mañana, ya es tarde, pero ahora nos toca a los humanos exigir un cambio real, no solo para combatir el ataque contra el ecosistema, sino para lograr un cambio de estructura económica que garantice no solo el cambio en el ecosistema, sino en la vida de todos los humanos.
Los antorchistas tenemos la tarea clara: debemos explicar esta misión a todos nuestros amigos y conocidos. Debemos difundir la palabra de Antorcha para que cada día más personas se enamoren de este sueño y, juntos, logremos concluirlo.
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