Desde luego que si los humildes de Los Cabos, BCS, no tuvieran necesidad de la ayuda gubernamental para adquirir un lote de terreno donde hacer una casa, no acudirían a solicitarla y seguro que se irían directamente a una inmobiliaria a comprar uno por su cuenta, sin importar el precio o, incluso mejor, si no hubiera aquí gente necesitada, todo el mundo andaría buscando comprar una casa ya construida. El pueblo aceptaría gustoso las feroces reglas del mercado de compra y venta inmobiliaria y desembolsaría sin pena lo que fuera.
Pero no es así, lo sabemos y lo hemos sabido desde hace décadas: las carencias de la gente ya vulnerada por la pobreza la obligan a recurrir a su autoridad en busca de ayuda, solicitando la intervención de los gobiernos para encontrar mecanismos para la adquisición de lotes de terreno a precios no lucrativos, que los humildes puedan pagar de acuerdo con los escasos ingresos que tienen.
No se ve o escucha a ningún candidato que proponga soluciones al problema de vivienda para los millones de mexicanos que aún carecen de ella o que malviven en la inseguridad jurídica de sus pobres posesiones.
La gente se organiza para ponerse de acuerdo con la autoridad para resolver el grave problema de carencia de vivienda. Los vulnerados acuden, pues, a las autoridades en busca de gobiernos amigos, comprensivos de su lastimosa situación económica, no para que se compadezcan y les regalen, sino para que, usando todo el poder que les hemos conferido al elegirlos, encuentren instrumentos sociales que los protejan de los lobos dueños de fraccionamientos y constructoras, que los resguarden de las abusivas inmobiliarias que venden casitas huevito en serie a precios como si fueran palacios.
Más aún: los proletarios acuden en busca de la sensibilidad gubernamental cuando los gobernantes se dicen ser salidos del pueblo y exclaman a toda potencia que con ellos los pobres son primero.
Por ello, lo menos que la gente vulnerada solicitante espera es que esa autoridad a la que acudió en busca de auxilio la mande a... comprar su propio terreno y le proponga hacer el negocio con algún tratante inmobiliario, eso sí, "serio". Es como si un cazador herido estuviera huyendo de una jauría de lobos y un coyote lo invitara a escapar de ellos metiéndolo ¡a la cueva donde los lobos viven!
Por estas penurias está pasando el grupo de aproximadamente 200 solicitantes de lotes, organizados en Antorcha, que desde hace más de dos años ha solicitado el apoyo del gobierno municipal de Los Cabos, sin resultados concretos hasta la fecha y sí con irritables tratos.
Pero 200 es apenas una gota de un mar de carencias: según Evalúa CDMX, con su método de medición multidimensional de la pobreza, un 70.7 % de la población sudcaliforniana vive con pobreza de vivienda: siete de cada diez familias choyeras malviven en pobreza de vivienda y en hacinamiento (muchos habitantes en una sola habitación). La solución que se le está dando a esas familias, pues, no es solución, sino evasión.
Con los actuales Gobiernos se está cerrando cada vez más la posibilidad de que se encuentren mecanismos como la creación de reservas territoriales propiedad de los gobiernos, precisamente para atajar con ellas la voracidad de los capitalistas que se dedican a hacer riquezas a costa de las necesidades habitacionales de la población más lastimada por la pobreza, así como de empleados y clases medias bajas.
Las medidas de política económica de los Gobiernos neoliberales actuales consisten en destruir esos mecanismos sociales, cerrarles toda posibilidad de existir y dejar a la población indefensa ante la avidez de ganancia de los mercaderes inmobiliarios.
Los Gobiernos actuales, sean del color que sean, actúan todos con la misma política: dejan abierto el camino a los apetitos del mercado salvaje, no le ponen limitaciones y más aún, lo protegen y promueven.
Los "megaproyectos" de construcción de miles de casas para empleados del sector turístico en Los Cabos no han sido más que propuestas de jugosos negocios para burgueses dedicados al lucro inmobiliario.
La política social con un sentido solidario hacia los más humildes está desapareciendo de nuestro país. Las reservas territoriales eran un excelente mecanismo de prevención y planificación urbana que hemos perdido con gobiernos que visten camisetas de diferentes colores, pero que pertenecen a la misma clase capitalista y defienden sus intereses, no los de los pobres.
Tampoco se ve o escucha a algún aspirante a cargos de Gobierno que proponga claras soluciones al problema de vivienda para los millones de mexicanos que aún carecen de ella o que malviven en la inseguridad jurídica de sus pobres posesiones. Evasión, una vez más.
Esta lamentable situación debe hacernos comprender que, con la actual clase social gobernante, los humildes y más vulnerados, los empleados y clases medias en desgracia nunca solucionarán sus problemas de carencia de vivienda digna, sino que se irán agravando cada vez más con el explosivo crecimiento poblacional.
Con la actual clase capitalista gobernándonos no hay planificación de desarrollo de ningún tipo si no es para que se enriquezca más, no hay un plan de desarrollo que programe erradicar la pobreza de nuestra patria, sólo hay promesas y más palabras que no se corresponden con la realidad.
Esta miserable situación debe hacernos entender, por consecuencia, que hay que cambiar de clase en el poder, que los pobres deben organizarse para gobernar, aunque parezca un sueño irrealizable, ya otros pueblos del mundo lo han logrado. Por ello los pobres deben estudiar cómo le hicieron; qué es y cómo funciona la sociedad capitalista y cómo podemos evitar sus males.
Nosotros mismos debemos reorganizar la patria para planificar lo más racionalmente posible y con justicia social una redistribución honesta y equitativa de la riqueza social generada por nuestro pueblo; debemos crear nuevas y amplias reservas territoriales e imponer una reorganización de la distribución de agua, electricidad y todo tipo de servicios para garantizar a toda la población una vida digna; abaratar y eficientar el transporte público y crear nuevos y modernos desarrollos habitacionales accesibles a los más olvidados.
Todo ello es posible, hay que crear nuestro propio partido político, meter a él a nuestros hijos y no dejar nunca de luchar con ellos dirigiéndonos: Antorcha les propone Nuestro Proyecto de Nación, que les invita a conocer y discutir aquí en movimientoantorchista.org.mx
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