Con mayor intensidad se apodera la angustia de los pobres, ante el miedo atroz de ser nuevamente contagiados por el virus SARS-CoV-2; quien ya padeció el contagio en la primera, segunda o tercera oleada, le da un imparable terror salir de su casa. Cuentan sus experiencias los que lograron sobrevivir al terrible sufrimiento: “Sentía mi pecho apretado y no podía respirar, me faltaba el aire; sentía todo mi cuerpo molido como a golpes, y padecía mucha fiebre corporal, mi cabeza parecía partirse en mil pedazos y el dolor punzante que no terminaba”.
Así narra su padecimiento el señor Juan, un trabajador del campo que, haciendo producir las huertas de plátano en Tecomán, y otros como él en las huertas de limón, coco, papayo y tamarindo, no tuvieron ninguna vacuna preventiva para mitigar el sufrimiento ante el inevitable contagio del virus fatal. ¿Por qué este abandono y despreció oficial al pueblo trabajador, que produce la riqueza del país? Años atrás pudiera entenderse bien por ser un gobierno neoliberal, como suele decir el presidente; pero ahora, con un gobierno que se dice gobernar para los que menos tienen, ahora, que según López Obrador ya elimino la política económica neoliberal, cuando se nos repite a cada rato: “por el bien de todos primeros los pobres”, estamos igual o mucho peor que antes.
A tres años del gobierno de López Obrador, no hay medicamentos suficientes para hacer frente a la pandemia. Aún faltan insumos médicos, las vacunas llegan a “cuenta gotas”, como dice la gente, y no hay módulos suficientes en el estado para atender las enfermedades respiratorias virales, y se batalla para realizarse una prueba del antígeno SARS-CoV-2; “se forman largas filas desde muy temprana hora para lograr hacerse una prueba”, como dice la señora Mary: “Hoy llegué a las 9 de la mañana y ya había más de treinta enfermos esperando, y esta gente de la Secretaria de Salud con sus “pachorras” (calmas), que inicia a las 11 de la mañana. Ayer vine como a las 12, y había gente hasta la vuelta de esta cuadra, a pleno sol del medio día; a más de uno miré con ojos llorosos y tose y tose.”
México se encuentra en la lista décimo quinta en producción de riqueza. Es decir, es una de las economías más ricas del mundo, porque el pueblo mexicano es bueno para producir riqueza. En México se encuentra uno de los hombres más ricos del mundo, se llama Carlos Slim Helú. Él y otros como él, vieron crecer sus fortunas, de por sí millonarias, en plena pandemia a costa del aumento de la pobreza de los mexicanos. Un 99% de la población mundial vió disminuidos sus ingresos, mientras que 10% de los más ricos del mundo duplicaron su fortuna. Así nos informa la página de la oxfammexico.org, en el mes enero del año que corre.
Ante esto, cuánta razón tiene el planteamiento que hace el líder nacional del Movimiento Antorchista, el Ingeniero Aquiles Córdoba Morán, así pensé cuando leí uno de sus artículos publicado en su cuenta de Facebook. Este es un resumen muy breve y apretado de los cuatro ejes que propone Antorcha para crear una nación más vigorosa, fuerte y equitativa: 1) Empleos para todos los que quieran trabajar, y al mismo tiempo, crear seguridad al empresario para que invierta su dinero y genere más empleos. 2) Salarios bien remunerados para que sean suficientes para alimentar a la familia, para el esparcimiento y la educación. 3) Mas inversión pública con carácter social, obras y servicios en infraestructura. Y 4) Una reforma fiscal progresiva, para que pague más quien más tiene. México tiene un serio déficit en su recaudación fiscal, que apenas equivale a un 13.1% del PIB (CONEVAL, 2021).
Nuestras necesidades son muchas, y muchos somos también, los que debemos exigir atención a nuestras demandas de salud, como es el caso de las pruebas del antígeno Covid-19; exijamos vacunas y medicamentos; exijamos educación, como las becas que solicitan los estudiantes de la Universidad de Colima. Urge mayor seguridad para no vivir con el temor de ser asaltado en cualquier momento. Todas estas demandas se lograrán sólo con la intervención de un pueblo unido, organizado y consiente de su lucha social. Estamos a tiempo.
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