Los nazis vuelven a ser noticia mundial. Son los neofascistas que lucran ahora y han lucrado siempre con el negocio de las guerras y, apoyados en sus “teorías” creadas a modo como la supremacía de la raza aria y/o anglosajona o el destino manifiesto, se auto proclaman los únicos y verdaderos hijos de Dios, por tanto, como una raza superior llamada a someter al resto de los seres humanos ya sea mediante hornos crematorios u otras infamias o bien mediante “revoluciones de colores” para quitar y poner gobiernos, invasiones militares a países enteros, venta de armamento a gran escala e incitación a la guerra de unas naciones contra otras, tal como lo estamos viendo en Taiwán contra China. Los sufrimientos son indecibles: economías nacionales destruidas, niños en la orfandad, mutilados, hambre, miseria, destrucción, muerte y desolación que se derivan de la absurda unipolaridad a que ha sujetado el imperio a las demás naciones del mundo. Sus crímenes están documentados en agencias noticiosas de la prensa independiente, que es escasa y está siendo bloqueada, -por la organización militar OTAN, es decir, Washington y Londres pues son los mismos-, pero de que la hay, la hay, y el que busca encuentra cuando de informarse con la verdad se trata. Y, aunque solo sea por motivos de confrontaciones internas entre los dos grandes grupos del poder estadounidense, también encontramos algunas evidencias en su propia prensa. Veamos.
En 2020, el New York Post reveló pruebas de los negocios ilícitos de Hunter Biden, el hijo alcohólico y drogadicto del presidente de EE. UU., ubicados tanto en Ucrania como en China, y en 2022 el New York Times reconoció la autenticidad de las pruebas en torno a laboratorios de armas biológicas financiadas por el Pentágono, es decir, fábricas de muerte pagadas al precio de millones de dinero y de vidas humanas, con tal de mantener la supremacía anglo norteamericana a cualquier costo.
Más aún. En 2018, el ministerio ruso de Defensa puso sobre la mesa el tema de la similitud entre el agente de la peste porcina detectada en Rusia y los patógenos hallados en el Centro Richard Lugar, financiado por Estados Unidos. En 2021, el ministerio de Exteriores de la República Popular China solicitó públicamente que se investigara el posible papel del laboratorio militar estadounidense de Fort Detrick en la epidemia de Covid-19. Nuevamente, el 8 de marzo del 2022 China se sumó a la denuncia exhortando al Pentágono a dar explicaciones sobre los 33 laboratorios militares que Estados Unidos mantiene en 30 países. “En los biolaboratorioscreados y financiados en Ucrania, como lo demuestran los documentos (que serían presentados ante el Consejo de Seguridad de la ONU por Rusia, digo yo), se hicieron experimentos con muestras de coronavirus de murciélago” (voltairenet.org, 10 marzo 2022). La verdad se asoma respecto al origen del virus causante de la muerte de más de 6 millones de seres humanos en el planeta, pues el afán insaciable de ganancia y de supremacía no conocen límite alguno ni respetan la vida del resto de los seres humanos.
Desde 2014 que Hunter Biden y la pandilla de drogadictos y neonazis se imponen por la vía violenta al frente del poder en Ucrania, robaron al pueblo los fondos provenientes de sus ventas de gas, impusieron una ley racial, erigieron monumentos que glorifican al agente nazi-fascista Stepan Bandera y dos batallones nazis que fueron integrados a las fuerzas armadas ucranianas. Los discípulos de Leo Strauss, un fascista alemán que huyendo de la Segunda Guerra Mundial se refugió en Estados Unidos, desde el seno del poder en Washington por medio de la Central de Inteligencia Americana (CIA), prepararon la guerra en Ucrania a través de las hordas fascistas de S. Bandera y otros similares suyos.
A los neofascistas o neonazis del mundo jefaturados por Biden no les preocupa el cambio climático ni respetan los acuerdos ambientales, menos aún el derecho internacional y los acuerdos entre los estados parte que son sus fuentes, nunca les ha interesado mejorar la calidad de vida de las personas y, en cambio, las someten a una espiral de inflación, carestía, crisis y empobrecimiento con la imposición de múltiples sanciones económicas a más de 20 países. Son ellos la última arma de sometimiento, y la más letal, de los más ricos del planeta que nunca sufrirán las consecuencias por el incremento de los precios de gas, petróleo, alimentos, materias primas, etc., y son los mismos que nos privan de los derechos al trabajo con un salario remunerador, la vivienda, la salud y servicios básicos como agua, drenaje, luz y pavimento mediante la represión a los derechos constitucionales de organización, gestión y movilización, al interior de cada país.
A escala planetaria, hace 4 siglos se inició la división en dos clases sociales, ricos y pobres, pero nunca a niveles abismales como ahora. El futuro de la humanidad está en nuestras manos si perseveramos en la organización y concientización de los desamparados, lo cual es el único sueño de los seres humanos por el que vale la pena vivir y luchar.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario