MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Por todos los caídos, nosotros estamos de pie

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Ni el sol abrasador del municipio madre del antorchismo pudo detener la marcha en conmemoración a los mártires antorchistas que tuvo lugar en Tecomatlán el pasado 9 de junio. 

Como cada año, las calles de Tecomatlán se inundaron de la fragancia de las flores y se vistieron de colores al recibir los contingentes que llegaron a homenajear la memoria de los mártires.

Eran las 7 de la mañana cuando el recorrido inició, desde Baja California hasta Chiapas, representaciones de todos los estados de nuestra república se dieron cita. Llevaban coronas, fotografías y representaciones pictóricas de quienes fueron sus familiares, sus amigos, sus compañeros de equipo, pero sobre todo, sus hermanos de clase.

La nostalgia y el revivir el golpe de la muerte que trae consigo el recuerdo de nuestros mártires sólo pudo ser aplacado por la llama del entusiasmo eterno que nuestro guía presenta en cada uno de sus discursos.

Al llegar al panteón municipal y, como de costumbre, se dio paso a la lectura de nuestros caídos. Las voces del antorchismo nacional hicieron retumbar el camposanto al gritar “¡Presente!” cada vez que los nombres fueron mencionados.

Los antorchistas trajeron a su mente el recuerdo de sus camaradas, en el espacio donde la muerte deja de ser una sombra inmaterial lejana, presagio del fin de nuestros días y se convierte en una realidad, en el choque frontal de impotencia que nos hace ver de frente el fin de nuestra existencia, pero que es, al mismo tiempo, el sitio donde reposan los restos de quienes en vida fuimos.

Al terminar el acto, marcharon hacia la plaza de toros “La Antorcha” cuya calzada se vistió con las fotografías de los mártires, quienes como cuando en vida estuvieron, una vez más estaban presentes, haciendo fila para poder escuchar al maestro Aquiles Córdova Morán, para recibir de nueva cuenta la panacea bendita del conocimiento.

Sí, ellos estaban nuevamente entre nosotros, en sus rostros sonrientes y en las fotografías que mostraban su desarrollo en alguno de los frentes de nuestra organización.

La nostalgia y el revivir el golpe de la muerte que trae consigo el recuerdo de nuestros mártires sólo pudo ser aplacado por la llama del entusiasmo eterno que nuestro guía presenta en cada uno de sus discursos.

Sí, celebrábamos con dolor a nuestros caídos, pero volvíamos a la lucha ora cargados con la fuerza de su ejemplo, con la promesa de hacer lo que ellos: seguir la vida con el espíritu inquebrantable y que, hasta el último aliento, nos mantengamos consecuentes con nuestros ideales de lucha.

El discurso central, pronunciado por el Maestro Aquiles Córdova, hizo hincapié en los nuevos retos que, como organización, enfrentaremos, en la forma en la que el gobierno federal se desviste ante nosotros como un verdadero lobo con piel de cordero, al convertirse en aquello que tanto afirmó combatir y apalear.

Es claro que el panorama para los humildes no parece alentador y así seguirá siendo. ¿Qué nos espera a los antorchistas? Nada distinto a lo que hemos hecho, una continuidad de esfuerzo, trabajo y dedicación y, en ese tenor, la vida y obra de nuestros grandes camaradas que dejaron incluso la vida en esta, nuestra organización, debe ser el combustible que nos permita seguir firmes aún ante la adversidad, aún ante las amenazas, aún ante la muerte.

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