* La paz y tranquilidad que les fue secuestrada a los chiapanecos
Chiapas es en la actualidad una de las entidades con mayor registro de violencia ante el ingreso de la delincuencia organizada en varias regiones de su geografía, con enfrentamientos entre grupos rivales armados y con las fuerzas armadas; además de “levantamientos” o secuestros exprés, cobros de piso, ejecuciones, tráfico de migrantes, narcomenudeo, robo de autos, entre otras actividades ilícitas, lo que ha puesto al estado en una posición vulnerable y encabezando la lista de inseguridad en México.
Ante la débil reacción por parte de las autoridades tanto federales como estatales, ya que incluso la presencia de la Guardia Nacional no ha logrado contener la violencia ni proteger a la población, diversos sectores han alzado la voz, sobre todo en los municipios “focos rojos”, en donde la violencia se acrecentó en el proceso electoral con emboscadas y asesinatos de candidatos e integrantes de equipos de campaña.
Desde 2023 se ha presentado una serie de acciones delictivas y violentas derivadas de la presencia de estos grupos delictivos ligados al narcotráfico, amén de otras organizaciones que azotan la paz de los chiapanecos como los motonetos en San Cristóbal de Las Casas y otros “brazos” de la delincuencia organizada.
Niveles históricos de violencia
En entrevista, Omar David Jiménez Ojeda, Profesor Investigador del Instituto de Investigaciones de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), declaró para Buzos que Chiapas alcanzó niveles de violencia como jamás se habían documentado:
“La frontera sur, la delimitación con Centroamérica, resultó sumamente atractiva para los cárteles o instancias delincuenciales y en la disputa del poder es lo que tiene al estado con ciertas restricciones, con retenes en Ciudad Cuauhtémoc, Comitán o Frontera Comalapa, de grupos delincuenciales que operan sin el más mínimo pudor, quizás o no con la complicidad del gobierno”.
Expuso que las autoridades no han hecho el ejercicio de su poder, es decir, el gobierno abdicó de su función, la de poner orden: “no existe reacción de las autoridades”, y entonces “para qué necesitamos un gobierno”, cuestionó el catedrático, a lo cual respondió inmediatamente que:
“… el Gobierno debe mantener las condiciones de vivir en sociedad bajo ciertas reglas, cuidando y garantizando los derechos de las personas, pero cuando la debilidad institucional llega a la esfera estatal, se está en un grave problema, ya que toda esa situación no se construye de la noche a la mañana.”
Recordó que desde hace doce o quince años se empezaba a notar una descomposición social en la seguridad a niveles municipales con algunos conflictos, y nadie lo advirtió, pocos lo alertaron, lo cual fue creciendo y mermó las capacidades institucionales.
Cabe destacar que hace algunos meses, municipios como Ocozocoautla, Berriozábal, Tuxtla Gutiérrez, La Concordia, Villaflores, Villacorzo, Mapastepec, Tapachula, Escuintla, Motozintla, Frontera Comalapa, Rayón, Benemérito de las Américas, Chicomuselo y Pantelhó fueron escenarios de enfrentamientos entre estas expresiones delictivas y la Guardia Nacional y la Sedena, pero también dentro del ambiente electoral.
Con relación al reclutamiento juvenil por parte del crimen en la entidad, la parte más atractiva está en Los Altos de Chiapas, en San Cristóbal de las Casas, y detalló que existe un estudio que refiere que son de 2 mil 500 a 3 mil la población juvenil que ha sido reclutada, utilizándolos como carne de cañón para hacer el trabajo sucio, siendo el periodo de vida de estos jóvenes muy corto, al servir para este sector.
Recordó que en los tiempos de Calderón, el discurso era la profesionalización de la policía y muchos militares se volvieron policías y salieron a las calles junto con el Ejército. Siendo la actividad primaria de la delincuencia organizada el narcotráfico, al día de hoy extendieron sus rubros y están presentes en los bares cobrando derecho de piso, extorsión, robos violentos, lavado de dinero, tráfico de personas y la esclavitud de migrantes.
Jiménez Ojeda externó que el mensaje que está dando Chiapas al mundo con el tema de la violencia es que “no somos el estado de Chiapas del pasado, aquel que recibía a sus visitantes con las puertas abiertas de sus hoteles, restaurantes, tranquilidad en sus carreteras para conocer sus bellezas naturales o ruinas arqueológicas, ese Chiapas está ausente”, por lo que el reto es para el siguiente Gobierno, quien habrá de conducir los destinos los próximos meses y años para regresar a un nivel óptimo en seguridad. Ya que al ser el turismo la segunda actividad que mayores ganancias deja, está siendo afectada por la actividad delincuencial.
Cabe destacar que los discursos de campaña tuvieron como tema principal la seguridad, por lo que se espera que en un par de años se retorne a las vías normales y a un clima de paz y tranquilidad.
Sin resultados
Carmen Villa, Directora del Observatorio Ciudadano Chiapas y de LigaLab, destacó que las estrategias y acciones por parte de las autoridades del Gobierno Federal y Estatal no están dando resultado para garantizar la paz en Chiapas.
Por ello, hizo un llamado a generar planes de reacción y respuesta y de prevención de la violencia, basados en las evidencias, “no vemos una estrategia de seguridad a nivel nacional que esté haciendo frente de manera efectiva al crecimiento exponencial de la presencia de grupos del crimen organizado en el territorio chiapaneco como se ha visto en los últimos dos años. A nivel estatal no hay una estrategia sólida o que dé respuesta a partir de un análisis de datos de inteligencia criminológica que indiquen que están entendiendo el fenómeno y están respondiendo acorde”, opinó.
Dijo que se está llegando tarde al fenómeno de la violencia escalada a partir del crimen organizado en la disputa de los territorios, por lo que instó a aprender de las experiencias de otros estados, buscando prácticas efectivas, territorializarlas y buscar cómo funcionarían y aplicarlas para regresar a la paz anhelada.
Esta carencia de estrategia se ve en los resultados de la percepción de seguridad:
“… de acuerdo a la Encuesta de Seguridad Urbana (ENSU) que mide la percepción de la seguridad y que salió a mediados de abril, tanto en Tapachula como en Tuxtla Gutiérrez, disminuyó la percepción de seguridad, la gente no se siente segura en al menos un 80 por ciento con diversos indicadores.”
Tras una revisión de cifras oficiales y de organizaciones con rigor metodológico para recabar la información en seis meses, el Observatorio Ciudadano ha brindado dos reportes. El primero es el reporte de incidencia delictiva en donde se observa que desde hace seis años hubo una disminución de homicidio doloso, y pareciera no corresponder con la realidad actual, con otros actos criminales que ahora se ven. Sin embargo, lo que aumentó es el tipo de comisión de delitos y el uso de armas de fuego.
Asimismo, algo que cambió fueron los desplazamientos por violencia política o conflictos religiosos desde los 70, ahora se ve un matiz distinto del desplazamiento de los territorios por la violencia del narco con secuestros masivos de comunidades, por ejemplo, como los que han sucedido en la frontera de Chiapas con Guatemala.
Elecciones y crimen organizado
Los procesos electorales en México, sobre todo en los últimos tres sexenios, siempre se han realizado bajo la sospecha de la intervención de la delincuencia organizada, sobre todo en el ámbito municipal. Las altas temperaturas que se viven actualmente parece que se trasladaron al clima electoral; el tema comenzó y terminó muy caliente.
De acuerdo con eji Observatorio Ciudadano de Chiapas, la entidad se ubicó en el mes de abril dentro del mapa de violencia política electoral en el cuarto lugar, solo detrás de estados como Guerrero y Michoacán, lo que habla de una alarmante situación, sobre todo tras la llegada del crimen organizado, comparado con cifras que datan de 2018 y 2022.
En el caso concreto de la violencia político-electoral, ha sido el más violento en la historia de México, el cual creció en un 150 por ciento con relación a 2021, siendo asesinadas 34 personas que fungían como candidatos a algún cargo de elección popular, 8 de estos son cifras que corresponden a Chiapas, lo cual pone al estado ahora como uno de los estados más violentos. Es decir, el proceso electoral no escapó de la delincuencia organizada.
En Pantelhó y Chicomuselo, prácticamente no se pudieron desarrollar las elecciones, de acuerdo a las autoridades electorales como el IEPC y el INE. En otros diez municipios, en algunas localidades, se impidió la instalación de casillas, lo que afectó a más de 60 mil electores en la “fiesta democrática”.
De acuerdo a DataCívica, el ingreso de la delincuencia organizada puso la capa de complejidad de la violencia electoral que se vivió en Chiapas, siendo el más violento de la historia de acuerdo a los registros realizados con amenazas, secuestros y otras formas de influir en el panorama político que es violencia político-electoral. Al 28 de mayo, Chiapas presentó más ataques que otra entidad, seguido de Guerrero.
Dieciocho candidatos, seis funcionarios, dos autoridades de elección popular, familiares e integrantes de partidos, y fuerzas de seguridad, sumaron un importante número de personas que sufrieron ataques armados.
De acuerdo al reporte “Votar entre balas: Entendiendo la violencia político-criminal en México”, Chiapas escaló como el segundo estado con mayor violencia en México, solo abajo por la registrada en el estado de Guerrero.
“Chiapas era un estado con poca incidencia de este tipo de agresiones y en el último año se colocó casi a la cabeza del listado”, dice el informe, resultado del monitoreo de agresiones contra personas en el ámbito de la política que -señalan- por sus características (como el uso de armas de grueso calibre, entre otras) parecen haber sido cometidas por el crimen organizado.
“En Chiapas vemos que la violencia en contra de actores políticos se ha incrementado de manera sorprendente en comparación con los periodos electorales previos, y que el número de personas del ámbito de la política que han sido atacadas durante este periodo electoral no tiene precedentes y es muy preocupante”, concluye el informe.
Es así como Chiapas se sumergió en una espiral de violencia, lo cual ha quitado la paz y tranquilidad de los chiapanecos, experimentando de esta manera niveles de violencia históricos, y en el que las autoridades han sido, al parecer, simples espectadores sin hacer frente al crimen organizado, de acuerdo a diversos sectores que han alzado la voz dentro de la población.
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