México es catalogado como un país en vías de desarrollo por el nivel de su economía y por su PIB per cápita. Sin embargo, los niveles de pobreza y desigualdad que reinan en nuestro país no reflejan la posición que tenemos en términos económicos. De acuerdo con el Coneval en 2020 el 43.9% de la población era pobre. No es novedad, y todos en México padecemos las consecuencias de tener casi la mitad de la población en pobreza. Ante esta situación es importante preguntarse: ¿por qué el pueblo de México es pobre si es uno de los que más horas trabaja a la semana?
No hay una sola respuesta que responda a la interrogante, pero lo que sí hay son varios hechos que muestran que la población mexicana es pobre porque por todos lados está en desventaja, en otras palabras, la “exprimen por todos lados”. En primer lugar, están el empleo y los salarios; en nuestro país la economía mexicana no tiene la capacidad de generar los empleos suficientes para todos los mexicanos que quieren trabajar. Según el Inegi en el primer mes de 2022 había 2.1 millones de personas desempleadas. Sin embargo, este indicador (desempleo abierto) no se incluye a las personas que trabajan solo unas horas a la semana. El indicador que refleja con mayor exactitud la necesidad de empleo es la Brecha laboral (suma la tasa de desocupación, la población disponible y la subocupación) que al cierre del 2021 indicaba que 15.2 millones de personas necesitaban empleo (El Economista, 2022). Y, por si fuera poco, la mayoría del empleo que se genera en México es informal (56.6% en 2021). Esto significa que el trabajador no tiene ninguna prestación. El desempleo que padecen millones de personas es una de las causas principales por las que son pobres.
Agregando al desempleo, otra vía de empobrecimiento son los bajos salarios que perciben los trabajadores mexicanos. De acuerdo con el Coneval, en el cuarto trimestre de 2021 el 40.3% de los trabajadores estaba en pobreza laboral, es decir, el ingreso por su trabajo no era suficiente para adquirir la canasta básica alimentaria, no alcanzó para comer, es decir, fueron salarios de hambre.
Una consecuencia directa del empleo informal es la falta de seguridad social, los trabajadores no tienen derecho a servicios de salud en caso de enfermarse, ni aguinaldo, ni alguna otra prestación que por ley les corresponde a los trabajadores formales. Así, los trabajadores deben pagar con su raquítico salario los servicios que no reciben. Por ejemplo, pagar consultas y medicinas cuando uno de los integrantes de la familia enferma, pagar guardería si hay niños en la familia, entre otros gastos que la seguridad social cubre. De acuerdo con el CIEP (2021) el gasto de bolsillo en salud aumentó en 40% de 2018 a 2020 y para el 10% más pobre aumentó 68.3% en el mismo periodo. Sin duda, esto causa más empobrecimiento.
Otra consecuencia de la falta de seguridad social y de los deficientes servicios de salud que otorga el Estado es el aumento de los gastos de salud catastróficos. Se le llama así porque son gastos que hacen las familias que tienen uno o más integrantes con alguna enfermedad con alto costo derivado de su tratamiento y los medicamentos asociados, como los cuidados intensivos neonatales, los cánceres, las enfermedades metabólicas, etc., y que, provocan que los hogares empobrezcan y pierdan su patrimonio. De acuerdo con la OCDE (2019), el 5.5% de los hogares hace este tipo de gasto y con tendencia al alza. Además, durante la pandemia muchos hogares tuvieron que deshacerse de su patrimonio (casas, carros y ahorros) y endeudarse para hacer frente a la covid-19. En 2020 el costo promedio de hospitalización en unidades privadas rondó los 350 mil pesos por cinco días, y para los pacientes que requirieron intubación el costo llegó hasta un millón de pesos, y en algunas zonas como Cancún el tratamiento llegó hasta 2 mdp por 14 días de hospitalización (El Financiero, 2020). Los hogares que tuvieron un enfermo sin duda perdieron su patrimonio o se endeudaron, es decir, cayeron en la pobreza.
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