De cara al próximo proceso electoral y ante la ferviente actividad político-electoral en que se sumergirá nuestro país, resulta conveniente reflexionar sobre ciertas cuestiones de carácter social que han quedado seguramente sólo en lo que se le prometió al pueblo: “esperanza”, porque acciones concretas para millones de marginados en México se podrían contar hasta con los dedos.
La gigantesca masa de pobres que viven en nuestro país; la creciente necesidad de poder cubrir sus necesidades más básicas para sobrevivir, la falta de empleo; todo ello ayudó a aceptar, con cierto grado de desesperación, una alternativa de gobierno que representaría algo nuevo, algo innovador; un proyecto que era “la esperanza de México” y que en nombre de una transformación difundía el proyecto político de “primero los pobres”.
Pero hay que ser objetivo: la realidad está a la vista; no se puede tapar el sol con un dedo. Por la naturaleza de nuestra actividad política, tenemos el contacto prácticamente diario con campesinos, colonos, estudiantes y profesionistas, para compartir puntos de vista de nuestra realidad actual y coinciden todos en que no hay, con claridad, ninguna transformación.
La situación económica, política y social no sólo no ha mejorado, sino que ha empeorado: a pesar de las declaraciones esperanzadoras del Ejecutivo federal, los registros y estadísticas son diferentes a lo que oficialmente se promueve.
No hay bienestar ni progreso social; existe una deficiente cobertura del servicio de salud; hay deficiencia educativa, la pandemia de covid-19 sólo resaltó las enormes deficiencias con las que la se venía manejando la 4T; los programas de asistencia social son sólo un aliciente para la descomposición física y mental de confundidos jóvenes estudiantes.
La situación económica, política y social no sólo no ha mejorado: ha empeorado; a pesar de las declaraciones esperanzadoras del Ejecutivo federal, las estadísticas son diferentes a lo que oficialmente se promueve.
Pues bien, en el oriente del estado de Michoacán, así como en todo el país, los ciudadanos de a pie deberíamos exigir ciertos perfiles a los que confiaremos la administración pública de nuestro municipio, de nuestro distrito electoral. Las posiciones políticas que deberían velar por los intereses de los más marginados brillan por su ausencia, por lo que deberíamos tener más criterio para exigir acciones concretas; para que nos den garantía de que al llegar al poder, harán lo mínimo para que las cosas sean mejores.
Debemos ser conscientes de que en México y buena parte del mundo se aplica una política neoliberal, y la realidad pone contra la pared nuevamente a los millones de pobres, pues no hay representación verdaderamente popular.
Tras el “sano” ejercicio electoral, no se corresponde la confianza ejercida por los votantes con los resultados. En fin, el pueblo “sabio” seguramente tendrá más criterio para ejercer el voto este años.
En tanto, nosotros seguiremos insistiendo en que sólo conscientes y organizados podemos transformar la realidad. Nos asiste la historia, nos asiste la lucha, nos asiste la razón.
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