Se acerca el ocaso de este gobierno; se abre la posibilidad de elegir democráticamente a un0 nuevo que no justifique su incapacidad y su falta de resultados culpando siempre a otros, valiéndose del dominio de los medios y de su potencial de manipulación, como fue la característica de este que llega a su fin.
Evadir las responsabilidades es la característica principal de este Gobierno. Ante el fracaso de sus administraciones, la respuesta es inmediata y ya se ha hecho conocida: culpar de todo a los gobiernos anteriores y por supuesto, siempre agregarles el epíteto de “neoliberales” como si fueran las palabras mágicas con las cuales se limpia, como por encanto, el nombre de la ya deslavada 4T y se inmuniza o protege a sus adeptos, sobre todo a los que forman la cúpula dirigente.
Recordemos el caso de la implosión del tanque de agua en San Agustín, municipio de Chimalhuacán, ocasionado por la falta de mantenimiento y la nula capacitación que los responsables del organismo de agua potable (Odapas) debieron haber dado al encargado para su buen desempeño, con lo cual sería menos probable que sucediera un accidente como este, que ocasionó daños a las personas y sus propiedades. Aquí también se aplicó como respuesta instintiva el protocolo morenista: culpar a los demás y nunca aceptar la responsabilidad.
Una más: ante el nuevo retroceso de los resultados obtenidos en las pruebas de español, ciencias y matemáticas que aplica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico? (OCDE), con los que ahora nuestro país se ubica en el lugar 51, de un total de 81 países, el encargado de la comisión de los Libros de Texto Gratuitos del Gobierno federal, Max Arriaga, señaló recientemente que es culpa de los gobiernos anteriores. Nuevamente, el mismo guion con que, al parecer, se adiestró a todos los presidentes municipales, gobernadores, encargados de las diferentes secretarías; en general, a todos los funcionarios pertenecientes al partido en el poder, es decir, a Morena.
Así también se comportan frente a los otros problemas. El recrudecimiento de la violencia asociada al narcotráfico, los asesinatos que se presentan cotidianamente, secuestros y desapariciones están íntimamente relacionados con la situación económica que vive nuestro país. A esta crueldad contra nuestro pueblo se la ha dejado crecer, primero, porque no existe una respuesta seria de combate del gobierno para detener este problema lacerante, y segundo, porque no se tiene un proyecto real de erradicación de la pobreza que orilla a muchas personas en México a optar por esa vía para resolver sus carencias.
Tampoco en este aspecto de la realidad nacional el Gobierno admite su responsabilidad; el recurso que aplica para evadirse es el de la acusación a la familia de las víctimas o a las mismas víctimas de estar inmiscuidas en asuntos que giran en torno a la distribución y consumo de estupefacientes. No alcanza a distinguir ni tampoco aceptar que, en dado caso de que así fuera, de ninguna manera libera de la responsabilidad al Gobierno por no haber creado las condiciones necesarias para que todos los jóvenes en el país tengan un empleo seguro y bien remunerado, con lo cual estaría en un menor peligro de optar por actividades ilícitas.
Continuar buscando chivos expiatorios y no rectificar ni intervenir de inmediato como hace Morena es aceptar que no se sabe administrar bienes y recursos, es decir, no se sabe gobernar.
Así han sido estos cinco años bajo el manto gris del gobierno de la 4T. No hay más responsables de la catástrofe social en la que se encuentra sumergido nuestro país que los gobiernos del pasado, a los cuales se vitupera, sin embargo, pocos esfuerzos serios y objetivos ha planteado el Gobierno actual para superar esos problemas que atribuye a las administraciones anteriores. Por ejemplo, en materia del rezago educativo, cuyo impacto ha dado como resultado un retroceso en los resultados de la evaluación educativa aplicada por la OCDE, la actual administración federal propone un modelo educativo apoyado en libros de texto que en nada contribuyen a la formación científica de la niñez y que, al contrario, ocasionarán daños en la educación que no podrán revertirse en varios años.
Para justificar el retroceso de catorce puntos en matemáticas, cinco en lectura y nueve en ciencias, el señor presidente argumenta que la OCDE es neoliberal como la razón principal del descenso. Por supuesto, se trata de una justificación para salir al paso; sería el equivalente a sostener que, si hace frío es porque los termómetros son neoliberales; un argumento inaceptable. El problema toral consiste en que algo se ha dejado de hacer y lo que se ha implementado no es lo adecuado para resolver y superar las deficiencias.
La misma situación se repite en cada accidente por falta de mantenimiento y atención en las instalaciones de los servicios públicos; en el aumento del narcotráfico, de los feminicidios; en los casi 70 mil muertos de su administración; en la rampante corrupción que dijo combatir; en los miles de compatriotas que anualmente aumentan las cifras de la pobreza; en los cientos de migrantes asesinados en su paso por el país, anhelantes de mejores condiciones de vida, es decir, en cada fracaso de su política social y económica, que por cierto, son múltiples.
La serie de errores que agrava la situación de los más desprotegidos es un reflejo exacto de la imposición de una política que nada tiene que ver con la verdadera satisfacción de las necesidades del pueblo, que se planifica en función de la ganancia electoral y el beneplácito empresarial y no para resolver los problemas que aquejan a los trabajadores.
Continuar buscando chivos expiatorios y no rectificar ni intervenir de inmediato en las correctas medidas para transformar a nuestro país en una potencia económica, con una mejor distribución de la riqueza, una elevación de la calidad educativa y el acceso a la seguridad social de todos sus habitantes es aceptar que no se sabe administrar los bienes y recursos del pueblo mexicano en beneficio del propio pueblo, es decir, que no se sabe gobernar.
Esta realidad ha quedado demostrada en los años que lleva el partido Morena en el gobierno; por tanto, es necesario que cada mexicano consciente, comprometido con el sufrimiento de los que menos tienen, se organice y luche para derribar este proyecto de la burguesía liberal llamado “cuarta transformación” y que su lugar lo ocupe un partido que verdaderamente defienda los intereses de los trabajadores.
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