Hace unas semanas, el presidente de México, que está en campaña desde hace al menos dos décadas, entregó el “bastón de mando” a quien eligió “por dedazo” para sustituirlo, que para López Obrador y Morena es la representación de la transición del poder de una persona a otra. Pero lo que en realidad lo que entregó es una bomba que explotará el próximo sexenio.
Es decir, López Obrador saldrá sintiendo que su legado son los programas sociales; sin embargo lo que heredará es un colapso económico que se desbordará durante la siguiente administración.
Según especialistas, no hay forma de sostener los incrementos al presupuesto anual que requieren esos programas; presupuesto que ha venido aumentando con fines francamente electorales.
Primero fueron los fondos de estabilización de los recursos presupuestarios, la desaparición de los fideicomisos y ahora se plantea, en el PEF 2024, un endeudamiento histórico de 5.4 por ciento del Producto Interno Bruto, el cual, como queda dicho, no lo pagarán López Obrador ni sus lambiscones, sino el pueblo de México, quien con Morena sigue endeudado a pesar de que se llena la boca diciendo que “primero los pobres”.
La bomba económica estallará en la próxima administración federal pues, para sostener esos programas sociales, el gobierno seguirá endeudándose o hacer un ajuste presupuestario a la baja de estos programas, lo que para Morena significaría un golpe político de grandes proporciones.
Este año, López Obrador planea incrementar en un 25 por ciento el presupuesto a pensiones de adultos mayores, mientras que disminuyó el presupuesto en rubros destinados al desarrollo del país, como ciencia y tecnología. Además, en medio ambiente, un tema de trascendental importancia en la actualidad, el presupuesto se recortó un 11 por ciento y 41 por ciento al programa de infraestructura e hidrocarburos.
En otras palabras: la mayoría de los recursos de la Federación se están destinando a programas sociales, lo que quiere decir que se está destinando más dinero al servicio del partido en el poder; para más claridad: al servicio de su candidata para ganar las elecciones a como dé lugar.
¿Quién podría competir contra esa gran cantidad de recursos económicos? Siendo realistas: nadie. Incluso hay quienes sostienen que la oposición sólo ados y senadores para no dejarle a Morena todos los escaños de las cámaras; pero, en realidad no aspiran a ganar.
Esa es otra pregunta fundamental: ¿Quién quiere gobernar y estar al frente ante la explosión que viene? Hay quienes dicen que no conviene gobernar después de un desastre económico como el que está dejando Obrador.
El problema aquí es que la gente no se da cuenta que López Obradá está utilizando el dinero de los mexicanos para beneficiarse electoralmente y para fines personales o de grupo: sin embargo, es dinero de los mexicanos: todos contribuimos al pagar nuestros impuestos y así como ese dinero es público también la deuda y las consecuencias serán públicas.
López Obrador, si es que cumple su devaluada palabra, se irá a “La Chingada”, su rancho, dejando un grave problema a su sucesora, pero sobre todo a los mexicanos que sufrirán la irresponsabilidad morenista.
La gente hoy confía y está feliz por la asiganción de dinero a través de “pensiones”, que no son otra cosa que programas sociales electoreros, pero mañana la situación se les revertirá y vendrá una fuerte crisis económica y social de la que pocos lograrán salir.
Pero los platos rotos no los pagarán los morenistas, los pagarán los trabajadores, los humildes, los que sí pagan impuestos, aun de manera indirecta y de nada servirá recordar lo que el Movimiento Antorchista nos advirtió: se nos dijo lo que vendría, pero no hicimos caso.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario